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marzo 24, 2015

Un Plan Ridículo... pero Funciona


       Saludos,

nos acercamos a la Semana Santa, y es tiempo de reflexión, ya sea que hayamos observado la cuaresma o no.  El tiempo que recordamos el sacrificio de Jesús, el ungido de Dios.  Desde un punto de vista humano, esto marcaría una derrota de Dios.  Sin embargo, Eugene Peterson nos hace ver que la forma en que Dios revela su plan no es como lo esperaríamos, de hecho raya en lo ridículo.  En su libro Answering God: the Psalms as Tools for Prayer (Respondiendo a Dios: los Salmos como herramientas para orar), nos muestra que los planes de Dios no siguen la lógica humana.  

       El mundo nos habla de poder, de influencia basada en la fuerza de carácter y en las habilidades innatas o adquiridas; Dios nos muestra su camino, el de la humildad, la sencillez, el servicio.  No resulta fácil comprenderlo, sólo a través de la oración Dios nos muestra cómo irrumpe en la historia de la humanidad.  Espero que lo encuentren edificante y traiga esperanza a los, y las lectoras.

      

       "El tema es aquí [Sal 1] es el tamaño: necesitamos un acto de imaginación que nos capacite para ver que el mundo de Dios es grande - mucho más grande que el mundo de reyes y príncipes, primeros ministros y presidentes, mucho más grande que los mundos que se reportan en los diarios y en la televisión, mucho más grande que el mundo descrito en los libros de físicos nucleares e historiadores de guerra.  Necesitamos una manera para imaginar - ver - que el mundo que Dios gobierna no es un pensamiento posterior a los mundos del mercado de valores, el lanzamiento de cohetes, y cumbres diplomáticas, sino que este mundo los contiene a todos.

        Hay mucho más aquí que simplemente afirmar la soberanía de Dios.  Necesitamos una forma convincente, útil, accesible para darnos cuenta de la grandeza de Dios en medio de un mundo que compite por su grandeza.  Si fallamos en este punto, la oración será atrofiada; oraremos minimizados y con miedo.  Nuestra oración será un llanto.

       El Salmo 2 da respuesta a nuestra necesidad presentándonos al Mesías.  El Mesías es la persona de Dios en la historia.  Dios no está dedicado exclusivamente al negocio de las almas, también está activo en las ciudades.  El Mesías es la invación de Dios en lo secular, su entrada al mundo donde la gente va a la escuela, al trabajo, a la guerra, a Chicago.  Él entra - y entra en persona.  No sólo meditamos en su palabra en las escrituras, sino que toma forma en la historia y lo vemos en acción en una persona.

       Para muchas personas esto parece ridículo, que Dios, para desarrollas en nosotros un sentido de la inmensidad de su reino, que nos presente a un ser humano con un nombre oridinario (Saúl, David, Zorobabel), en un lugar de poca importancia (Sión), y lo llama 'mi hijo', y les da trabajos no espirituales como la construcción de caminos, la protección de ciudades y lidiar con emisarios de otros países.

       Las objeciones son inmediatas y atroces: 'Pero si crecimos juntos; conocemos a sus hermanos y hermanas, nos sentábamos al otro lado del salón en segundo grado y jugábamos a la pelota con él en los equipos de niños.  ¿No sería mejor colocar a nuestro intrépido mundo en su lugar promulgando resoluciones imponentes, poniendo en práctica grandes ideas  - verdad, amor, justicia - y por mera fuerza del pensamiento superar la vulgaridad de los gobernantes?  Si se requiere algo visible, ¿por qué no dar instrucciones para la construcción de un monumento que humille a la Esfinge, o planos para la construcción de un templo que llene la llanura?'

       Pero, Dios no hizo nada de eso en Israel.  Por el contrario, las personas eran seleccionadas y marcadas con aceite que se vertía sobre su cabeza como representantes de Dios para gobernar, y de esta forma eran transormados en mesías (los unguidos).  Israel estaba rodeada de potencias mundiales que alardeaban templos impresionantes, ejércitos despiadados, esculturas gigantescas y extensas bibliotecas.  Pero cuando el Señor quería mostrarles cómo su reinado era mayor de lo que ellos habían visto en sus vidas, Él ordenaba que algunos hombres fueran tomados de sus familias locales y ungidos.  Él los entrenaba para que vieran los lugares ordinarios y comunes como lugares en donde él establecía su reino y soberanía.  La gente miraba a otro lado temblando con asombro, o temor ante el mundo al que llamaban poderoso, Dios les enseñó a que, pacientemente vieran a Dios obrar en y a través del mesías, uno que había sido ungido.

       Lo extraordinario de este método ridículo es que funciona, al menos para aquellos que entran a través de la oración.  Siglos de práctica, viendo la invasión de Dios a este mundo a través de los mesías, alcanzó su conclusión cuando Jesús de Nazaret fue declarado el Mesías (en griego Christos, el "ungido").  Este Mesías parecía tan ridículo como los otros.  '¿Acaso no es éste Jesús, el hijo de José?' (Jn 6:42).  '¿Acaso de allí puede salir algo bueno?' (Jn 1:46).  Pero era verdad: Dios invadió la historia.  En Jesús, los cristianos creen, la entrada no fue únicamente en la historia, sino en la carne; la presencia de Dios no era sólo representativa sino verdadera y completa.  Jesús era el Mesías completo del cual los mesías previos habían sido aproximaciones.  Pero el método era el mismo: Dios irrumpió en la historia en una persona de carne y hueso y ejerció su reino desde esa posición no pretenciosa en esa persona sin adornos...

       No es una soberanía impuesta en la historia o en los humanos; nos invade.  Comienza en el interior, no en el exterior.  Aquellos que abrazan este camino descubren... que el que está adentro es mayor que lo que está afuera." 
29-31

       Es un alivio saber que el que está con nosotros, y en nosotros, es mayor a cualquier potestad externa.  No importa si las apariencias son engañosas, Dios es, y será victorioso al final de los tiempos.

       Es probable que no lo parezca.  Es probable que parezca demasiado largo.  Pero podemos descansar seguros.  Rercodemos que las parábolas de Jesús acerca del reino no son instantáneas: masa que se leuda poco a poco, un arbusto de mostaza, etc.  Crecen lento, tanto que no nos percatamos a simple vista.


       Jesús, el Mesías, fue muerto en la cruz, pero la historia no termina ahí.  Esa es nuestra esperanza, no dejemos que el mundo exterior nos intimide, porque mayor es el que está en y con nosotros.

       En el nombre de quien es sobre todo nombre

Guillermo Bernáldez F.

       
       Saludos,

nos acercamos a la Semana Santa, y es tiempo de reflexión, ya sea que hayamos observado la cuaresma o no.  El tiempo que recordamos el sacrificio de Jesús, el ungido de Dios.  Desde un punto de vista humano, esto marcaría una derrota de Dios.  Sin embargo, Eugene Peterson nos hace ver que la forma en que Dios revela su plan no es como lo esperaríamos, de hecho raya en lo ridículo.  En su libro Answering God: the Psalms as Tools for Prayer (Respondiendo a Dios: los Salmos como herramientas para orar), nos muestra que los planes de Dios no siguen la lógica humana.  

       El mundo nos habla de poder, de influencia basada en la fuerza de carácter y en las habilidades innatas o adquiridas; Dios nos muestra su camino, el de la humildad, la sencillez, el servicio.  No resulta fácil comprenderlo, sólo a través de la oración Dios nos muestra cómo irrumpe en la historia de la humanidad.  

       Espero que lo encuentren edificante y traiga esperanza a los, y las lectoras.


       "El tema es aquí [Sal 1] es el tamaño: necesitamos un acto de imaginación que nos capacite para ver que el mundo de Dios es grande - mucho más grande que el mundo de reyes y príncipes, primeros ministros y presidentes, mucho más grande que los mundos que se reportan en los diarios y en la televisión, mucho más grande que el mundo descrito en los libros de físicos nucleares e historiadores de guerra.  Necesitamos una manera para imaginar - ver - que el mundo que Dios gobierna no es un pensamiento posterior a los mundos del mercado de valores, el lanzamiento de cohetes, y cumbres diplomáticas, sino que este mundo los contiene a todos.

        Hay mucho más aquí que simplemente afirmar la soberanía de Dios.  Necesitamos una forma convincente, útil, accesible para darnos cuenta de la grandeza de Dios en medio de un mundo que compite por su grandeza.  Si fallamos en este punto, la oración será atrofiada; oraremos minimizados y con miedo.  Nuestra oración será un llanto.

       El Salmo 2 da respuesta a nuestra necesidad presentándonos al Mesías.  El Mesías es la persona de Dios en la historia.  Dios no está dedicado exclusivamente al negocio de las almas, también está activo en las ciudades.  El Mesías es la invasión de Dios en lo secular, su entrada al mundo donde la gente va a la escuela, al trabajo, a la guerra, a Chicago.  Él entra - y entra en persona.  No sólo meditamos en su palabra en las escrituras, sino que toma forma en la historia y lo vemos en acción en una persona.

       Para muchas personas esto parece ridículo, que Dios, para desarrollas en nosotros un sentido de la inmensidad de su reino, que nos presente a un ser humano con un nombre ordinario (Saúl, David, Zorobabel), en un lugar de poca importancia (Sión), y lo llama 'mi hijo', y les da trabajos no espirituales como la construcción de caminos, la protección de ciudades y lidiar con emisarios de otros países.

       Las objeciones son inmediatas y atroces: 'Pero si crecimos juntos; conocemos a sus hermanos y hermanas, nos sentábamos al otro lado del salón en segundo grado y jugábamos a la pelota con él en los equipos de niños.  ¿No sería mejor colocar a nuestro intrépido mundo en su lugar promulgando resoluciones imponentes, poniendo en práctica grandes ideas  - verdad, amor, justicia - y por mera fuerza del pensamiento superar la vulgaridad de los gobernantes?  Si se requiere algo visible, ¿por qué no dar instrucciones para la construcción de un monumento que humille a la Esfinge, o planos para la construcción de un templo que llene la llanura?'

       Pero, Dios no hizo nada de eso en Israel.  Por el contrario, las personas eran seleccionadas y marcadas con aceite que se vertía sobre su cabeza como representantes de Dios para gobernar, y de esta forma eran transformados en mesías (los ungidos).  Israel estaba rodeada de potencias mundiales que alardeaban templos impresionantes, ejércitos despiadados, esculturas gigantescas y extensas bibliotecas.  Pero cuando el Señor quería mostrarles cómo su reinado era mayor de lo que ellos habían visto en sus vidas, Él ordenaba que algunos hombres fueran tomados de sus familias locales y ungidos.  Él los entrenaba para que vieran los lugares ordinarios y comunes como lugares en donde él establecía su reino y soberanía.  La gente miraba a otro lado temblando con asombro, o temor ante el mundo al que llamaban poderoso, Dios les enseñó a que, pacientemente vieran a Dios obrar en y a través del mesías, uno que había sido ungido.

       Lo extraordinario de este método ridículo es que funciona, al menos para aquellos que entran a través de la oración.  Siglos de práctica, viendo la invasión de Dios a este mundo a través de los mesías, alcanzó su conclusión cuando Jesús de Nazaret fue declarado el Mesías (en griego Christos, el "ungido").  Este Mesías parecía tan ridículo como los otros.  '¿Acaso no es éste Jesús, el hijo de José?' (Jn 6:42).  '¿Acaso de allí puede salir algo bueno?' (Jn 1:46).  Pero era verdad: Dios invadió la historia.  En Jesús, los cristianos creen, la entrada no fue únicamente en la historia, sino en la carne; la presencia de Dios no era sólo representativa sino verdadera y completa.  Jesús era el Mesías completo del cual los mesías previos habían sido aproximaciones.  Pero el método era el mismo: Dios irrumpió en la historia en una persona de carne y hueso y ejerció su reino desde esa posición no pretenciosa en esa persona sin adornos...

       No es una soberanía impuesta en la historia o en los humanos; nos invade.  Comienza en el interior, no en el exterior.  Aquellos que abrazan este camino descubren... que el que está adentro es mayor que lo que está afuera." 
29-31

       Es un alivio saber que el que está con nosotros, y en nosotros, es mayor a cualquier potestad externa.  No importa si las apariencias son engañosas, Dios es, y será victorioso al final de los tiempos.

       Es probable que no lo parezca.  Es probable que parezca demasiado largo.  Pero podemos descansar seguros.  Rercordemos que las parábolas de Jesús acerca del reino no son instantáneas: masa que se leuda poco a poco, un arbusto de mostaza, etc.  Crecen lento, tanto que no nos percatamos a simple vista.

       Jesús, el Mesías, fue muerto en la cruz, pero la historia no termina ahí.  Esa es nuestra esperanza, no dejemos que el mundo exterior nos intimide, porque mayor es el que está en y con nosotros.

       En el nombre de quien es sobre todo nombre

Guillermo Bernáldez F.

       

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