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diciembre 05, 2012

También por los que nos ofenden

Buen día, 

       Miroslav Volf se ha convertido recientemente en uno de mis autores cristianos favoritos.  Especialmente por su propuesta de paz y reconciliación.   El día de hoy les presento un fragmento de su libro The End of Memory (El fin de la memoria).  Un excelente libro para poder enfrentarnos a nosotros mismos con la realidad de lo difícil que es perdonar, especialmente cuando sabemos que la persona que nos lastima lo ha hecho con toda la intención de hacerlo.  


       Cuando Jesús nos enseña a orar, incluye la frase "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores" (Mt 6:12).  La pregunta que debemos preguntarnos es si verdaderamente los hemos perdonado.  Si no lo hemos hecho, las consecuencias a nuestra propia oración son aterradoras.

       Jesús vino al mundo para reconciliar a la humanidad consigo mismo.  Como sus seguidores no tenemos excusas para no buscar el perdón y la reconciliación con los demás, como Pablo lo indica en Romanos (12:18).  Volf nos hace ver qué implicaciones tan profundas tienen estas palabras: Dios ama también a aquellas personas que intencionalmente nos han lastimado, y también quiere que sean redimidas.  Si nosotros somos los que hemos ofendido, entonces podemos sentirnos seguros en el amor que nuestro Padre tiene por nosotros - y estamos obligados a reconocerlo y pedir que nos perdonen.  Espero que disfruten del texto. 

       "... Sin duda, la solidaridad con aquellos que sufren es un aspecto importante de la obra de Cristo en la cruz.  A través de las edades, los oprimidos y los necesitados han encontrado consuelo al pie de la cruz y esperanza frente a la tumba vacía.  Pero Cristo no murió únicamente en solidaridad con los que sufren, sino también como un sustituto por los ofensores.  Él murió por aquellos que hacen lo malo, los que causan sufrimiento - por los enemigos de Dios, el defensor de los oprimidos.  Además, se puede argumentar que en el Nuevo Testamento la sustitución es la dimensión dominante de la obra de Cristo y su solidaridad es resultado de subordinado de ella.  La memoria sagrada de la Pasión será defectuosa si sólo contiene el par "sufrimiento/salvación"  También debe incluir el par más dominante, "enemistad/reconciliación".

       Considera la explicación que el apóstol Pablo hace de la pasión en Rm 5, la culminación de un argumento largo que comenzó desde el principio de su carta.  En ese capítulo, Pablo escribe sólo de reconciliación con Dios, pero puede verse que el gran propósito es, también, la reconciliación entre las personas.  Porque hacia el final de la epístola, Pablo insiste que el abrazo de Dios a la humanidad provee de un modelo para que los seres humanos emulen como humanos (Rm 15:7).

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.  Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.  Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.  Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.  Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.  

       El amor es el centro de la narrativa de la muerte de Cristo que hace el apóstol Pablo.  Pero sorpresivamente, y hasta escandalosamente, el amor no es únicamente por las víctimas, sino también para los perpetradores - para aquellos que "no tienen poder" porque ellos fueron atrapados por las trampas de la "impiedad," aquellos que son injustos, "pecadores" que merecen la ira de Dios, "enemigos."  Por supuesto que esto no implica, en los textos de Pablo, que este amor no es para los que sufren.  Una mirada a sus instrucciones de cómo recordar la muerte de Cristo cuando se celebra la Cena del Señor, por ejemplo, revelará que Pablo considera una gran falta cuando el rico arrogante 'humilla a aquellos que no tienen nada' (1Co 11:22). Y aún así, en el corazón de su evangelio existe una convicción de que Dios ama a los injustos - los ama tanto que Cristo murió por ellos y en lugar de ellos.  Injusto - el tipo de persona que Pablo era antes de haber sido llamado a ser apóstol. Una persona muy piadosa pero profundamente equivocada.  Una persona que hace lo malo quien persiguió a la gente simplemente porque ellos adoraban a Jesús como el Mesías.  Y entonces el Dios de gracia encontró a éste el 'primero' de los pecadores en el camino a Damasco (Hc 9:1-19; 1Tim 1:15).


     Debemos tener cuidado de algunas de las interpretaciones de lo que significa que Cristo haya muerto por los insensatos - lo que los teólogos llaman su muerte 'sustitutiva' - son profundamente problemáticas.  Si vemos a Cristo como un tercero que está siendo castigado por los pecados de los transgresores, hemos errado.  Porque a diferencia de una deuda financiera, la responsabilidad moral no es transferible.  Pero Cristo no es un tercero.  Por su divinidad, Cristo es uno con Dios, con quien se está en deuda.  Por lo tanto es Dios quien a través de la muerte de Cristo lleva la carga de nuestras transgresiones contra Dios y nos libra de una retribución justa.  Pero dada la humanidad de Cristo, él también es uno con nosotros, los deudores, somos nosotros los que morimos en Cristo y así somos libres de la culpa.  La unidad de Cristo con el acreedor y los deudores sólo deja dos categorías de "actores" y así niega la noción del involucramiento de un tercero. 


       También erramos si creemos que el sufrimiento de Cristo de alguna manera fomenta la pasividad de la persona abusada para que acepte el abuso.  El mensaje de la cruz no es el de legitimar la "fuerza de la gente para servir en funciones que ordinariamente hubieran sido ocupadas por alguien más", como dice Dolores Williams.  La sustitución es un regalo iniciado y dado voluntariamente a los que hacen el mal por el que recibió la maldad - Jesús, y no es una carga de servicio colocada en un extraño.  Y es un obsequio que, lejos de señalar la pasividad en la aceptación del abuso, cuestiona de la forma más radical dicho abuso.  Porque condena la maldad al mismo tiempo que libera al que ejecuta la maldad, quien recibe el perdón con arrepentimiento, no sólo del castigo y la culpa, sino también del dominio de los actos malvados en sus vidas.

(115-117)


       Con frecuencia etiquetamos a los que nos han lastimado y olvidamos que Jesús los ama también.  Jesús también murió por ellos - si es que ellos lo reconocen como salvador.  Su deseo sigue siendo que nadie se pierda (Mt 8:14).  Si amamos a Dios, ese debería ser nuestro deseo también.  

       Todos somos pecadores, nadie es justo y nadie puede hacer algo para hacerse merecedor de el amor de Dios y de la salvación.  Cuando sabemos esto, podemos recordar que la gracia de Dios es para todos - y nosotros debemos reflejar esa gracia. 

Guillermo Bernáldez

noviembre 08, 2012

La Respuesta es Jesús

Saludos,

el pensamiento de esta semana es de un libro de Eric Metaxas titulado, Amazing Grace (Sublime Gracia) y subtitulado William Wilberforce y la heroica campaña para terminar con la esclavitud.  Y aunque el libro se enfoca en la vida y obra de William Wilberforce, la sección que he seleccionado se centra en la de George Whitefield.  La razón es que Whitefield fue una gran influencia en los tíos de William, y ellos a su vez lo fueron con el pequeño - con sus altas y sus bajas - que entonces vivía con ellos.

       Esta influencia trans-generacional - que en la Biblia es descrita como la responsabilidad de los padres a sus hijos de generación en generación - fue la que en esta historia va a dar como resultado la vida de un hombre que se alejaría de un mundo de corrupción y placeres, para entregarse desde su posición política a buscar una sociedad más justa y libre.  Wilberforce sería el personaje central en la erradicación del tráfico de esclavos y posteriormente en la abolición de la esclavitud.  Fue el primero a nivel mundial.  Antes de eso la esclavitud era una práctica común y se veía como algo natural que no debía cuestionarse.  A es como la fidelidad tanto del predicador, como de sus familiares, fueron herramientas que Dios utilizó en la extensión de su reino.  Que lo disfruten.
 

        "Aunque a [William] Wilberforce no le gustaba su nueva escuela, él pronto llegó a amar a su tía y su tío... sin duda ellos fueron su mayor influencia espiritual."

Metaxas continúa diciendo: 

        "Aunque los padres de [William] Wilberforce no lo sabían, el tío y la tía de Wilberforce estaban en el epicentro de un renacimiento espiritual en Inglaterra en esos días.  Ellos eran amigos cercanos de una de las grandes figuras del siglo XVIII, George Whitefield - la fuerza humana central detrás del gran terremoto social conocido como el Gran Despertar [Great Awakening], que transformara no solamente a Inglaterra, sino a las trece colonias del otro lado del Atlántico [lo que llegarían a ser los Estados Unidos de Norteamérica].  También eran amigos muy cercanos a John Newton, otro gran personaje que el mundo conoce ahora como el ex-capitán de un barco en el que traficaba esclavos y que escribiera el himno 'Sublime Gracia'...
         Vale la pena detenernos en Whitefield y el estado de la fe cristiana en Inglaterra a mediados del siglo XVIII.  Inglaterra había dado la espalda decididamente a cualquier expresión de lo que podríamos llamar cualquier creencia cristiana seria desde el tiempo de los puritanos y las guerras de las religiones del siglo anterior.  Esto los había llevado a muchas divisiones y violencia, la religión [el cristianismo] estaba en plena retirada.  Las iglesias de mediados del siglo XVIII en Inglaterra habían abandonado todo lo que representaba al cristianismo ortodoxo e histórico, y ahora predicaban un tipo de moralismo tibio que parecía presentar a la civilidad y a la preservación del status quo [la preservación de las cosas como están en el momento] como el summum bonnum [máximo bien].  Comprensiblemente, la gente dejó de ver a las iglesias como el lugar en donde encontrar las respuestas a sus preguntas más profundas, y una niebla de desesperanza y una brutal superstición en el espiritualismo entró en la tierra.  Los pobres, como siempre sucede, sufrían lo peor con estos cambios en la atmósfera religiosa en Inglaterra. 


       Pero tres jóvenes llegaron a la Universidad de Oxford en la década de 1730 y quienes cambiarían las cosas drástica y rápidamente.  John Wesley y su hermano Charles eran dos de ellos.  Ellos formaron un club llamado el Club Santo, cuyos miembros oraban abierta y fervorosamente.  Pronto fueron llamados 'Metodistas' para burlarse de ellos porque los estudiantes pensaban que ellos eran demasiado 'metódicos' en su forma de usar el tiempo.  El tercer miembro del trío, George Whitefield, pronto llegó a Oxford y se les unió.

        Después de algunos años, sucedió algo sorprendente.  Todas las exigentes doctrinas y sus grandes esfuerzos para ser 'santos' y 'morales' se desvanecieron cuando Whitefield se percató de algo que tendría gran impacto.  Notó que la Biblia no enseña que debemos esforzarnos más por llegar a ser perfectos y santos, en su lugar debemos abandonarnos a la gracia de Dios.  La perfección moral no era la respuesta; Jesús era la respuesta.  Jesús había sido perfectamente moral, además no se supone que nosotros debemos salvarnos a nosotros mismos.



       ...  Cuando Whitefield comenzó a predicar esta nueva revelación, la gente venía pronta de lejos y de cerca a escucharlo.  Él sólo tenía 22 años entonces.  Perturbando la vieja organización teológica de aquella época, Whitefield comenzó a predicar en el campo abierto para que más gente pudiera escucharlo, y multitudes que casi llegaban a 30,000 personas se reunían [si te parece imposible de creer, sigue leyendo].

       El fenómeno que George Whitefield representaba, es difícilmente concebible para la mente moderna.  Miles de personas fueron cambiadas a lo largo de Inglaterra.  Mineros amargados lloraban y cantaban, y las groseras esposas de pescadores saltaban de gozo.  Nadie había dicho a estas pobres personas lo que este hombre con voz de trompeta les decía ahora, pero era como si escucharan  algo que ellos siempre habían reconocido como verdad pero que habían olvidado.  Sus experiencias previas con la religión distaban mucho de ésta... Después de haber revuelto la campiña inglesa y dado esperanza, gozo y significado a la miserable vida de los pobres que venían a escucharlo, Whitefield abordó un barco... a las colonias en Estados Unidos... Whitefield cruzó el Atlántico trece veces durante su vida."

      ...

        "En las colonias en Estados Unidos, Whitefield predicó en los campos desde Maine [norte] hasta Georgia [sur] y con frecuencia hablaba a multitudes de 30,000 personas, también.  Tal logro sin el uso de un micrófono nos hace plantearnos muchas dudas... como Benjamin Franklin, siendo un buen escéptico del norte, sospechó que no podía ser cierto.  Cuando Whitefield fue a Philadelphia en 1739, Franklin - siempre empiricista - decidió caminar alrededor de la multitud y medirlo por sí mismo.  Después de haber completado al gran circuito, Franklin estimó que de hecho, había allí no menos de 20,000 personas,  y agregó que él siempre había estado escuchando la voz de Whitefield."
 (6-9)

       Whitefield y Wilberforce nunca llegaron a conocerse en persona.  Es más, Whitefield no supo de los alcances de la obra de Wilberforce.  Sin embargo su fidelidad y la de otros dieron su fruto a su tiempo.  En nuestras sociedades en las que las personas esperan resultados inmediatos, nos debe alentar a la fidelidad, aunque no logremos ver los resultados. 

       Cabe también resaltar que en la búsqueda de la voluntad de Dios, no siempre se acierta en la primera oportunidad.  Cuando la búsqueda es sincera y se está dispuesto a reconocer que uno no es infalible, Dios lo usa para que podamos crecer en nuestro entendimiento de él mismo.  Especialmente cuando se trata de la gracia - cuando logramos entender que no se trata de cuánto me esfuerzo y logro, sino del gran amor de Dios.  No se trata de reglas, ni de apariencias, ni de impresionar a nadie.  Dios nos ama como somos: pecadores.  Y sólo cuando reconocemos esto, lograremos entender cuán profundo es su amor por cada uno de nosotros. 


       Si bien la vida de Whitefield es impresionante, no fue resultado de conocer la gracia.  Ya no sentía que era un requisito para que Dios lo amara más.  Ese debe ser el centro de nuestro accionar: la motivación como respuesta al amor de Dios.  Y cuando lo compartió con otros, trajo mucho gozo y cambios.... todos como respuesta al gran amor de nuestro Padre.  Porque como bien dice Metaxas, la respuesta no somos nosotros, sino Jesús.

Guillermo Bernáldez. 

septiembre 25, 2012

También yo soy Jim

        Hola,

el tema de esta ocasión es la libertad.  La mayoría de los que seguimos a Jesús proclamamos de la libertad que él nos ha dado.  Decimos "Soy libre", pero muchas veces sabemos que solo pretendemos serlo, porque algo dentro de nosotros nos dice que no lo somos en realidad.  Sabemos que siempre hay alguien listo para observar - y hacer público - cualquier pecado o apariencia de él en nuestras vidas.  Otras veces, somos nosotros los que estamos listos para hacerlo.

       Con frecuencia, amigos que no son seguidores de Jesús me preguntan "¿Acaso no son mejores ustedes?" o también preguntan "¿No se supone que ustedes son diferentes?"  La respuesta es clara: NO SOMOS MEJORES.  Si somos algo, es por Jesús, no por nosotros mismos.  No es el esfuerzo de cada uno, es el Espíritu quien nos debe motivar a hacer las cosas - o dejar de hacerlas, si es que son pecaminosas.  Pero aun nuestras mejores acciones son como trapos sucios delante de Dios (Is 64:6).  Sin embargo, seguimos pretendiendo.  Esa es la razón por la que nos preguntan por qué no somos mejores. 

       Steve Brown, en su libro A Scandalous Freedom nos habla de esta realidad tan triste y al mismo tiempo, propone la forma para ser libres: la honestidad de nuestra pecaminosidad.  La intención no es tomar una actitud cínica frente al pecado y dar licencia a todo lo que queramos hacer, sino a una reflexión que nos lleve a entender que en todo momento necesitamos de Jesús.  Y también, que Dios nos ama tal y como somos.  No tenemos que hacer nada para ganarnos su amor, y no hay nada que podamos hacer que lo hagan desistir de ese amor por nosotros.  Que lo disfruten.

       "¿Alguna vez has notado cómo los cristianos tan entusiasmadamente de otro cristiano que ha caído teológicamente, espiritualmente, o moralmente?  Toma por ejemplo la caída de Jim Bakker.

       He entrevistado al reverendo Bakker en un par de oportunidades.  Lo más interesante de él no es él mismo, sino la reacción de la comunidad cristiana hacia él.  Cuando nadie sabía de su pecado, todo tipo de líderes evangélicos procuraban aparecer en su programa televisivo.   Cuando supimos que Jim Bakker había estado haciendo algunas cosas muy malas, nos apresurábamos a decirles a nuestros amigos no creyentes que Bakker no era un cristiano 'como nosotros.'  Queríamos distanciarnos lo más posible de Bakker.

       Tengo un amigo predicador que, poco tiempo después de la caída de Bakker y para el horror de aquellos que lo escucharon, predicó un sermón que tituló 'Yo soy Jim Bakker.'  Él enfatizó que 'esa frase era fidedigna y merecía ser aceptada, que Cristo Jesús vino al mundo vino a este mundo a salvar a pecadores, de los cuales yo soy el primero.'  Él insistió que ningún cristiano  podría hablar como si fuera ajeno a la raza humana.  La esposa de mi amigo predicador me dijo que ella deseaba que él no hubiera predicado ese sermón porque, dijo ella, medio en broma, 'Ahora todos piensan que mi esposo está haciendo las mismas cosas.'

       Déjame decirte algo interesante que Jim Bakker dijo en mi programa de televisión, The Late Steve Brown Show.  Estábamos discutiendo del tiempo que pasó en la prisión y qué tan difícil había sido.  Yo dije que la parte más difícil de toda la experiencia debió haber sido  el sentimiento de vergüenza y deshonra que debió haber sentido.  Él sonrió y admitió que había sido muy difícil.  Y entonces dijo algo profundo: 'Steve,' dijo, 'estoy contento de que todo esto haya pasado.  Ahora puedo ir a cualquier lugar y estar con cualquier persona en cualquier parte del mundo, y a nadie le preocupa.  Puedo ir a cualquier bar - con cualquier círculo de marginados sociales - y nadie me dice que tengo que tener cuidado porque la 'gente puede hablar' y que eso 'arruinaría mi reputación.'  La gente ya habló, y ya no tengo ninguna reputación que puede ser lastimada.  Ya no importa.  ¡Soy libre!'


       ¿No es maravilloso?  Jim Bakker sabía que ya no tenía que pretender ser alguien bueno.  Él sabía que él era un pecador.  Ya no tenía que usar esa máscara tonta.

        Alguien dijo que había que bendecir a aquellos que nos maldicen porque, en primer lugar, ellos pueden estar en lo cierto, y en segundo lugar, piensa qué dirían si ellos supieran toda la verdad.  Si más cristianos reconocieran esa verdad, seríamos peligrosos... y seríamos increíblemente libres. 
(154-155)

        Yo también soy Jim Bakker.  No que haya hecho exactamente lo mismo que Jim, sino que soy pecador y por lo tanto estoy separado de Dios.  Y no estoy solo, el texto dice literalmente "todos pecaron"(Rom 3:23).  Aunque todos lo sabemos, aun así pretendemos que somos mejores.  Nos separamos de los "pecadores" y se nos olvida que nosotros también lo somos.  


       Es lamentable que este tipo de actitud merme el impacto del reino de Dios; que preferimos aislarnos, encerrarnos cuando podemos gozar de la libertad que hemos recibido por gracia.  Esa es la invitación: deja de pretender, deja de señalar, sé libre.

       En la libertad que nuestro Padre nos da

Guillermo Bernáldez

agosto 30, 2012

No Quiero Hacer Esta Oración

       Saludos,

la lectura de esta semana ha sido muy desafiante para mí.  Me ha ayudado a darme cuenta qué tanto he racionalizado mis pecados.  Me da miedo orar de la manera en la que sugiere Oswald Chambers en su excelente libro "The Servant as his Lord" (El Siervo como su Maestro).  

       Una lectura definitivamente desafiante para aquellas personas que quieren descubrir, por un lado, lo extremadamente difícil que es vivir en el tipo de santidad que Dios requiere y juzga, y por el otro, la profundidad y extensión de su gracia y amor.  Es posible que uno piense que vive por vivir una vida sin alteraciones o "grandes pecados", uno ya está viviendo conforme a la voluntad de Dios.  ¿Será cierto?

       He escuchado a algunas personas - algunos pastores incluidos - que creen que han logrado vivir una santidad perfecta.  Cuando los he escuchado me pregunto, "entonces, ¿para qué quieren a Jesús?  Ya no lo necesitan."
 Imagino que esta oración les daría una perspectiva más profunda de la pecaminosidad del corazón de las personas.  Que lo disfruten.

       "Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos..." Sal 139:23-24 [sic]

       "Encontrar un persona sincera es mucho más difícil de que uno pudiera suponer.  Nadie, sólo un tonto un alma sincera diría esta oración - 'Examíname, oh Dios, sondéame totalmente hasta lo más profundo, hasta las más íntimo de mis pensamientos e imaginación.  Escrutíname una y otra vez hasta que yo sepa que me conoces tan absolutamente, que pueda ser salvo de mis propios caminos y llevado al tuyo.'  Cualquier persona que hace esta oración, tendrá respuesta. 

       El Salmo 139 establece delante de nosotros la experiencia más profunda de la vida de una persona con Dios.  Es un momento maravilloso en la vida de una persona cuando ella sabe que es explorada por Dios.  La tendencia introspectiva en nosotros que nos hace querer examinarnos a nosotros mismos y conocer lo que fluye de nuestros pensamientos y motiva nuestro corazón toma la forma de una oración con el salmista.  Él habla de Dios como el Creador de un vasto universo fuera de él, de su omnipotencia y omnipresencia, pero él no termina ahí.  Existe algo infinitamente más misterioso para el salmista que el universo fuera de él, y ese es el misterio de su propia alma.  'Existen cimas de montañas en mi alma que no puedo escalar, profundidades oceánicas que no puedo sondear; existen posibilidades dentro que me aterran, por lo tanto, examíname, oh Dios.'  Eso es una intercesión introspectiva. 

       Debemos vivir siendo examinados por Dios, y si quieres saber cómo es el escrutinio de Dios, escucha a Jesús: 'Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos...', y le sigue un escabroso catálogo de cosas que pocos de nosotros conocemos en nuestra vida consciente, y por lo tanto nos sentimos indignados y resentidos por el diagnóstico de Jesús - 'Yo nunca me he sentido como un homicida, o un adúltero, por lo tanto esas cosas no pueden estar en mí.'  Hablar de esta forma es una prueba de qué tan grave es nuestra ignorancia acerca de nosotros mismos.  Si preferimos confiar en nuestra inocencia ignorante que pasar el veredicto del único Maestro del corazón humano que existe, le estamos diciendo que él no sabe de lo que está hablando.  Lo único correcto por hacer es escuchar a Jesús y entonces entregar nuestros corazones a Dios para que los examine y los guarde, y llenos del Espíritu Santo, entonces lo maravilloso es que nunca necesitaremos saber por experiencia la verdad de la revelación de Jesús acerca del corazón humano.  Pero si confiamos en nuestra propia justicia y sabiduría, puede ocurrir una erupción en nuestra vida personal y descubriremos con horror indescriptible que lo que Jesús dijo es aterradoramente verdad.

       ... el apóstol Pablo estuvo en la cruz de Cristo y ahí aprendió un secreto que le hizo decir - 'jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo' (Ga 6:14), porque es por medio de esa cruz que Jesús puede presentarnos sin mancha ante el trono de Dios...  Ese es el significado de la expiación en lo que se refiere a nuestra experiencia personal; ninguna persona lo hace si no es por la soberana gracia de Dios.  Si no hemos entendido el significado del tremendo aspecto moral de la expiación es porque nunca hemos hecho esa oración ' Examíname, oh Dios'.  ¿Somos lo suficientemente sinceros para pedirle a Dios que nos examine, y lo sinceramente honestos para someternos a lo que arroje tal examen?
(46-50)

       No he podido sacarme de la cabeza esta sección del libro.  Es un gran desafío.  Hay momentos en los que quiero hacer la oración y no puedo... de eso, también tengo que arrepentirme y pedir perdón.  Pero también entiendo el gran amor que Dios tiene por cada uno de nosotros; el amor que tiene por mí, un pecador.


        Jesús dijo que la persona a la que se le perdona mucho, ama mucho como consecuencia (Lc 7:47), por eso te invito a que aunque tu deseo sea hacer caso omiso de la invitación de Chambers, hagas la oración.  Si bien es terrible tener que enfrentar la propia pecaminosidad, hay un gran alivio y gozo en el perdón de nuestro Padre amoroso.

       En la gracia de nuestro Padre, 

Guillermo Bernáldez