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mayo 24, 2011

Amar es Sacrificarse por los otros


Saludos,

El pensamiento para esta semana es acerca del amor que Dios, a través de su Santo Espíritu genera en cada uno de sus hijos e hijas. Sin lugar a dudas los medios masivos de comunicación han distorsionado el concepto del amor que enseña Dios a través de la Biblia.

Andrew Murray, en el primer capítulo de su libro Absolute Surrender (Rendición Absoluta) nos recuerda una y otra vez que "el amor es fruto del Espíritu." Esto es muy pertinente especialmente ahora en que el egocentrismo y el egoísmo son vistos como algo normal y hasta saludable. Cuando leí este texto recordé las palabras de Jesús acerca del amor que da la vida por sus amigos, y lo califica como el amor más grande que existe (Ju 15:13). Que lo disfruten.

"El Yo es la gran maldición, ya sea en su relación con Dios, con nuestros semejantes en general, o con otros cristianos, pensando en nosotros mismos y buscando nuestro propio bien. El Yo es la mayor maldición. Pero, gracias a Dios, Cristo vino a redimirnos de el Yo. Algunas veces pensamos en la salvación de la vida del Yo - y gracias a Dios por cada palabra que puede decirse al respecto para ayudarnos. Pero me temo que algunas personas piensan que la salvación de la vida del Yo significa que desde ahora no van a tener ningún problema para servir a Dios. Olvidan que la salvación de la vida del Yo significa ser un vaso rebosante de amor hacia todos durante todo el día.

Y esa es la razón por la que muchas personas que oran por el poder del Espíritu Santo, reciben algo, pero ¡oh, tan poco! porque ellos oran por el poder para trabajar, y poder para ser de bendición, pero ellos no han orado por el poder para una salvación completa del Yo....

En ocasiones, muchos de nosotros tratamos de orar. Nos esforzamos para amar, y no digo que esto esté mal. Pero el resultado siempre es muy triste. 'Fallo continuamente,' deben confesar muchos. Y ¿cuál es la razón? La razón simplemente es - ellos nunca han aprendido a creer y aceptar que el Espíritu Santo puede verter el amor de Dios en su corazón. El bendito texto ha sido frecuentemente limitado! - 'Dios ha derramado su amor en nuestro corazón' (Rom 5:5). Generalmente se ha entendido así: El amor de Dios hacia mí. ¡Oh, qué limitación! Ése es sólo el principio. El amor de Dios siempre es el amor de Dios en su totalidad, en su plenitud como su poder que nos habita. Es un amor de Dios hacia mí que abunda y regresa a Él en amor, y sobreabunda hacia mis semejantes en amor - el amor de Dios hacia mí, y mi amor a Dios, y mi amor a mis semejantes. Los tres son uno; y no pueden ser separados."

Murray continúa preguntando:

¿Por qué una oveja siempre es mansa? Porque ésa es su naturaleza. ¿Se tiene que esforzar la oveja para ser mansa? No. ¿Por qué le es tan fácil? Ésa es su naturaleza. Y un lobo - ¿por qué un lobo no tiene que esforzarse para ser cruel, y clavar sus colmillos en la pobre oveja? Porque ésa es su naturaleza. El lobo no tiene que acumular agallas; ahí está la naturaleza del lobo.

¿Y cómo puedo aprender a amar? No puedo aprender a amar hasta que el Espíritu de Dios llene mi corazón del amor de Dios, y así yo comience a desear el amor de Dios de una manera muy diferente al que hasta ahora he deseado de una manera egoísta - como comodidad, gozo, y placer para mí mismo. No lo puedo aprender hasta que me de cuenta que 'Dios es amor' y a declararlo y recibirlo como un poder de auto-sacrificio. No puedo amar hasta que comience a ver que mi gloria y mi bendición es ser como Dios y como Cristo, en dar todo lo que tengo por mis semejantes. ¡Quiera Dios enseñarnos esto! ¡Oh, la divina bendición del amor con el que el Espíritu Santo puede llenar nuestros corazones! 'El fruto del Espíritu es amor.'"
(28-30)

Personalmente me cuesta trabajo pensar en los otros antes que en mí mismo. Digo que amo a las personas. Y creo que lo digo honestamente, pero cuando llega el momento de elegir entre sacrificarme o disfrutar, mi respuesta generalmente muestra que me doy prioridad a mí mismo. Vivimos en un tiempo en el que es muy común escuchar frases como "lo más importante eres tú", "realízate", etc. Ellas sólo refuerzan el amor propio, que no digo que sea malo en sí mismo. Pero muchas veces ese amor se limita a mí mismo. Pensar en el auto-sacrificio es algo que muchas veces no pasa por mi mente.


Entiendo que la gracia de Dios cubre estas deficiencias y otras muchas más, pero no deja de ser un punto en el que debo poner atención... mucha atención.

Espero que podamos mostrar el amor con el que Dios nos ha bendecido.

Guillermo Bernáldez

mayo 17, 2011

La Ley de Dios

Buen día,

la cita para pensar, o meditar, esta semana es de uno de mis profesores favoritos en el seminario: Mark D. Futato. Su amor por Dios y por las personas hizo de sus clases de Antiguo Testamento y Hebreo algo más que sólo teoría - una experiencia que nos invitaba a vivir de la misma forma.
Su libro
Transformed by Praise (Transformado por la Alabanza) se enfoca en el mensaje y el propósito de los Salmos. Es un libro bastante accesible y al mismo tiempo profundo - algo que Mark hace muy bien.

El tema central es la
ley de Dios. Mark nos hace ver que la palabra ley viene de la palabra hebrea torah, pero que "todos los diccionarios de hebreo listan esta palabra como enseñanza o instrucción, también y aun antes de la palabra ley. Además el verbo relacionado con el sustantivo torah significa 'enseñar' o 'instruir.'" Mark concluye que "torah significó en primer lugar 'instrucción' para luego pasar a significar 'instrucción establecida' o 'ley.'" Menciono esto para que no se confunda contenido de esta cita como una apología de la ley como un medio para alcanzar la salvación. No, el tema tiene que ver con el propósito que Dios tiene en la ley que nos ha dado a través de la Biblia.

Otra observación que quiero hacer es que la liga del Salmo 112 está en la Versión Reina-Valera Contemporánea (RVC). Siempre he preferido usar la Nueva Versión Internacional (NVI), pero la edición de la NVI es confusa porque el alfabeto hebreo aparece junto al texto del salmo y prefiero dar prioridad a la claridad. Después de esta larga introducción, espero que disfruten de la cita.

"La instrucción y el deleite no siempre van juntos en las mentes de las personas, pero ellas iban de la mano en las mentes de los salmistas [recuerda que el libro de los Salmos fue escrito por varias personas además de David - Asaf, los hijos de Coré, Salomón, etc.]. El Salmo 1:2 prepara el escenario cuando dice que 'en la ley (la instrucción) del Señor se deleita.' La bienaventuranza del Salmo 1 es también, ..., el mismo tema del Salmo 112, y el Salmo 112:1 nos conduce a deleitarnos en la instrucción de Dios,

Dichoso el hombre que teme al Señor,
el que halla gran deleite en sus mandamientos. (NVI)

Este deleite en la instrucción de Dios corre como un hilo de oro a través del Salmo 119. En este Salmo se dice nueve veces que la instrucción de Dios es nuestro deleite (vv. 16, 24, 35, 47, 70, 77, 92, 143, 174). Y nueve veces se menciona que la instrucción de Dios es el objeto de nuestro amor (vv. 47, 48, 97, 113, 119, 127, 159, 163, 167). Nos deleitamos en la instrucción de Dios porque la amamos (Sal 119:47), y la amamos porque, entre otras razones, sabemos que su instrucción es el camino a la vida y a la paz (Sal 119:77, 165). Vivir y mantener las instrucciones de Dios es el camino a la vida abundante.

El bienestar y el éxito de los que habla el Salmo 1 vienen a nosotros a través de nuestro deleite en la instrucción de Dios. Josué 1:8 dice, 'Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; ... Así prosperarás y tendrás éxito.' Es nuestro deleite porque nos guía al éxito y a la bendición (ve también 1 Cr 22:13).

Así los Salmos nos envían un llamado a deleitarnos en la instrucción de Dios. Su instrucción es buena. y es para nuestro propio beneficio. Su instrucción no nos limita ni nos restringe. La Biblia no dice que conoceremos la verdad y la verdad nos limitará y nos restringirá de alcanzar todo tu potencial en esta vida. En lugar de eso dice 'y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres' (Juan 8:32). Libre para vivir. Libre para alcanzar tu propósito divino. Libre para experimentar la vida abundante que Jesús vino a darnos.

Este deleite en la instrucción de Dios tiene un lado emocional. El deleitarse en la instrucción de Dios es el disfrutar esa instrucción, como dice el Salmo 119:111:

Tus estatutos son mi herencia permanente;
son el regocijo de mi corazón.

Además de esto, el deleite en la instrucción de Dios tiene un lado práctico. Un efecto práctico de deleitarnos en la instrucción de Dios es el hábito de meditar en esa instrucción..."
(86-87)

La palabra ley dentro del cristianismo no siempre tiene una buena aceptación porque nos remite al legalismo, al fariseísmo, etc. Sin embargo el entendimiento de esta palabra como lo que Dios nos enseña a hacer nos permite entender estos textos de una forma más clara. Es por eso que podemos alegrarnos y regocijarnos en ella. Pero debemos tener cuidado de hacerlo con la motivación correcta: amar y glorificar a Dios y no por conveniencia. Es cierto que Dios nos promete éxito y bendición, pero primero debemos buscar el reino de Dios y su justicia.

También debemos recordar que las palabras bendición y éxito en la Biblia no son necesariamente lo que el mundo piensa de ellas. Jesús es el bendito de Dios y su vida en estándares humanos occidentales contemporáneos dista mucho de ello. Ni siquiera tenía un lugar para dormir - ni pensar en casas, posesiones, tarjetas oro y platino, tampoco gozaba de ser miembro VIP, excepto para Dios y los rechazados.


Nos gusta pensar que amamos la Palabra de Dios y su instrucción. Pero Mark está en lo correcto, la forma de asegurarnos que esto es cierto es el tiempo que dedicamos a meditar en ella. No una lectura apresurada - tal vez para cumplir con objetivos como leerla en un año o algo así - sino de separar un tiempo específico para adentrarnos en su estudio y meditación.

Como en otros pensamientos, esto es algo que yo mismo tengo que disciplinarme ¿y tú?

Guillermo Bernáldez

mayo 10, 2011

Experimentando la Gracia


Buenos días,

si bien la cita para hoy viene de un libro para predicadores, no tenemos excusa para pensar que no tiene algo que decirnos, porque la gran comisión es una ordenanza universal. Así es que me tomaré la libertad de cambiar las palabras predicador/predicación para facilitar su lectura. Cada vez que lo haga, marcaré la palabra con
cursiva para los que les interese saber con exactitud dónde hago los cambios.

Bryan Chapell fue profesor de homilética, decano y más recientemente presidente de Covenant Theological Seminary. También es el autor de Christ-centered Preaching (Predicación Cristo-céntrica). Éste es un excelente libro que nos recuerda que nuestra labor cuando comunicamos las buenas nuevas no debe enfocarse en cambiar el sistema social en el que estamos inmersos, ni el cambiar las actitudes morales de las personas (no estoy diciendo que no deban tratarse ni confrontarse, simplemente no deben ser el centro del mensaje), sino en Jesucristo y su obra redentora. Chapell nos recuerda la importancia de siempre tener en cuenta la gracia. Espero que lo disfruten.

"... El esfuerzo no produce santidad. La justicia propia y el amor sacrificial nunca son productos auto-inducidos. Los intentos para conformar nuestro carácter a los requerimientos de Dios a través de nuestras acciones es tan arrogante como el intentar salvar nuestras almas por nuestros talentos. Los comunicadores poderosos deben conocer muy bien la gracia que su propio carácter necesita.

No importa qué tan grandes sean tus cualidades, no vas a ser capaz de guiar a otras personas más cerca de Dios si tu corazón refleja el trabajo continuo del Salvador en tu vida. Un ministerio enfocado en la gracia reconoce el arrepentimiento que nuestras oraciones deben expresar consistentemente, confiesa la ayuda divina que nos fortalece en las decisiones que tomamos, obedece a Dios en gratitud por el perdón que Jesús provee, expresa la humildad apropiada para otros pecadores como nosotros, exuda el gozo de la salvación sólo por medio de la fe, y refleja el Amor que demanda nuestras almas y acepta nuestro servicio sin ningún mérito de nuestra parte. La presentación del evangelio sin enfocarse en la gracia se concentra en los medios para ganar la aceptación divina, las pruebas de justicia personal, y las comparaciones con los que son menos santos que nosotros.

La necesidad de la gracia en una presentación del evangelio inevitablemente apunta a tanto al locutor como al escucha a la obra de Cristo como el único centro apropiado para nuestro mensaje. Los mensajes no deben ser meramente evangelísticos o limitados a los relatos de los evangelios. Sino que considera que toda la Escritura revela el plan redentor de Dios...

... La gracia mantiene nuestro carácter fiel a Dios, y nuestras palabras fieles a las Escrituras...."
(30-31)

Para los que hemos asistido a una iglesia por cierto tiempo escuchar de la gracia es, generalmente algo común. Sin embargo, como varios autores han señalado, desgraciadamente es más fácil y hasta común hablar de la gracia, que aceptarla de forma práctica.

Nuestra salvación no depende de lo que hagamos o dejemos de hacer. Esto no quiere decir que no importa lo que hagamos, y tampoco quiere decir que las buenas obras no tengan valor. Sí lo tienen. Pero las buenas obras son el resultado de nuestra nueva relación con Dios y no un requisito para estar bien con Él.

La gracia es ese regalo maravilloso por parte de Dios que nos hace verdaderamente libres para disfrutar de nuestra relación con Dios y con los demás. Y al compartir este gran mensaje, nos permite transmitirlo sin condiciones, sin forzar nuestra forma de hacer las cosas en los demás. Nos libera de la presión de sentir que nosotros somos los que tenemos la responsabilidad de cambiar o convencer a las personas. Tenemos la responsabilidad de compartir la buenas noticias, pero Dios es quien transforma las vidas.


¿Has escuchado de la gracia? ¿La has experimentado? Si lo has hecho, ¡no vas a poder dejar de experimentarla y vas a querer que más personas la experimenten! ¿La has experimentado?

Guillermo Bernáldez

mayo 04, 2011

Lo que el Compositor tenía en Mente



Saludos,

Después de un par de semanas de ausencia estoy de regreso. La mudanza familiar de Argentina a México y la hospitalización de papá me han mantenido muy ocupado. Aquí la cita de esta semana.

En su libro
Church: Why Bother? (Iglesia: ¿Por qué preocuparse?), Philip Yancey relata cómo a pesar de haber crecido dentro de una iglesia con el tiempo se sintió incómodo dentro de ella y con el tiempo dejó de asistir a ella. Esta no es una historia aislada; muchas personas comparten este tipo de sentimiento - las razones pueden ser muchas y variadas. Hasta es posible que algunas sean legítimas.

Yancey nos hace ver que con todos los defectos que la iglesia tiene, es ella el instrumento que Dios escogió para comunicar y propagar su mensaje, aún sabiendo los riesgos que esto implicaba. Que lo disfruten.


"C. S. Lewis escribió que Dios 'parece no hacer nada Él mismo cuando puede delegarlo a sus criaturas. Él nos ordena que hagamos lenta y torpemente lo que Él puede hacer perfectamente y en un parpadeo.' No hay mejor ilustración de este principio que la Iglesia de Jesús, el Cristo, a la que Dios le ha delegado la tarea de encarnar la presencia de Dios en el mundo. Todos nuestros esfuerzos son ejemplos de lo que Dios nos ha delegado.

Cada padre conoce algo acerca de delegar, con todos sus gozos y decepciones. La niña que da sus primeros pasos, se detiene, se suelta y cae, luego lucha por ponerse de pie para intentarlo nuevamente. Nadie ha descubierto otra forma de aprender a caminar.

Sí, la iglesia falla en su misión y comete graves errores precisamente porque la iglesia está compuesta por seres humanos quienes nunca pueden alcanzar la perfección de Dios. Ese es el riesgo que Dios tomó. Cualquiera que entra en la iglesia esperando perfección no entiende la naturaleza del riesgo o de la naturaleza humana. De la misma manera que cualquier romántico llega al punto en el que se da cuenta que el matrimonio es el principio y no el fin; aprende el esfuerzo necesario para que el amor funcione, cada cristiano debe aprender que la iglesia también es sólo el principio.

El compositor Igor Stravinsky escribió una vez una nueva pieza que contenía una parte difícil de violín. Después de varias semanas de ensayos el violinista que hacía el solo fue con Stravinsky y le dijo que él no podía ejecutar esa parte. Que él había hecho su mejor esfuerzo pero que esa parte era demasiado difícil, de hecho dijo que era imposible ejecutarla. Stravinsky respondió, 'Entiendo eso. Lo que yo quiero es el sonido de alguien que está intentando ejecutarlo.' Es posible que Dios haya tenido en mente algo similar con la iglesia.

Recuerdo haber escuchado una ilustración similar a Earl Palmer, un pastor que estaba defendiendo la iglesia de sus críticos, los que la despreciaban por su hipocrecía, sus fallas, y su incapacidad de alcanzar los elevados estándares del Nuevo Testamento. Palmer,..., escogió deliberadamente una comunidad conocida por su nada sofisticada cultura.

'Cuando la orquesta de la Escuela Milpitas intenta ejecutar la Novena Sinfonía de Beethoven, el resultado es espantoso,' dijo Palmer. 'No me sorprendería si durante su ejecución el viejo Ludwig se retorciera en su tumba a pesar de su sordera. Ustedes pueden preguntarse '¿Por qué preocuparse?' ¿Por qué afligir a esos pobres niños con la terrible carga de intentar tocar lo que el inmortal Beethoven tenía en mente? Ni siquiera la gran Orquesta Sinfónica de Chicago es capaz de alcanzar tal perfección.

'Mi respuesta es esta: La orquesta de la Escuela Milpitas va a permitir que algunas de las personas entre su auditorio tengan la única oportunidad de escuchar la gran Novena Sinfonía. Lejos de que sea perfecta, es sin embargo, la única oportunidad que ellos escuchen el 'mensaje de Beethoven.'

Con frecuencia recuerdo la analogía de Earl Palmer cada vez que me siento incómodo en un servicio en la iglesia. Aunque nunca alcance lo que el compositor tenía en mente, no existe otra forma para que esos sonidos se escuchen en la tierra."
(98-100)

La iglesia, es decir nosotros que somos la iglesia, tenemos esta gran responsabilidad de transmitir este mensaje de esperanza con palabras y con acciones. Nunca vamos a ser perfectos, pero probablemente somos la única oportunidad que muchos tendrán para escucharlo.

Leer este libro de Yancey me llena de emoción y de esperanza. ¡Qué privilegio ser parte del plan de Dios! ¡Qué alivio que no tenemos que ser perfectos (y no se piense que esto no es una apología para la mediocridad)!


Espero que podamos ser - con todas las limitaciones que el ser humanos nos impone - una iglesia que glorifique el nombre de nuestro Padre y que se esfuerce por transmitir el mensaje del evangelio - las buenas noticias - con amor y pasión. Que Dios, a través de su Espíritu nos capacite y nos aliente.

Guillermo Bernáldez