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marzo 17, 2016

El Cuidado de Dios

     Buen día,

Dios promete que cuidarnos siempre, su ángel acampa alrededor de los que le tememos (Sal 34:7).   Sin embargo, existen ocasiones en las que uno siente que Dios está distante y ajeno a lo que nos pasa.  Por más cierto que parezca, esto no es real.  No se debe a que Dios esté lejos, sino que Dios está trabajando de maneras que nos es imposible percatarnos.

     R. Kent Hughes, en su comentario al Evangelio de Marcos, "Mark - Jesus, Servant and Savior" (Marcos - Jesús, siervo y salvador) cita una historia que se había publicado muchos años antes, Moody Monthly (1926).  Hughes no menciona al autor, pero la historia es fascinante. 

     Lo escrito por Hughes está en el azul tradicional en este blog, y la historia que cita, en azul más oscuro.  Espero que la disfruten.

     "La revista Moody Monthly (Moody Mensual) se ha reimpreso desde que publicó su primer artículo en 1926, una historia que para mí se ha convertido en uno de los ejemplos más bellos del poder de Dios para proteger a sus hijos.  Ira Sankey era co-evangelista, solista y director de música para D. L. Moody.  Su asociación comenzó en 1870, cuando Moody lo escuchó cantar en una convención de escuela dominical, y continuó a lo largo de un cuarto de siglo.  En realidad, ésta despegó en 1873 cuando ellos organizaron campañas evangelísticas increíblemente exitosas por dos años en Edimburgo, Glasgow y Londres.  Cuando ellos regresaron a los Estados Unidos en 1875, ellos se habían convertido en figuras internacionales. 


     Era Noche Buena, 1875, y Sankey estaba viajando en un barco de vapor en el Río Delaware.  Era una noche estrellada maravillosa, y muchos pasajeros estaban en la cubierta y animaban al famoso evangelista para que cantara.  Sankey, que se encontraba recargado en uno de los tubos del barco mirando las estrellas mientras oraba en silencio, accedió y quería cantar una canción navideña, sin embargo, algo lo instó a cantar 'Salvador, guíanos como un pastor' de William Bradbury.

     Había un silencio profundo al tiempo que su voz de barítono flotaba a través del río esa Noche Buena.  Cuando terminó, un hombre salió de entre las sombras y dijo: '¿Alguna vez sirvió usted en el Ejército de la Unión?'
     'Sí,' contestó el Sr. Sankey, 'en la primavera de 1860'.
    

 '¿Recuerda si usted estaba de guardia en una noche de luna muy brillante en 1862?'
     'Sí,' contestó el Sr. Sankey, muy sorprendido. 
     'Yo también, pero yo servía al Ejército Confederado.  Cuando lo vi parado en su puesto, levanté mi mosquetón y apunté.  Yo estaba en las sombras, completamente oculto, mientras que la luz de la luna lo iluminaba a usted.  En ese momento, igual que hace apenas un momento, usted levantó los ojos al cielo y comenzó a cantar.  Pensé, 'Voy a dejar que termine esta canción.  Puedo dispararle después...  Pero la canción que cantó entonces, es la misma que acaba de cantar.  Escuché las palabras claramente: 'Somos tuyos, porque te hiciste nuestro amigo.  Sé el guardián de nuestro camino.'

     'Esas palabras despertaron muchas memorias.  Comencé a pensar en mi infancia y el temor a Dios que mi madre me inculcó.  Ella me había cantado esa canción muchas veces...  Cuando había terminado la canción me era imposible apuntarle nuevamente.  Pensé que el Señor quien es capaz de salvar a un hombre de una 
muerte segura debe ser grande y poderoso.  Y mi brazo cayó a mi costado.'

     Desconociendo cualquier peligro, Ira Sankey, fue librado de una muerte segura.  ¿Una coincidencia?  ¡Difícilmente!  Fue el poder del Dios soberano quien preparó todo para que cantara esa canción aquella noche, las mismas notas familiares que trajeron memorias de quien debía matarlo y estuvo en sus manos.  Dios protege a los suyos, y ninguno de nosotros nos iremos antes de que sea nuestro tiempo."
pp. 110-112

     Uno sólo puede ponderar cuántas veces el ángel de Dios nos ha librado de peligros y de muerte sin que nosotros estemos conscientes de ello.  En esta historia, Dios permitió que Sankey echara un vistazo de la forma práctica en la que Dios obró para salvarle la vida.  Aunque Sankey nunca hubiera sabido esto, no minimiza el gran amor y fidelidad de Dios hacia los suyos. 


     Después de haber leído esta historia, me pregunté cuántas veces me he sentido abandonado, sin haberlo estado en realidad.  No es necesario tener una experiencia visual, nos debe bastar su palabra dada.  Pablo nos recuerda que vivimos por fe y no por lo que vemos (2Co 5:7).

     Confiando en las promesas de Dios,

Guillermo Bernáldez F.

marzo 02, 2016

Oración y Metáforas


     Buen día, 

sin duda Eugene Peterson es una de las voces con más influencia en el cristianismo, particularmente en lo referente a una vida devocional y de oración.  Su libro Answering God (Contestando a Dios), cuyo subtítulo es Los Salmos como una herramienta para orar, ha sido un libro que me ha desafiado en gran manera.  Obviamente en lo que se refiere a la oración.  

     La sección que presento es del capítulo en el que Peterson habla del uso de la metáfora.  El diccionario de la Lengua Española lo define así: "Traslación del sentido recto de 
una voz a otro figurado en virtud de una 
comparación tácitacomo en las perlas 
del rocíola primavera de la vida o 
refrenar las pasiones."

    Esto lo hace porque los salmistas se refieren a Dios de esta forma con frecuencia.  Lo he intentado y, aunque parezca sencillo, me es difícil.  Se los presento con la esperanza que los ayude en su vida de oración.

     "Es importante que, mientras los salmistas llamaron roca a Dios, nunca colocaron una roca y la llamaron Dios.  Ellos llamaron pastor a Dios, pero nunca encontraron un pastor apuesto ni hicieron una estatua para preservar la forma de Dios.  Ellos llamaron escudo a Dios, pero nunca embellecieron uno con piedras preciosas, lo colgaron en un lugar sagrado y lo adoraron.  Los hebreos, que vigorosamente insistieron en la santidad de la materia y en la divinidad de la creación - ¡que la tierra misma era sagrada! - insistían, también que Dios no rea materia y que no podía ser representado por la materia, ni siquiera por materiales preciosos como plata y oro.  Ellos sabían, por los mandamientos y por la práctica de la oración, la diferencia entre un ídolo y una metáfora.  Un ídolo reduce y encierra; una metáfora expande y conecta.  Un ídolo comienza con un misterio y lo moldea en algo que puede ser medido; una metáfora comienza con algo común y deja que se expanda en algo de gloria inmesurable. Un ídolo acumula divinidad en su masa - algunas veces una masa elegantemente ejecutado, pero masa finalmente - que puede ser controlada; una metáfora coloca materialidad al lenguaje - el momento en que la palabra es dicha ya no está en control, sino que está sujeta a la dinámica de la espontaneidad de la conversación en la que el Dios vivo es nuestro compañero. 

     Los Salmos que nos enseñan a orar por medio de la metáfora, usando la experiencia de los sentidos para desarrollar la experiencia de la fe en nosotros, llegar a la llenura de Cristo quien fue verdadera carne y sangre ('lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos,' (1Jn 1:1) lo que vindica la bondad de la creación material.  Jesús, consistente con lo dictado por la metáfora, también era vergonzosamente ordinario - '¿No es éste el hijo de José?' (Lc 4:22); '¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores?' (Mt 9:11) - y de esta manera dando un portazo contra todo tipo de elitismo espiritual.  Jesús, en la línea de los Salmos, nos enseñó a orar usando metáforas: 'Cuando oren, digan: Padre' (Lc 11:2).


   Las metáforas de los Salmos a través de la encarnación de Cristo se vuelven una vida sacramental, una vida en la que todo, cada cosa y persona media a Dios.  Jesús era el maestro de lo sacramental.  Él usó cualquier cosa que tenía a mano para que nos percatáramos de Dios y después, para que respondamos a Dios.  El momento en que Jesús tomaba algo, era claro que no era algo extraño, sino algo que pertenecía, una pieza de la creación de Dios que era una forma de encontrar a Dios.  Los cántaros de agua en Canaán, el sonido del viento en Jerusalén, las olas del Mar de Galilea, la camilla del paralítico en Betesda, el cadáver de Lázaro.  Cosas.  'No vale la pena intentar ser más espiritual que Dios.  Dios nunca quiso que un hombre fuera únicamente una criatura espiritual.  Esa es la razón por la que usó cosas materiales como el pan y el vino para colocar nueva vida en nosotros.  Es posible que pensemos que esto es muy crudo y no espiritual.  Dios no: Él inventó que comiéramos.  A Él le gusta lo material.  Él la hizo ser.' (C. S. Lewis).

     El Barón Friedrich von Hügel nunca se cansó de decir que el espíritu y los sentidos van de la mano en la oración cristiana.  Cada vez que vemos a los seres creados dentro del mundo y los consideramos simplemente como son y en profundidad, y oramos por lo que vemos, somos llevados por y a través de ellos a Dios, por quien toda criatura existe y por quien cada criatura manifiesta.  Las cosas no pueden ser obviadas.  Son tan esenciales en la oración como los alimentos y un lugar para dormir.  La metáfora en la oración desarrolla la vida sacramental, elimina la ilusión y evasión para que podamos orar experimentando, viendo, oliendo, tocando y respirando la realidad de nuestros días, y entonces amarlos u odiarlos, bendiciéndolos o maldiciéndolos, cualquier cosa que decidamos, pero nunca seremos indiferentes a ello, nunca aislados de ello."
pp. 77-79


     Ciertamente, el libro de los Salmos nos muestra cómo podemos dirigirnos a Dios, como lo hacía el pueblo de Dios.  Lo hicieron en diferentes circunstancias: exilio, guerra, persecución, opresión, victoria, etc.  

     Orar a Dios es más que agradecer y pedir.  No dejemos de pensar en esto y que nos ayude a desarrollar una vida de oración - una vida de conversación con el Creador de todo lo que existe.


Guillermo Bernáldez