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agosto 25, 2015

La Verdadera Arrogancia

       Buen día, 

sin duda David Platt, autor de Radical, Sígueme y Contracultura  es uno de los jóvenes pastores que más está desafiado a la iglesia en tiempos recientes con su enfoque en la proclamación del evangelio.  Su pasión es evidente y la transmite cada vez que está frente a su iglesia.

       El pensamiento de esta semana viene de una parte de uno de sus sermones en el que nos ayuda a reconocer qué es la arrogancia en lo que respecta a la afirmación de un único Dios, especialmente en medio de un mundo en el que las afirmaciones absolutas del conocimiento de la verdad son vistas con sospecha y, en general, rechazadas y reprobadas.

       Creo que Platt tiene un buen argumento para desafiarnos a no dejarnos intimidar por esta fuerza cultural.    Puedes ver y escucharlo (en inglés) en esta liga, o copia y pega esta dirección en tu navegador, http://www.churchleaders.com/pastors/videos-for-pastors/259525-david-platt-silence-arrogance.htmlEspero que lo disfrutes y te sientas motivado a proclamar el evangelio en donde te encuentres.



       "Un día miro alrededor mío; un mar de gente en el norte de India.  Y pienso… pensé para mis adentros, ¿quién soy yo para viajar hasta acá para decirles a estas personas lo que necesitan creer?  ¿Quién soy yo para decirles que sus dioses son falsos – ya sean musulmanes, hindúes, budistas, sijes o cualquier otro dios – porque Jesús es el único Dios verdadero?  ¿Quién soy yo para decirles a estos 597 millones de personas que no son cristianas – 99.5% del norte de India – a estos 597 millones de personas que están a mi alrededor en ese momento que si no se arrepienten de sus pecados y ponen su fe en Jesús, cada uno de ellos pasará la eternidad en el infierno?

       Permítanme decirles que uno se siente extremadamente arrogante; completamente falto de amor e incómodamente insolente; afirmar que 597 millones de personas – hindúes, musulmanes, budistas, sijes – alrededor mío en ese momento, irán al infierno si no confiesan con su boca que Jesús es el Señor y creen en su corazón que Dios lo levantó de entre los muertos.  Y entonces le digo a la gente, ciertamente esa afirmación sería arrogante, falta de amor e insolente a menos que esta afirmación sea cierta.  ¿No es esto lo que dijo Pablo en su primera carta a la iglesia de Corinto (1Co 15:12-19) , que si Jesús no se levantó de los muertos, los cristianos deben recibir compasión entre los hombres, y lo peor que podemos hacer es invitar a otras personas a basar su fe en una mentira?  Si Jesús no resucitó, no tiene sentido – es completamente irracional ir alrededor del mundo diciéndole a la gente que deben seguir a Jesús o encarar al infierno.  Pero, si Jesús sí se levantó de entre los muertos; si únicamente Jesús ha pagado el precio del pecado de los hombres; si únicamente Jesús ha conquistado el pecado, la muerte y la tumba, entonces ir alrededor del mundo y proclamar a las personas acerca de Jesús es la única cosa que tiene sentido.  

      Si Jesús sí resucitó de entre los muertos, el clímax de la arrogancia es quedarse sentado en silencio mientras 597 millones de hindúes, musulmanes, budistas y sijes en el norte de India se encaminan al infierno. 

       Y es el epítome del odio el no sacrificar nuestras vidas para proclamar estas buenas noticias a cada persona que conocemos y a cada grupo étnico en el planeta.  Cuando conoces este evangelio, tú hablas de este evangelio.  Cuando tú crees en la resurrección de Jesús, tú proclamas la resurrección de Jesús.  Privatizar la fe en el rey que ha resucitado es prácticamente inconcebible..."
 
       La pregunta de fondo es si en realidad creemos el relato bíblico, en especial su muerte, su resurrección y la efectividad de estos para pagar por los pecados de cada uno de nosotros. 

 
       Si llegamos a una conclusión afirmativa, tomemos en serio el desafío de ser testigos de estas verdades y proclamemos la esperanza que hay en Jesús.

Guillermo Bernáldez Flores

agosto 11, 2015

Gracia y Obediencia


       Saludos, 

el pensamiento del día de hoy es de Bryan Chapell, profesor de teología práctica en el Covenant Theological Seminay (Seminario Teológico Pacto) en uno de los predicadores reformados más destacados de nuestro tiempo.  

       En su libro Holiness by Grace (Santidad por gracia), Chapell toca un punto muy importante que debemos tomar en cuenta todos los que creemos y proclamamos que la salvación es únicamente porque Dios nos ama y no porque seamos buenos o merezcamos su amor.  Esto es cierto, es lo que enseña la Biblia, sin embargo - escribe Chapell, acertadamente - esto no quiere decir que a Dios no le importe nuestro comportamiento.  

       Es un poco largo, pero espero que tomes el tiempo para leerlo y digerirlo; también espero que lo disfrutes.

       "En décadas recientes han surgido en el mundo evangélico un buen número de movimientos maravillosos que enfatizan la gracia...

       Sin duda hay un despertar de la gracia, pero el nuevo énfasis viene con una variedad de acentos, desafíos y preocupaciones.  Existe preocupación frecuente y aguda porque este nuevo énfasis resulte en antinomianismo (indiferencia a la ley de Dios)...

       Muchas iglesias evangélicas encuentran sus raíces en la controversia modernista/fundamentalista del siglo XX.  Aquellos que estaban anclados en el cristianismo histórico y se oponían al escepticismo moderno, no sólo luchaban contra la indiferencia a la verdad bíblica, sino contra los cambios en el estilo de vida adoptado por aquellos desacreditaban el derecho de la Escritura para gobernar su vida. 

       La preocupación de temas relacionados con el estilo de vida es necesaria para el cristianismo bíblico.  Los primeros líderes evangélicos... insistieron, acertadamente, que la Biblia tiene los mandamientos que el pueblo de Dios debe obedecer para honrarlo.  Sin embargo, los problemas llegaron cuando los patrones de conducta personal llegaron a tener tanto énfasis en la predicación y enseñanza evangélica como el mensaje de la gracia de Dios.   Como consecuencia, la gente comenzó a pensar que su conducta era un requisito para que Dios los aceptar.

       Parte de la preocupación de este renovado énfasis en la gracia es, simplemente, el temor de la pérdida de la identidad evangélica al tiempo que el interés por mantener los códigos que han distinguido a los cristianos que creen en la Biblia desde el siglo pasado se desvanecen.  Este temor tiene sentido.  Algunos códigos han mantenido a muchos cristianos sin tambalearse en medio de prácticas culturales y tampoco han adoptado patrones sociales en los que yacen grandes peligros espirituales.  Aquellos que se han vuelto defensores recios del énfasis en la gracia deben reconocer la legitimidad de esta preocupación y mostrar cómo su enseñanza proveerá protección contra los peligros seculares cuando los códigos de conducta son menospreciados. 

       De hecho, los defensores recios del nuevo énfasis en la gracia, probablemente no sienten que es su responsabilidad tratar con los temas de comportamiento que preocupan a los defensores de los códigos.  En general, los predicadores de la gracia ven a los viejos códigos evangélicos de conducta como formas destructivas del legalismo que deben ser desmanteladas.  Muchos de nosotros hemos sido lastimados por las actitudes legalistas de la iglesia y entendemos la necesidad de luchar contra sus influencias espirituales corrosivas. 

      Más aún, no es suficiente si los defensores de la gracia simplemente reaccionan contra el legalismo.  También debemos responder a la permisividad que tienta a los cristianos cuando escuchan al predicador decir, 'Dios te amará sin importar lo que hagas.'  El legalismo hace que los creyentes crean que Dios los acepta basado en lo que ellos hacen.  La permisividad hace que los creyentes crean que a Dios no le importa lo que ellos hacen.  Ambos errores acarrean consecuencias espirituales terribles.

     Jesús dijo, 'Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos' (Jn 14:15).  La gracia no debe hacer que la obediencia sea opcional.  Cuando Dios quita las buenas obras como condición para que nos acepte, él no quita la santidad como un requisito para la vida.  Los requerimientos en la Biblia glorifican a Dios y protegen a su pueblo de daños espirituales.  No podemos minimizar los requerimientos legítimos de la Biblia sin correr graves consecuencias. 

    Dios no nos ama porque seamos obedientes, pero nosotros no podemos conocer las bendiciones de su amor sin obediencia.  Así, un enfoque en la gracia que minimiza la demanda de obediencia que nos dejó Jesús nos niega conocerlo y tener intimidad con él. 

       La gracia que lleva fruto es bíblica.  Una gracia decadente usa amor incondicional de Dios es una excusa para vivir en indulgencia egoísta...

     Descansar en la gracia de Dios no nos libera de nuestras obligaciones santas; por el contrario, esto nos debería capacitar para poder cumplirlas (ver  Ef 4:7-13).  La certeza del amor de Dios nos permite dejar de esforzarnos para complacerlo para nuestro propio beneficio, nuestras buenas obras comenzarán a reflejar más de la santidad que no es egoísta; una santidad que es verdaderamente santa.

(10-12)

       La gracia y la obediencia no se excluyen mutuamente.  Las dos son realidades en el plan perfecto de Dios; las dos cumplen diferentes funciones dentro de este plan; no podemos hacer énfasis en uno solo de ellos - eso sería presentar el evangelio de una forma incompleta y dañaría a las personas que nos escuchen.  


       Dios es santo, por eso odia el pecado; Dios es sabio, por eso nos enseña cómo quiere que vivamos; Dios es amor, por eso nos regala la salvación y sus bendiciones.  Vivamos de acuerdo a su plan perfecto.

Guillermo Bernáldez F.