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febrero 24, 2015

Dios te está buscando


     Buen día,

ya que la publicación anterior estaba dedicada a los hombres, creo que es bueno que este tenga un enfoque femenino.  Esto no quiere decir que las mujeres no pueden leer y aprender del anterior, ni que los hombres no podemos leer y aprender de éste.  

       El texto viene del libro Captivating: Unveiling the Mystery of a Woman's Soul (Cautivante: develando el misterio del alma de una mujer) escrito por John & Stasi Eldredge.  Personalmente no me pareció un libro muy bueno, pero creo que lo apropiado sería preguntarle a una mujer.  Sin embargo, encuentro varios puntos interesantes y aquí presento este.

       Ya que es un libro dedicado a las mujeres, he traducido el texto respetando ese enfoque.  Espero que sea edificante y confortante.  


       "¿Qué es lo que Dios quiere de ti?
       Él quiere lo mismo que tú quieres.  Él quiere ser amado.  Él quiere que lo conozcas de la misma manera en la que sólo unos amantes pueden conocerse mutuamente.  Sí, sí, quiere que lo obedezcas, pero sólo cuando ésta fluya de un corazón lleno de amor hacia Él.  'El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama' (Jn 14:21).  Seguir a Jesús con alegría es la respuesta natural de un corazón que ha sido cautivado y se ha enamorado de Él. 

       Hace algunos años, leyendo a George MacDonald, me topé con un pensamiento maravilloso.  Probablemente has escuchado que en cada corazón humano hay un vacío que sólo Dios puede llenar (El Señor sabe que hemos tratado hasta el cansancio de llenarlo con todo).  Pero lo que el viejo poeta estaba diciendo era que también el corazón de Dios tiene un vacío que sólo tú puedes llenar.  'Se concluye que también hay una cámara en Dios, en la cual sólo una persona puede entrar, el individuo.'  Tú.  Tú estás diseñada para llenar un espacio en el corazón de Dios que nadie más puede llenar.  ¡Guau!  Dios te desea.
 
       Tú eres la que hace que su corazón quede cautivado solo 'con una mirada de tus ojos; con una vuelta de tu collar' (Can 4:9b).  Tú eres a la que él canta con delicia y con quien desea bailar sobre las cumbres de las montañas y salones de baile (Sof 3:17).  Tú eres la que hace que se le vaya la respiración por tu bello corazón que, en contra de todo, Él desea.  Deja que sea verdad por un momento.  Deja que sea verdad para ti.

      Dios quiere vivir esta vida junto contigo, compartir tus días, tus decisiones, tus deseos y tus decepciones.  Él quiere intimidad contigo en medio de la locura y lo trivial, las reuniones y los memorándums, la ropa sucia y las listas, llevando a los niños en el auto y las conversaciones y los proyectos y el dolor.   Él quiere verter su amor en tu corazón y desea que tú viertas tu amor en el de Él.  Él quiere lo profundo de tu corazón, esa parte central donde se encuentra tu más verdadera.  Él no está interesado en una relación íntima con la mujer que tú crees que debes ser.  Él quiere una relación íntima con tu verdadera tú".

       Los autores agregan.


       "En el gran amor de Dios, nuestras almas pueden yacer y descansar.  No tenemos que luchar, merecer o temer perder su amor.  Nada nos puede separar de este amor.  Ni siquiera nosotras mismas.  Estamos hechas para este tipo de amor.  Nuestros corazones desean ser amados íntimamente, personalmente, y sí, románticamente.  Fuimos creadas para ser el objeto del deseo y sentimiento de aquél que está totalmente enamorado de nosotras.

       Y nosotras somos.
       Una relación íntima con Jesús no es para otras mujeres, para las mujeres que parece que tienen la vida resuelta, que parecen piadosas y cuyas uñas tienen una forma linda.  Es para cada una de nosotras.  Dios quiere intimidad contigo.  Para tenerlo, tú también tienes que ofrecérselo a Él."
(120-122)

       Así es, Dios también nos busca a cada persona para tener una relación profunda.  Dios nos ama con locura.  Él envió a su Hijo, Jesucristo para que nosotros pudiéramos gozar de su perdón.
 


       El amor de Dios es verdadero y genuino.  Dios nos ama a pesar de que no logremos ser el o la cristiana modelo.  No merecemos su amor.  Nadie puede ganárselo.  Eso es gracia: el amor de Dios que nos busca apasionadamente.

       En el amor del Padre

Guillermo Bernáldez F.  

febrero 10, 2015

Amor que santifica

       Buen día,

se acerca el día de San Valentín.  Muchos - dentro y fuera de la iglesia - estaremos buscando cómo celebrar este acontecimiento.  Algunos lo evitarán argumentando que únicamente se trata un comercialismo exacerbado.

       Sea cual sea tu postura, presento - particularmente a los hombres, pero creo que las damas también se beneficiarán - una cita de R. Kent Hughes que me ha dado vueltas en la cabeza desde que la leí - especialmente las preguntas con que cierra esta sección.  Se encuentra en su excelente libro Disciplines of a Godly Man (Las disciplinas de un hombre santo).  

       Es un pensamiento desafiante para cualquier hombre que se autodenomine seguidor de Cristo.  Espero que lo encuentren edificante, para los hombres y, como consecuencia, sus esposas.

       "El matrimonio bajo el señorío de Cristo es una relación de santificación mutua - nos mueve hacia la santidad.  La mayoría de nosotros, cuando nos casamos, somos como un hogar bien amueblado - y muchos muebles deben ser tirados para hacer espacio para la otra persona.  El amor marital genuino revela habitaciones llenas de egoísmo.  Cuando estas habitaciones son limpiadas, uno encuentra habitaciones llenas de egocentrismo.  Más allá de éstas están la autonomía y la voluntad propia - un proceso de limpieza continuo.  Ciertamente fue lo que hizo el matrimonio conmigo.  ¡Yo no tenía idea qué tan egocéntrico era hasta que me casé!  George Gilder, en su debatido libro Men and Marriage (Hombre y Matrimonio), argumenta que el matrimonio es una institución que amansa el barbarismo invertebrado del hombre.  A lo largo de los años un buen matrimonio puede hacernos mejores - hasta hacernos casi irreconocibles.  De hecho existe una santificación mutua en el matrimonio.

       Pero le énfasis en las Escrituras es en la responsabilidad del amor del esposo hacia su esposa: "para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable" (Ef 5:26-27).  Esto es lo que Dios hará a través de nuestro matrimonio divino con Él, porque cuando Él regrese, la Iglesia regenerada y lavada le será presentada en perfección absoluta.  Este es el sello del romance de todas las épocas. 

       Mientras tanto, estas nupcias son una parábola de lo que debe ser el efecto que eleva del amor de un esposo hacia su esposa.  Él debe ser un hombre de la Palabra que vive en santidad, orando y sacrificándose por su esposa.  Su auténtica espiritualidad debe hacerla flotar hacia adelante y hacia arriba hacia la imagen de Cristo.  El hombre que santifica su esposa entiende que ésta es una responsabilidad divina que se nos ha ordenado.

       Hombre (olvidando momentáneamente la responsabilidad espiritual de nuestra esposa hacia nosotros), ¿te das cuenta que tu responsabilidad buscar la santificación de tu esposa?  Aún, más honestamente, ¿aceptas esta responsabilidad?  El matrimonio revelará algo de ella que tú ya sabes de ti mismo - que ella es una pecadora.  El matrimonio revela todo: su debilidad, sus peores inconsistencias, las cosas que otros no ven.  El amor a tu esposa no es como si ella fuera una santa, sino una pecadoraMason dice 'Si la amamos en su santidad, no la amamos en lo absoluto'.  Ves a tu esposa como a ti mismo.  Te das cuenta de su necesidad mutua, y te viertes en la Palabra de Dios, para escucharla con tu corazón, y por Su gracia, intentar vivirla de tal modo que ella se sienta alentada por tu vida - y así llegar a ser una novia aún más bella para Cristo.

       Esto nos orilla a hacer algunas preguntas difíciles: ¿Mi esposa se parece más a Cristo porque está casada conmigo?  O  ¿ella es como Cristo a pesar de cómo soy yo?  ¿Ha dejado de ser como Cristo por mí?  ¿La santificas o la detienes?  ¿Es ella una mejor mujer porque está casada conmigo?  ¿Es ella una mejor amiga?  ¿Es mejor madre?

       Hombres, nuestro llamado es claro: amor que santifica.
(37-38)

       Ya sea que celebres o no este 14 de febrero, sugiero que tomemos en cuenta estas preguntas: cuando estás molesto e irritado; cansado o presionado por tus responsabilidades en el trabajo; cuando no has dormido bien y quieres gritar.  ¿Es mi esposa más como Cristo por la forma en la que la trato?


       Es tan difícil nuestro llamado, pero esta dificultad no debe ser excusa para no intentemos - por la gracia de nuestro Padre - vivir de tal manera que nuestra esposa refleje cada vez más la imagen de Cristo.  Es un desafío que nos debe hacer sentir muy humildes y privilegiados.

       En el nombre de quien nos ama y santifica

Guillermo Bernáldez F.