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julio 27, 2012

Voz Media

       Saludos, 


después de una semana fuera de la ciudad conviviendo con amigos, estamos de regreso.


       Aunque la oración es una práctica común entre los seguidores de Jesús, es también poco comprendida.  Si bien es conocido el concepto de tener "una conversación con Dios", muchas oraciones son únicamente un monólogo.  Y en cuanto al efecto que éstas tienen, existe un amplio rango de opiniones.  Hay quienes las practican como parte de un ritual vacío que no cambia nada.  También hay quienes creen que si tan solo creen que con las palabras y emociones adecuadas, podrán recibir "todo lo que piden".

       Los argumentos generalmente corren alrededor del libre albedrío y la soberanía de Dios.  Generalmente se está a favor de una y se excluye la otra sin tomar en cuenta que la Biblia habla de las dos sin excluir ninguna.  La explicación de Eugene Peterson en su libro The Contemplative Pastor (El Pastor Contemplativo) me parece apropiada.  Peterson nos explica que la forma en que usamos nuestro lenguaje en estos tiempos, no nos ayuda a entender nuestro papel y el de Dios en la oración, y nos enseña una forma del lenguaje a la que no estamos acostumbrados: la voz media.  Espero que lo disfruten.

       "En ese momento pensé que había entendido una parte evasiva de la gramática griega.  Años después me percaté que había comprendido una parte importante del ser y la forma de orar.  Yo era el más lento de mi clase, pero no era el único que tenía problemas para entender la voz media.  Entendía la voz activa y la voz pasiva, pero la voz media era algo totalmente nuevo.  Cuando hablo en voz activa, yo inicio la acción que va a otro destino: 'Aconsejo a mi amigo'.  Cuando hablo en voz pasiva, recibo la acción que alguien más inicia: 'Soy aconsejado por mi amigo'.  Cuando hablo en voz media, yo participo activamente en el resultado de la acción que alguien más inicia: 'Tomo consejos'.  La mayor parte de nuestro idioma está dividido en activa o pasiva; yo actúo o soy afectado por la acción de alguien.  Pero hay momentos, y son aquellos en los que somos más distintivamente humanos, cuando dicho contraste no es satisfactorio: dos voluntades actúan, ninguna excluye a la otra, ninguna cancela a la otra, cada una respeta a la otra. 

       Mi libro de gramática decía, 'La voz media describe el uso del verbo que describe a los sujetos como participantes en el resultado de la acción.'  Leo eso ahora, y suena a la descripción de la oración cristiana - 'el sujeto es partícipe del resultado de la oración.'  No controlo la acción; ese es un concepto pagano de la oración, poner a trabajar a los dioses por mi rituales y conjuros.  No soy controlado por la acción; ese es un concepto hindú de la oración en la que yo me hundo pasivamente en la voluntad impersonal y fatídica de los dioses y diosas.  Yo entro en la acción iniciada por otro, mi Dios creador y salvador, y me encuentro participando en los resultados de la acción.  Yo no la produzco, ni es producida en mí; yo participo en lo que es deseado. 

       La oración y la espiritualidad están caracterizadas por la participación, la compleja participación de Dios y los humanos, su voluntad y nuestra voluntad.  No nos abandonamos en el fluir de la gracia, ni nos ahogamos en el océano del amor, perdiendo nuestra identidad.  Nosotros no controlamos los hilos que activan las acciones de Dios en nuestras vidas, sujetando a Dios a nuestras identidades asertivas.  Nosotros tampoco controlamos a Dios (voz activa) ni somos manipulados por Dios (voz pasiva).  Nosotros nos involucramos en la acción y participamos en sus resultados pero no los controlamos ni los definimos (voz media).  La oración ocurre en voz media.

       Ahora viene la oración más fascinante de mi gramática: 'Nada es más cierto que la lengua madre de nuestra familia [el texto original está en inglés] no tenía voz pasiva, sólo activa y media, la posterior era tan prominente como la anterior, aunque no se representa ahora en ningún lenguaje, excepto en formas que han perdido toda su distinción en su significado.'  ¡Sin voz pasiva!  Piénsalo: al principio de los orígenes de nuestro idioma, no había forma de expresar una acción en la que yo no estuviera, de alguna manera, involucrado como participante. 

       Pero entre más nos alejamos del Edén, menos uso hacemos de la voz media, hasta que se atrofia por falta de uso.  Así que o nos hacemos cargo de nuestro propio destino (voz activa) o dejamos que otros se  hagan cargo y nos deslizamos a una pasividad animal ante las fuerzas que son demasiado grandes para nosotros (voz pasiva).  El evangelio restaura la voz media.  Aprendemos a vivir involucrándonos en oración-voluntad en acciones que no iniciamos nosotros.  Nos volvemos sujetos en una acción en la que estamos personalmente involucrados.  En la voz media, los objetos están supeditados a los sujetos - y cada cosa se vuelve un sujeto.

       El orgullo y la desobediencia de Edén borran la voz media y nos reducen a dos voces, activa y pasiva.  Terminamos tomando uno de los dos.  No tenemos suficiente (o ninguna) experiencia verbal en esta tercera voz, esta voz que está finamente sintonizada a la exquisita y única empresa humana de entrar y responder a Dios.  Pero no puede existir amistad, amor, o matrimonio con sólo las voces activa y pasiva.  Debe existir algo más, uno modo de complacencia que irradia en miles de formas sutiles de participación e intimidad, confianza, perdón y gracia.

       Nuestro mejor esfuerzo humano y cristiano no es fascista gritando a Dios y a su creación nuestras órdenes.  Nuestro mejor esfuerzo humano y cristiano no es una sumisión callada y silenciosa ante el destino.  Nuestro mejor esfuerzo humano y cristiano oramos en voz media en el centro entre lo activo y lo pasivo, acercándonos a ellos de acuerdo a las necesidades y oportunidades, pero siempre nosotros artística y únicamente, como criaturas que adoran a Dios y que reciben su gracia, 'participando en los resultados de la acción.'"
103-105




        Debemos tener la certeza que nuestras oraciones son escuchadas por Dios.  Nos falta aprender a orar sabiendo que nuestras oraciones son reinterpretadas por el Espíritu Santo.  No podemos manipular a Dios, pero tampoco somos resultado de un mero accidente, o la voluntad autócrata de Dios.  Dios nos ha dado el privilegio de ser copartícipes en su obra.  ¡No dejemos de lado este gran privilegio y bendición!  ¡Acerquémonos a nuestro Padre en oración!

       Orando porque aprendamos a participar en la ampliación del reino de Dios.


Guillemo Bernáldez Flores

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