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agosto 14, 2012

Es por Amor


       Buen día,

desde chico fui a la iglesia.  Muchas veces escuché la palabra "gracia", pero tuvieron que pasar muchos años para que un pastor y amigo hablara consistentemente acerca de la aplicación de la gracia en todas las áreas de la vida.  Fue entonces cuando comprendí la verdadera libertad que tenemos en Jesús.  La cita de hoy es de un libro para las personas que quieren aprender a predicar de Bryan Chapell titulado Christ-Centered Preaching (Predicación Cristo-céntrica).  Me permití editar el texto para que fuera más accesible y menos técnico.  Espero que lo disfruten.
        "La aplicación debe proveer al mismo tiempo la motivación correcta así como la instrucción pertinente.  Sólo es necesario echar un vistazo a los fariseos para recordar que es muy fácil hacer todas las cosas correctas por todas las razones equivocadas y por lo tanto no ser más santos que aquellos cuyo comportamiento es mucho menos moral.  A un amigo mío le gusta decir, 'Hay un deseo del cielo y un temor al infierno que viene directo de Satanás porque no es sino un egoísmo santificado.'  Debemos asegurarnos que las personas que nos escuchan sepan por qué ellos deben prestar atención a poner en práctica las enseñanzas bíblicas. 

       ...  Asegúrate de motivar a los creyentes a través de la gracia y no a través de la culpa.  Si Dios ha librado a su pueblo de la culpa y del poder del pecado, entonces no tenemos el derecho de buscar la santidad colocando a los creyentes bajo el peso del yugo que Jesús ya cargó.  Para muchas personas esto es muy difícil de comunicar porque ellos mismos han sido motivados por la culpa por tanto tiempo que ellos no tienen un concepto real de qué otra cosa podría motivar a las personas a servir a Dios.  De hecho, ellos temen que sin la culpa ellos no tendrían oportunidad de motivar a la obediencia.  


       La alternativa de la culpa es también su remedio: la gracia.  Los creyentes necesitan servir a Dios por gratitud y agradecimiento por la redención que él provee.  Toda la Biblia trabaja para colocar esta gracia delante de nosotros (Lc 24:27; 1Co 2:2),...  Esta exposición a la gracia es necesaria no únicamente porque la gracia de Dios es el fundamento de nuestra fe, sino porque es la única fuente legítima de nuestro servicio (Rm 12:1).  Si servimos a Dios porque creemos que él nos amará menos si no hacemos lo suficiente o nos castigará si no lo hacemos; si creemos que nos bendecirá si le servimos más, entonces no estamos alabando a Dios con nuestras acciones; sólo estamos persiguiendo nuestros propios intereses.  En este caso, el objetivo de nuestras vidas es la promoción personal o la protección personal en lugar de dar la gloria a Dios, y hasta las acciones que aparentan ser actividades morales, son transgresiones al primer mandamiento.  La gracia no cambia las reglas que las Escrituras verdaderamente requieren, sino que hace que la adherencia a ellas una verdadera obediencia.

       La culpa lleva a la persona que no se ha arrepentido a la cruz, sin embargo la gracia debe llevar al creyente a partir de la cruz, de otra manera no se puede servir a Dios.  Una visión Cristo-céntrica mantiene el trabajo redentor de Dios como el centro de todo, como lo es en las Escrituras, con la premisa de que no hay una motivación a vivir en santidad más poderosa que el amor de Dios manifestado en la obra redentora de Cristo.  Cuando el amor motiva, entonces el Señor, sus propósitos, y su gloria son nuestro objetivo.  Sin esto el objetivo de las personas no es mas que su propio ego... nunca hemos dado una buena explicación si no mostramos la gracia que estimule correctamente la respuesta de obediencia de los creyentes." 
(208-109)

       Chapell tiene razón, no es sino hasta que logramos entender lo que implica ser amado por Dios, que envió a su Hijo para morir por cada uno de nosotros, que podemos sentirnos libres para hacer las cosas por amor más que por mera obligación.  La imagen de los fariseos no es atractiva, y no conozco a nadie que le guste identificarse con ellos; al contrario, buscamos distanciarnos de ellos.  Sin embargo, a veces nos parecemos más a ellos de lo que nos gusta admitir.  Ellos, como nosotros, tratamos de escudriñar las escrituras y seguirlas al pie de la letra.  El problema con ellos es que su motivación no era el amor, ni a Dios ni al prójimo, sino el propio.


       Cuando invitamos a otras personas a seguir a Jesús, o cuando lo hacemos nosotros mismos ¿qué nos motiva?  La gracia es la respuesta correcta, porque la gracia nos hace ver el amor de Dios y nos hace responder por amor y en amor a Dios.

       En el amor y la gracia de nuestro Padre

Guillermo Bernáldez

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