La sección que se presenta es una de las doctrinas centrales en el cristianismo, y sin embargo, una que no siempre es bien comprendida. Me refiero a la doctrina de la salvación. Aunque con frecuencia se presenta con la doctrina de la gracia, también con frecuencia muchas personas dependen únicamente de su voluntad, lo que a la larga genera frustración y hasta abandono, ya que esto no es suficiente para generar un cambio verdadero y duradero. Me he permitido editar ligeramente parte del texto para evitar que las denominaciones generen barreras entre nosotros - los seguidores de Jesús. Espero que lo disfruten.
"En la primera reunión en nuestra iglesia, en 1878, adoptamos una declaración de fe. Fue una versión más fuerte que la declaración de Confesión de Fe de New Hampshire 1833. Esta confesión se volvió la base de Fe y Mensaje de nuestra denominación... revisada y suavisada en 1963. El artículo VIII de nuestra declaración de fe dice:
Creemos que el Arrepentimiento y la Fe son deberes sagrados, y también dones inseparables, trabajados en nuestras almas por medio de la regeneración del Espíritu de Dios; donde, estando profundamente convencidos de nuestra culpa, peligro e impotencia, y del camino a la salvación en Cristo, miramos a Dios con arrepentimiento, confesión, suplicando misericordia honestamente; al tiempo que se recibe al Señor Jesucristo como nuestro Profeta, Sacerdote y Rey, confiando sólo en Él como el único y todo suficiente Salvador.
Nota lo que dice esta declaración dice acerca de nuestra conversión, nuestra vuelta. Volvemos porque estamos 'profundamente convencidos de nuestra culpa, peligro e impotencia, y del camino a la salvación en Cristo.' Y ¿cómo se efectúa esa vuelta - que está compuesta de arrepentimiento y fe? Ésta es 'trabajada en nuestras almas por medio de la regeneración del Espíritu de Dios.' La declaración cita, entonces, dos citas de las Escrituras que respaldan esta idea: Hechos 11:18, 'Al oír esto, se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo: —¡Así que también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!' y Efesios 2:8 'Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios.'
Si entendemos que nuestra conversión es algo que hacemos nosotros mismos en lugar de algo que Dios causa en nosotros, entonces lo estamos entendiendo mal. En efecto, la conversión incluye nuestra acción - debemos hacer un compromiso sincero, una decisión de la que estemos conscientes. Aun así, la conversión es mucho más que eso. La Biblia enseña claramente que no todos estamos haciendo un viaje hacia Dios, en el que algunos han encontrado el camino mientras que otros continúan buscando. En lugar de eso, nos enseña que necesitamos que nuestro corazón sea remplazado, nuestra mente transformada y que nuestro espíritu sea vivificado. Nosotros no podemos hacer nada de eso. Podemos hacer el compromiso, pero necesitamos ser salvados. El cambio que cada humano necesita, sin importar cómo se vea exteriormente, es tan radical, tan cerca de nuestra raíz, que sólo Dios puede hacerlo. Necesitamos que Dios convierta nuestros corazones.
Recuerdo la historia de Spurgeon de cuando caminaba en Londres cuando una persona ebria se le acercó, se recargó en un poste de luz cercano a él y dijo, 'Sr. Spurgeon, ¡soy uno de sus convertidos!' A lo que Spurgeon respondió, 'Puede que seas uno de mis convertidos - pero seguramente ¡no eres un convertido del Señor!'
Uno de los resultados de mal interpretar la enseñanza bíblica de la conversión es que las iglesias evangélicas están llenas de personas que han hecho un compromiso serio en algún momento de su vida, pero que evidentemente no han experimentado el cambio radical que la Biblia presenta como conversión. De acuerdo a un estudio miembros de mi propia denominación tienen una tasa de divorcio más elevada que el promedio nacional en los Estados Unidos. La causa de este 'testimonio inverso' entre estos seguidores de Jesús se debe, al menos en parte, a una enseñanza no bíblica de la conversión.
Sin duda la conversión no necesita ser una experiencia con una fuerte carga emocional, pero debe hacerse evidente por su fruto si es lo que la Biblia enseña como una verdadera conversión..."
La comprensión y enseñanza correcta de este gran regalo que Dios hace a sus hijos e hijas es maravilloso. También tiene cierto nivel de misterio porque no logramos comprender cómo son estos cambios de mente y de corazón. Como seres racionales nos gusta pensar que nosotros somos los que tomamos la decisión - y en parte es cierto. Pero somos incapaces de tomar una decisión correcta sin que el Espíritu Santo haya trabajado previamente en nosotros para que respondamos al llamado amoroso de Dios.
Recuerda que el sacrificio de Jesús en la cruz es perfecto y suficiente. No hay nada que le podamos agregar para que sea efectivo. Si decimos que le tenemos que agregar nuestra buena decisión, estamos menospreciando su obra redentora. Al mismo tiempo, sí somos responsables de responder una vez que nuestro Padre nos ha llamado. No podemos reconocer con exactitud cómo es que esto se conjuga, pero el llamado de Dios se hará evidente.
Mi oración es que no sólo podamos entender esta salvación tan grande, sino que la podamos experimentar y transmitir. Que cuando escuchemos que Jesús llama a la puerta, la abramos con alegría.
Si entendemos que nuestra conversión es algo que hacemos nosotros mismos en lugar de algo que Dios causa en nosotros, entonces lo estamos entendiendo mal. En efecto, la conversión incluye nuestra acción - debemos hacer un compromiso sincero, una decisión de la que estemos conscientes. Aun así, la conversión es mucho más que eso. La Biblia enseña claramente que no todos estamos haciendo un viaje hacia Dios, en el que algunos han encontrado el camino mientras que otros continúan buscando. En lugar de eso, nos enseña que necesitamos que nuestro corazón sea remplazado, nuestra mente transformada y que nuestro espíritu sea vivificado. Nosotros no podemos hacer nada de eso. Podemos hacer el compromiso, pero necesitamos ser salvados. El cambio que cada humano necesita, sin importar cómo se vea exteriormente, es tan radical, tan cerca de nuestra raíz, que sólo Dios puede hacerlo. Necesitamos que Dios convierta nuestros corazones.
Recuerdo la historia de Spurgeon de cuando caminaba en Londres cuando una persona ebria se le acercó, se recargó en un poste de luz cercano a él y dijo, 'Sr. Spurgeon, ¡soy uno de sus convertidos!' A lo que Spurgeon respondió, 'Puede que seas uno de mis convertidos - pero seguramente ¡no eres un convertido del Señor!'
Uno de los resultados de mal interpretar la enseñanza bíblica de la conversión es que las iglesias evangélicas están llenas de personas que han hecho un compromiso serio en algún momento de su vida, pero que evidentemente no han experimentado el cambio radical que la Biblia presenta como conversión. De acuerdo a un estudio miembros de mi propia denominación tienen una tasa de divorcio más elevada que el promedio nacional en los Estados Unidos. La causa de este 'testimonio inverso' entre estos seguidores de Jesús se debe, al menos en parte, a una enseñanza no bíblica de la conversión.
Sin duda la conversión no necesita ser una experiencia con una fuerte carga emocional, pero debe hacerse evidente por su fruto si es lo que la Biblia enseña como una verdadera conversión..."
(27-29)
La comprensión y enseñanza correcta de este gran regalo que Dios hace a sus hijos e hijas es maravilloso. También tiene cierto nivel de misterio porque no logramos comprender cómo son estos cambios de mente y de corazón. Como seres racionales nos gusta pensar que nosotros somos los que tomamos la decisión - y en parte es cierto. Pero somos incapaces de tomar una decisión correcta sin que el Espíritu Santo haya trabajado previamente en nosotros para que respondamos al llamado amoroso de Dios.
Recuerda que el sacrificio de Jesús en la cruz es perfecto y suficiente. No hay nada que le podamos agregar para que sea efectivo. Si decimos que le tenemos que agregar nuestra buena decisión, estamos menospreciando su obra redentora. Al mismo tiempo, sí somos responsables de responder una vez que nuestro Padre nos ha llamado. No podemos reconocer con exactitud cómo es que esto se conjuga, pero el llamado de Dios se hará evidente.
Mi oración es que no sólo podamos entender esta salvación tan grande, sino que la podamos experimentar y transmitir. Que cuando escuchemos que Jesús llama a la puerta, la abramos con alegría.
Guillermo Bernáldez
ES UNA BENDICION VISITAR SU BLOG, RECIBAN UN AFECTUOSO SALUDO DESDE EL SALVADOR CENTROAMERICA, DESDE MI BLOG www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
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