Saludos a todos y todas,
La cita de esta semana es de Dan Allender quien es conocido por sus libros en consejería cristiana. Allender no es el típico escritor que da 10 pasos para lograr el éxito y sentirse bien. Él sabe - y comparto su idea - que la vida es mucho más compleja que eso. Además, el pensamiento de esta semana se origina en mi necesidad de aprender a ser padre y se titula: Cómo los Hijos Crían a los Padres. Así que espero que los que están compartiendo una etapa similar lo puedan aprovechar. Pero creo que también aporta para aquellos que no.
Una de las razones es porque si leemos a Pablo, nos daremos cuenta que a varias personas que estima mucho las llama hijo: Timoteo, Tito y Onésimo. Pablo fue para ellos como un padre en cuanto al desarrollo de su fe: acompañándolos, comunicándose con ellos, alentándolos, etc. El amor que siente por ellos se hace evidente en sus cartas. Como seguidores de Jesús, sabemos que debemos seguir ese mismo ejemplo. También, los cristianos tenemos un Padre celestial que nos ama y nos disciplina. Y si bien, la cita no habla de ninguna de estas dos perspectivas, no me parece que estén desconectadas del texto.
Allender basa la mayor parte de su argumento en dos preguntas que los hijos hacen a sus padres. No es una pregunta explícita, sino que está implícita en todo lo que hacen y dicen. Las dos preguntas son: 1) ¿Me amas? y 2) ¿Puedo salirme con la mía? Las respuestas acertadas son "sí" a la primera y "no" a la segunda. Las dos preguntas exigen ser contestadas al mismo tiempo, ahí radica la dificultad. Espero que lo disfruten:
"Tenemos acceso a demasiada información sobre demasiadas cosas. La Internet y los nuevos programas de la televisión por cable nos tientan a pensar que quizá algún día lo sepamos todo. Aun así, la omnisciencia solo pertenece a Dios. Y como hemos visto, en cuanto me convenzo de que tengo razón, una nueva certeza viene y ocupa su lugar.
Nuestro mundo es demasiado complejo para que lo entendamos. Con todo, no es nada comparado con el desafío de criar hijos. Nuestros hijos crecen en una era de calamidad y se preguntan a cada momento: '¿Me aman?' y '¿Me puedo salir con la mía?' Al responderles sus dos preguntas centrales, nos enfrentamos a una increíble complejidad. Los hijos necesitan saber que se les aman y que no pueden salirse con la suya, pero necesitan saber estos hechos en el contexto de su propia era.
Esta necesidad nos conduce a la doble realidad de la rectitud y la desconfianza propia. Cada uno de nosotros tiene una tendencia natural en una de estas dos direcciones. O nos sentimos más cómodos con la misericordia de Dios ('Sí, eres amado') o con su fortaleza ('No te puedes salir con la tuya'). Es fácil concluir que la forma en que nos criaron es la adecuada. La rectitud propia nos tienta a elevarnos sobre los demás, afirmando que la verdadera solución es aplicar más fuerza o dar más misericordia, dependiendo de la tendencia natural. La paradoja es crear a los hijos es que Dios nos llama a reflejar ambas cosas; su misericordia y su fortaleza en igual medida. Necesitamos la humildad para admitir que nuestra tendencia natural es solo la mitad de la respuesta. Criar a los hijos requeriría la misericordia y la fortaleza, lo que significa que tenemos el llamado a hacer mucho que no hacemos con facilidad.
A medida que encaramos lo que nos falta, enfrentamos la desconfianza propia. Nos damos cuenta que somos muy deficientes y que ni nos acercamos a la tarea de criar hijos. Entonces, la duda de nuestra insuficiencia logra humillarnos con el fin de prepararnos para que Dios nos haga completos en medio de la paradoja. Amor y disciplina, intimidad y autonomía, nuestros hijos necesitan todo esto en medidas iguales...
... Los hijos invitan a sus padres a entrar en un mundo nuevo y valiente, un mundo complejo de dificultades y paradojas..."
(76-77)
Una de las tareas más complicadas que encontramos mi esposa y yo al aconsejar a nuestros amigos y conocidos es el balance de explicarles que Dios detesta el pecado que se está practicando, pero al mismo tiempo que no se deben sentir alienadas porque Dios los ama a pesar de todo. Si enfatizamos una más que la otra sabemos que o los estamos alejando porque se sienten rechazados, o los estamos alejando porque sienten que en realidad no importa lo que uno haga.
Esta tensión también se hace evidente en las iglesias. Aquellas que enfatizan las reglas y se aseguran que todos los miembros - al menos los más activos - las sigan al pie de la letra. Existen las otras que enfatizan tanto el amor de Dios, que pareciera que uno no tiene límites en lo que puede hacer. Espero que los peligros sean evidentes.
me gusta mucho el tema "como los hijos crian a los padres"
ResponderBorraresta seccion esta excelente le felicito Instituto penzotti!
sigan adelante!