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marzo 09, 2010

Mi Orgulloso Amor



Saludos,

El pensamiento de esta semana está relacionado con un evento previo a la pasión de nuestro Señor Jesús. El diálogo está a cargo de Jesús y Pedro. Pedro confía en sus fuerzas para ser fiel a Jesús. Jesús sabe que eso es imposible.

Walter Wangerin en su libro "Reliving the Passion" ("Reviviendo la Pasión") nos recuerda que con frecuencia, todos caemos en ese mismo error. Muchos seguidores y seguidoras de Jesús, están más impresionadas por el tamaño de la congregación, por la calidad de los instrumentos que usan los músicos, por el número de proyectores, por su ortodoxia, por su conocimiento, etc. El hecho es que no hablamos de Jesús, sino de cada una de estas cosas, lo cual es idolatría.

Con frecuencia, nos sentimos decepcionados con Pedro - y con muchos otros personajes bíblicos que han actuado por debajo de nuestras expectativas. Wangerin nos muestra, que no distamos tanto de cada uno de ellos. Esto sólo nos puede llevar a reconocer qué tan grande es la gracia de Dios.

"'¡Hey Señor, mírame! ¡Veme! Sé que antes no tenía valor - pero he cambiado ¿cierto? Soy un ciudadano sólido tuyo ahora, soy un cristiano sólido, que te ama y confía en ti, que perdono a mi vecino de la misma forma que yo sería perdonado. ¿Por qué? He confesado tu nombre en el trabajo, y tú sabes qué pesados se pueden poner esos tipos. Pero saben que soy cristiano. Ya no dicen malas palabras cerca de mí. Mira que fuerte estoy. ¡Soy tu jugador estrella! ¡Soy tu discípulo!' Eso dice el cristiano auto-satisfecho.... el hombre humilde le contesta: 'Tú me vas a abandonar'


'¡No! ¡No lo puedes estar diciendo en serio! Ninguno de todos nosotros. Quiero decir, ¡Yo no! Conozco personas a las que no les eres importante. No van a la iglesia, no hacen oración a menos que tengan problemas, aman su auto más que a ti. Ellos dicen que son cristianos, pero cuando llegado el momento, te abandonan - Señor Jesús. Yo oro - oro diario y por largo tiempo. Porque te amo, voy a tu iglesia. Sirvo en siete ministerios. Doy diezmo. Ayuno (aunque nadie lo sabe, sino tú). Lo que quiero decir es que ¡yo practico mi fe! Visito a los encarcelados, ¿cierto? Mira, aunque todos se alejen, ¡yo no!'

El hombre pequeño se detiene, forzando al hombre fuerte a que se pare y se quede quieto. Con tristeza le dice, particularmente a él le dice: 'Ciertamente, esta misma noche antes de que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces.'

'¡No! ¡No, no me conoces! Oh, Jesús, ¿cómo puedes dudar de mi de esa forma? ¡Yo, de todas las personas! ¡Yo, quien te ama más que nadie! ¿No hablo siempre por ti? Muy bien, ¿qué debo hacer para probarte mi amor?.....'

El hombre pequeño voltea y continúa caminando en la noche oscura, silenciosamente. No contesta la vehemencia del discípulo fuerte. Dejará que las acciones hablen por ellas mismas. Porque él conoce muy bien al hombre fuerte. Él conoce, mejor que nadie, la relación de la fe: que si alguien continúa amándolo, es su propio amor el que lo preserva, no es el amor del otro; no es su piedad; tampoco es toda la bondad que pueda amasar un cristiano. El discípulo grande,verdaderamente lastimado por la desconfianza de su maestro, continúa refunfuñando - 'Jesús, te amo. En realidad te amo.'

Y como él lo hace - muchos otros cristianos también. Pero un gran amor puede ser tentado por un orgullo mayor. Porque la propia fuerza de su amor algunas veces los deslumbra y los halaga - hasta que ellos confían más en ese amor que en su Señor. Pero su respuesta amorosa a Jesús, sin importar lo fuerte que sea, siempre es exactamente eso: una respuesta a Jesús, en la que Jesús mismo capacita a la persona. ¡Jesús capacita a la persona para que lo ame!

Y aún ahora, cerca del Monte de los Olivos, sus ojos tristes dicen: '¡Pedro, Pedro, cristiano, cristiana! Pronto descubrirás que no es tu amor, ni tu bondad, ni tu conocimiento, no son tus oraciones, ni tus fortaleza lo que nos mantiene juntos. Yo lo hago. Yo solo, tu Señor, hago eso.'"
59-61


Muchos pueden no estar plenamente convencidos de esto. Juan nos lo dice claramente.
muerte de Jesús no necesita de nuestras buenas obras, ni de nuestras buenas intenciones,
ni de mi amor a Él, para ser perfecto y completo.

GB

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