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enero 07, 2010

Péndulos y Balance

Saludos y feliz año nuevo,

Hemos estado en el camino visitando a familia y amigos y no pude enviar el pensamiento la semana pasada... y este viene con algunos días de retraso, sin embargo me parece que es un buen momento para pensar no solo durante la semana, sino durante el año (y durante todo el tiempo que seamos cristianos), porque los extremos que menciona J. I. Packer son muy frecuentes, y dañinos al testimonio que damos de Jesús. La cita es de su libro Los Planes de Dios para su Vida.


Los problemas que Packer presenta en este capítulo son muy frecuentes y desgraciadamente podemos caer en ellas fácilmente, y muchas veces como resultado de buenas intenciones; muchas veces resultado de buenas intenciones, sin embargo erróneas. Es probable que nos parezca imposible vernos como fariseos o como sordos a la ley de Dios, pero sin duda, somos uno y/o el otro.
Sin duda tenemos mucho que pensar y aprender - a la luz de la Biblia - cómo relacionarnos con el mundo que Dios ha creado, y al mismo tiempo, ser sal y luz. Disfrútenlo:

"Nosotros, los cristianos, somos en realidad terriblemente malos para evitar los extremos. Somos como péndulos, constantemente balanceándonos de un lado al otro... Ni se busca, ni se encuentra el equilibrio. La reacción del hombre no logra hacer trabajar entonces la justicia de Dios.

Un ejemplo de esto es la oscilación pendular de la ética popular evangélica desde los legalismos hasta las antinomias y desde un espíritu de separación hasta uno de mundanalidad durante el medio siglo pasado... cada extremo es igualmente desequilibrado y mediocre.

Cuando digo legalismo, no me refiero en parte por medio de las obras (la herejía de los gálatas), sino a un enfoque controlado de la vida cristiana que recubre la libertad y el amor cristiano con una clase de fariseísmo cristianizado. Este fariseísmo ve a la vida cristiana principalmente en función de la conducta externa - en lo que ustedes y yo hacemos o no hacemos... el legalismo percibe la santidad de forma negativa, enfatizando la abstinencia del mal y no hacer el bien; es elitista en su disposición para censurar a los cristianos que son menos adictos a sus tabúes, y es débil en cuanto a su amor fraternal.

Cuando digo antinomia me refiero a no tomar la ley de Dios con seriedad como guía de conducta... Las personas antinómicas tienden a identificar los impulsos interiores como insinuaciones del Espíritu Santo, aun cuando vayan en contra de la ley. Necesitan comprender que la ley moral de las Escrituras expresa lo que le gusta y lo que le disgusta a Dios, de modo que que sólo podemos complacerlo cuando la observamos.

Hace cincuenta años [y todavía ahora] los evangélicos enseñaban cómo vivir de manera cristiana de forma legalista; 'No fumen, ni beban, no hagan trampas, no mientan, no mastiquen [tabaco] / y no se junten con aquellos que lo hagan'. (¿Suena familiar?) En aquellos días, lo principal era evitar contaminarse con el mundo. Esta escuela de pensamiento desconectaba la idea de que los cristianos tienen la libertad de disfrutar de la creación de Dios mientras que intentan cambiar el mundo para que sea mejor. La reacción en contra de esta forma de pensar nos ha llevado ahora al extremo opuesto. Muchos cristianos han adquirido, sin pensarlo, el estilo de vida que permite toda clase de excesos del mundo secular. La condena bíblica de las irregularidades sexuales y a la búsqueda egoísta de las riquezas, placeres y poder es totalmente ignorada, y los patrones de conducta de la mayoría de los cristianos no se distingue de los patrones de los no creyentes. En breves palabras, el legalismo de gueto le ha dado paso a la sofisticación antinómica. ¿Reacción? Sí. ¿Recuperación del equilibrio? No.

¿Cuál debería ser nuestra esperanza? ¿A qué deberíamos apuntar? El disgusto con la relajación de la moral cristiana probablemente producirá en poco tiempo un nuevo rigor legalista, pero eso sería nuevamente una reacción. ¿Alcanzaremos alguna vez el equilibrio semejante al de Cristo y podremos involucrarnos en el mundo teniendo en cuenta que somos diferentes a él? ¡Al menos, por el momento, trataremos de hacerlo!"
238-240


Que este año podamos entender que ser cristiano no sólo es cuestión de actitudes exteriores, sino de un corazón renovado que tiene también una visión renovada del mundo y del amor de Dios para todos y todas. Busquemos que nuestras acciones tengan un balance bíblico y no de tradiciones. Jesús vino a liberarnos, no a hacernos esclavos.

GB

1 comentario:

  1. Me gusta la descripci'on del legalismo - emfatizando lo que no hacemos en vez de emfatizar el amor para nuestro pr'ojimo - Jesus dijo que nos reconocer'an por nuestro amor, no por lo que no hacemos! Es mas facil seguir una lista de reglas que amar a las personas en nuestro alrededor.

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