Esta mañana les comparto un breve pensamiento que me envió un buen amigo. El autor - uno de mis favoritos contemporáneos - Tim Keller y se encuentra en su libro, El Dios pródigo. Un libro que causó cierto revuelo cuando salió porque mucha gente erróneamente cree que pródigo quiere decir perdido, por la historia del hijo pródigo, que contó el Señor Jesús (Lc 15:11-31). Sin embargo, explica Keller, su significado es generoso.
La cita de hoy nos llama a reflexionar acerca de las enseñanzas y actitudes de la iglesia hacia las personas, ya que es muy contrastante con las enseñanzas y actitudes de nuestro Señor Jesús.
"Las enseñanzas de Jesús atraían sin cesar a los irreligiosos y marginados de aquella época, mientras que ofendían a los religiosos y ortodoxos. Sin embargo, en términos generales, hoy por hoy nuestras iglesias no producen ese efecto. El tipo de personas marginadas que Jesús atraía no se sienten atraídas a las iglesias contemporáneas, por más progresistas que estas sean. Nuestra tendencia es atraer a personas conservadoras y moralistas. Los licenciosos, fracasados y marginados evitan las iglesias, lo cual solo puede significar una cosa: si la predicación de nuestro ministerio y las prácticas de nuestros miembros no tienen el mismo efecto sobre las personas que tuvieron las de Jesús, entonces no estamos difundiendo el mensaje que Él difundió".
Una de las razones por las que el evangelio fue tan bien recibido en los tiempos de Jesús fue porque el Señor enseñó que la salvación es para quien se acerca con fe y no para los perfectos (que por cierto no existen). Con humildad debemos reconocer que la iglesia de hoy, en general, se parece más a los fariseos que a los seguidores de Jesús y arrepintámonos.
Escuchemos el mensaje del evangelio y abracemos en amor a nuestros hermanos que están luchando con algún pecado, al mismo tiempo que reconocemos cuáles son con los que luchamos nosotros. El perdón se ofrece a quienes se arrepienten de corazón con el deseo de cambiar por amor a Dios y no para los que llenos de orgullo señalan los pecados de los demás pensando que ellos no tienen ninguno de qué arrepentirse.
El mensaje del evangelio no ha cambiado; nosotros, como la iglesia de Jesús, debemos entenderlo y predicarlo como lo hizo nuestro maestro.
En el amor y gracia del Padre.
Guillermo Bernáldez Flores
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