Esta semana cito del libro Red Like Blood (Rojo como la sangre) de Joe Coffey y Bob Bevington (esta sección fue escrita por Bob). Una historia cruda y conmovedora que nos abre los ojos a la realidad de vivir una fe cómoda, que es muy común entre muchos de nosotros.
Las tres frases de la persona que entrevistan, Daniel - 1) Jesús es todo lo que tengo, 2) Jesús es todo lo que necesito y, 3) Jesús es todo lo que quiero - resumen este mensaje. Cuando lo leí, me sentí incómodo porque sé que nunca he estado en una situación tan crítica y, aun así, con frecuencia siento que Dios no me bendice como a otras personas. Sé que puedo repetir estas frases pero, como el autor, mi vida también está llena de otras cosas que interfieren y que, a pesar de que no me guste admitirlo, apuntalan mi identidad. Espero que el mensaje llegue muy profundo y que, como Daniel, ¡Jesús llegue a ser nuestro todo!
En mi segundo viaje a India, serví como asistente de mi buen amigo, Brad. Él es un camarógrafo talentoso. Nuestra misión era captar la esencia del ministerio de la Liga Evangélica en India. Yo tenía que entrevistar a las personas, haciendo preguntas que no aparecían en la cámara. Un día, los dos alimentamos a un grupo de unos 30 leprosos, que fue una experiencia bastante conmovedora. Reconocí a uno de ellos que había conocido en mi primer viaje. Su nombre era Daniel - él era un pastor y un leproso. Tenía una cara inolvidable - había perdido la mitad de su nariz por la lepra. El traductor también lo conocía, y preguntó a Daniel si lo podíamos entrevistar. No imaginaba que iba a tener un encuentro cara a cara con una de las magias más poderosas que he encontrado.
Comencé la entrevista con una afirmación. "Sabemos que en la India se cree que los leprosos están bajo la maldición de Dios. Siendo así, ¿cómo te sientes al saber que Jesús es quien carga con tus maldiciones?" Después de una larga pausa, la respuesta llegó a través del traductor. "Jesús es todo lo que tengo." Asentí con la cabeza, sabiendo que, literalmente, Daniel no poseía nada. Aun así, sus ojos dejaban ver un contentamiento profundo y una alegría poco vista en ... Para ser honesto, quedé paralizado y no se me ocurrió una segunda pregunta. Pero Daniel habló y dijo, "Jesús es todo lo que necesito." Seis palabras que decían mucho y ¡yo sabía que revelaban el auténtico secreto de la magia pura! Me miró, esperando pacientemente mi respuesta, pero yo estaba mudo. Comencé a orar en silencio, pidiendo la ayuda de Dios. En ese momento, Daniel comenzó a hablar por tercera vez. Mis ojos se clavaron en su rostro al tiempo que sus palabras fluían a través del traductor como flechas mágicas que penetraban en lo profundo de mi alma, "Jesús es todo lo que quiero."
Esa noche, Brad y yo hablamos hasta la madrugada. Le dije que sentía celos de la fe de Daniel. Que estaba triste porque sabía que mi fe nunca sería tan pura como la suya porque tenía tantas cosas en las que apoyaba mi vida. Brad se sentó y me escuchó por mucho tiempo. Finalmente dijo en voz baja, "Tienes razón... a menos que algún día te encuentres en el proceso de muerte y te quiten las cosas, una a una." Irónico, ¿no? Pero es verdad.
pp. 49-50
Jesús nos llama a tomar nuestra cruz - símbolo de muerte - y seguirlo (Lc 9:23). Sin embargo, las distracciones de todo lo que queremos tener, todo lo que queremos ser, todo lo que queremos llegar a ser, compiten con nuestro llamado a crecer a la estatura del señor Jesús (Ef 4:13). Muchas de estas cosas son valoradas en nuestra sociedad y, si no tenemos cuidado, se pueden volver nuestros ídolos - lo hacen cuando se vuelven más importantes que nuestra fidelidad a Dios.
Daniel lo ha perdido todo, pero ha ganado el conocimiento de sus prioridades, ¡Jesús es su todo! Sólo recordando permanentemente que nuestro hogar está en el cielo nos ayuda a mantener este mismo orden de prioridades. No lo olvidemos, para quienes hemos sido salvados, ¡Jesús es nuestro todo! ¡Lo más valioso que jamás podamos anhelar!
Bendiciones
Guillermo Bernáldez Flores
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