
El tema que publicaré hoy es uno de los menos populares hoy en día - dentro o fuera de iglesias o congregaciones: la santificación. Esto no quiere decir que es un tema irrelevante. Por el contrario, los que seguimos a Jesús, somos llamados a crecer hasta la estatura de nuestro salvador. Se ha vuelto fácil para la iglesia de hoy amoldarse a los valores de la sociedad actual que, por un lado, es difícil distinguir entre cristianos y no cristianos; por el otro, la iglesia ha olvidado - o dejado de lado - el llamado a ser santos.

Antes de ir a la cita, brevemente mencionaré las ocho razones para que busquemos la santidad que da John Charles Ryle, a
quien James Montgomery Boice cita en su introducción.
1. "Debemos ser santos, porque la voz de Dios en las Escrituras lo ordena claramente" (1 Pe 1:14-16).
2. "Debemos ser santos, porque este era el gran propósito y fin cuando vino al mundo."
3. "Debemos ser santos, porque ésta es la única evidencia fehaciente de que tenemos la fe que salva puesta en nuestro Señor Jesucristo." (Stg 2:26).
4. "Debemos ser santos, porque esta es la única prueba de que verdaderamente amamos al Señor Jesucristo." (Jn 14:15; 15:14).
5. "Debemos ser santos, porque ésta es la única evidencia fehaciente de que verdaderamente somos hijos de Dios." (Jn 8:39-40; Rm 8:14).
6. "Debemos ser santos, porque ésta es la forma más segura de que podemos hacer bien a otros." (1Pe 3:1-2).
7. "Debemos ser santos, porque nuestro consuelo en el presente, depende en gran manera de la santidad." (Jn 9:3).
8. "Debemos ser santos, porque sin santidad, la tierra nunca estará preparada para el cielo." (Hb 12:14; Ap 21:27).
Me parece que son muy buenas razones para buscar la santidad. Y con esto, pasemos al pensamiento. Boice comienza haciendo referencia a estos puntos. Espero los anime.


pp. 25-26
Para concluir, la santidad no es lo mismo que el legalismo, el moralismo ni el fariseísmo, sino entender los principios y verdades que explícita o implícitamente Dios revela en su Palabra. Recordemos, también, que es un proceso que dura toda la vida y que no es para compararnos con los demás.
Vivir en santidad requiere de ni es sencillo, pero no es imposible. Seguramente habrá caídas y habrá que pedir perdón y seguir intentándolo. Dios nos ha prometido a su Santo Espíritu para acompañarnos, guiarnos y fortalecernos. Podemos confiar en nuestro Padre y crecer, teniendo como modelo a nuestro Señor Jesús.
Guillermo Bernáldez Flores
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