Saludos otoñales desde el sur,
Mary McAleese fue presidenta de Irlanda, una nación dividida por la intolerancia política y religiosa por mucho tiempo. Parte de su labor como mandataria estuvo orientada a la reconciliación y a una convivencia pacífica. También es la autora de Love in Chaos (Amor en Caos) y cuyo subtítulo es: Crecimiento espiritual y la búsqueda de paz en Irlanda del Norte.
McAleese explora varias disciplinas espirituales como la oración, la contemplación, el silencio, etc., y lo relaciona con el amor. La cita de hoy tiene tiene como base las palabras que Jesús dice a sus discípulos en Juan 15:15, 17: "Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes... Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros." Aunque vale la pena leer el párrafo completo de Juan 15:12-17.
"Las barreras entre el señor y el siervo son inherentes, y Jesús enfáticamente quiere que esa barrera sea removida. Es por esto que el tema de la amistad es tan crucial como el tema del amor, el mandato a amar.
La relación entre amigos es totalmente diferente a la del señor y el siervo. Algunos sinónimos de amigo son pareja, camarada, socio, compañía, compadre, confidente. Entre amigos hay cercanía, intimidad, igualdad, e informalidad. Los amigos generalmente se estiman mutuamente y hasta pueden confiar mutuamente uno en el otro como para compartir grandes confidencias. Puedes pedirle un gran favor a un amigo, uno que requiera abandonar el egocentrismo de su parte. Pero ordenarle algo a un amigo es algo que aun los mejores amigos harían con temor. Las relaciones en las que un amigo ordena a otro para que actúe de cierta forma y en la que el otro dócilmente hace lo que le dicen son generalmente catalogadas como no saludables, co-dependientes, inmaduros y desbalanceados. Podemos describir a la persona que ordena como un abusador o como un controlador. '¿Quién cree que es él para darme órdenes?'
Entonces ¿qué pensaba Cristo cuando de manera tan deliberada abandona el modelo relacional de señor-siervo en la cual las órdenes son cosa normal y, de hecho, lo que se espera? ¿Cuando en lugar de eso, él insiste en que sus discípulos han entrado en una relación de amistad con él, pero que ésta es una relación en la que él es, por algún capricho, también el señor? ¿Puede él ser, verdaderamente maestro y amigo? La respuesta es sí, sí puede; porque él es señor en el sentido de que él es el maestro, el experto, el que tiene el conocimiento derivado de la experiencia. Nadie sabe más del asunto que Cristo. Nosotros, sus amigos, somos invitados a compartir ese conocimiento con él. El conocimiento es simplemente que nosotros debemos amar, que podemos amarnos mutuamente, y que el amor funciona. Transforma al mundo.
Entonces, ¿por qué ordena a sus amigos a que se amen mutuamente? Porque, como el instructor de paracaidismo, él sabe que estamos temblando de miedo - no solo llenos de nuestras dudas acerca de sus credenciales como maestro, quizás de su misma existencia. Él sabe que si lo intentamos, nos va a gustar; nos va a maravillar porque funciona. Pero, como Tomás, no vamos a ser persuadidos hasta que lo experimentemos en carne propia. Somos como paracaidistas en su primer salto. Queremos tener la oportunidad. Hemos leído la teoría. Suena fantástica, emocionante, pero, Santo Dios, ¿qué estamos haciendo a 3,000 metros de altura, mirando a través de la puerta abierta de un avión? ¿Estamos locos o qué? Es precisamente en ese punto que necesitamos que alguien nos hable fuerte. Necesitamos que alguien diga, 'No te tiene que gustar, sólo tienes que hacerlo.' Necesitamos el empujón, la orden. Necesitamos lanzarnos al espacio y confiar que la persona que está gritando la orden sabe de lo que está hablando. Cada vez que subimos a ese avión durante los próximos 10, 20 o 30 saltos, nos vamos a sentir enfermos, aterrados, inseguros, y miserables. Pero algún día nos daremos cuenta que estamos paseando ante la puerta abierta, dando la bienvenida al ímpetu del viento, con los pies bien firmes aun durante la caída libre porque habremos, al fin, madurado y vuelto personas que saltan espontáneamente. El amigo-señor nos enseña cómo llegar a ser las personas que aman espontáneamente y que ahora ya no necesitan la orden."
(58-60)
El amor demanda demasiado; nos hace vulnerables. El amor no es un sentimiento que nace sin nuestra voluntad, no es sentir mariposas en el estómago. El amor es algo que se debe cultivar y hacer germinar y crecer; requiere de nuestra voluntad. Es por eso que Jesús, nuestro amigo-señor, no nos pide que lo hagamos, ¡nos lo ordena! Es una orden difícil, porque no sólo debemos amarnos unos a otros como hermanos y hermanas en la familia de nuestro Padre celestial. También nos ordena amar a nuestros enemigos, a los que nos hacen daño.
Es por amor, que Jesús vino a este mundo a morir por nosotros. Es este mismo amor que recibimos por gracia el que debemos dar por gracia, también. Es este amor el que tiene la capacidad de cambiar el mundo. Sólo debemos obedecer la orden hasta que sea un amor espontáneo.
En el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu
Guillermo Bernáldez
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