Buen día,
La cita de hoy es del libro que más he estado recomendando recientemente entre mis amigos: Vida en Comunidad. Lo recomiendo porque cada vez que lo leo, me sorprendo por su contenido y la agudeza de los comentarios de Dietrich Bonhoeffer. Y la cita de hoy no es una excepción ya que es acerca del reconocimiento y la confesión de los pecados. En primer lugar es difícil porque la palabra pecado (o algún sinónimo postmoderno, como ruptura, etc.) ya no es común, aun en algunas iglesias. Pero en el mejor de los casos la persona común pensará: "Eso es entre Dios y yo, y ya lo hablamos hace tiempo." Pero ¿has considerado confesar ese pecado que tanto escondes de las personas a un hermano o una hermana?
El tema de la confesión es generalmente un tema muy mal entendido por los cristianos evangélicos. La razón es que desde los tiempos de la Reforma protestante (1517) se dio énfasis a la confesión de pecados ante nuestro Padre celestial, porque la Iglesia Católica de ese entonces estaba haciendo un muy mal uso de la práctica de la confesión. El problema surge ante los pasajes que Bonhoeffer cita (Stg 5.16 y Jn 20.23) en los que se habla de confesar entre hermanos y, el extraño pasaje, donde Jesús da autoridad a sus discípulos de perdonar (o no) los pecados de otros. Tengo que confesar que en toda mi vida como cristiano, más de 40 años, no recuerdo ningún sermón que tratara de este tema en particular.
El problema más grande es el orgullo personal, ya que la gente en la congregación tiene una imagen de mi; la mejor que he podido representar y no quiero arruinar esa reputación. Entonces, reconocerlo frente a alguien es impensable. Por otro lado, está la falta de seriedad y discreción de las personas. No estoy seguro de que sepa guardar eso que hasta ese momento ha sido un secreto para mí. Y esto nos toca de rebote, porque nos debemos preguntar si nosotros somos capaces de mantener el secreto que tanto lastima a un hermano o hermana. En ningún momento estoy sugiriendo (y Bonhoeffer tampoco) que cuente a los cuatro vientos mis pecados, sino solo con la persona que me va a escuchar, ayudar, aconsejar, interceder y acompañar con amor y sabiduría cristiana.
Entonces hablar de cómo implementarlo, sería imposible en este espacio, sin embargo quiero dejar abierto el espacio para que se reflexione acerca de esta práctica, que es bíblica. Espero que lo encuentren desafiante y que lo disfruten.
"'Confiésense unos a otros sus pecados' (Stg 5.16). El que está solo con su pecado, está absolutamente solo. Puede ser que, a pesar de que los cristianos se reúnan para alabar, orar y toda su comunión en el servicio, puede seguir abandonado en su soledad. El camino a la comunión no ocurre; no porque ellos tengan comunión entre ellos como creyentes y como personas devotas; ellos no tienen comunión como los no devotos, como pecadores. La comunidad de los piadosos no permite que uno sea un pecador. Por eso cada uno debe esconder su pecado de sí mismo y de la comunidad. No nos atrevemos a ser pecadores. Muchos cristianos se sienten irremediablemente horrorizados cuando un un pecador real es descubierto abruptamente entre los justos. De esta manera nos manteemos solos con nuestro pecado, viviendo entre mentiras e hipocresía. El hecho es que ¡todos somos pecadores!
Es la gracia del Evangelio, que es tan difícil para que los piadosos lo entiendan, que nos confronta con la verdad y dice: Tú eres un pecador, un gran y desesperado pecador; ahora ven, como el pecador que eres, a Dios que te ama.... Dios ha venido a ti para salvar al pecador. ¡Alégrate! ... No puedes esconder nada de Dios. La máscara que usas ante los hombres, no es necesaria ante Dios... Ya no tienes que seguir mintiéndote a ti mismo, ni a tus hermanos, como si no tuvieras pecado; ya puedes atreverte a ser pecador. Gracias a Dios por eso; Dios ama al pecador, pero odia el pecado.
... Por eso, Jesús les dio autoridad a sus seguidores para escuchar la confesión de pecado y de perdonar el pecado en su nombre. 'A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados' (Juan 20.23).
... De entre todo el mundo, solo frente a mi hermano me atrevo a ser el pecador que realmente soy; aquí reinan la verdad y la misericordia de Jesús Cristo. Cristo se volvió nuestro Hermano para ayudarnos. A través de Él, nuestro hermano se vuelve Cristo para nosotros en el poder y autoridad de la comisión que Cristo le ha dado."
(110-111)
En verdad me duele porque yo mismo no he dedicado el tiempo ni el esfuerzo necesario para encontrar a esta persona, aunque espero encontrarlo pronto. Me duele también saber de tantas personas que con tanto dolor y esfuerzo tratan de seguir manteniendo una máscara que ya casi nadie cree. Si somos un cuerpo, es necesario que entre todos y todas contribuyamos y nos ayudemos en amor. Pero solo podemos contribuir y ayudar, en la medida en la que aceptemos que necesitamos que contribuyan con nosotros y nos ayuden.
La pregunta al final de esta reflexión es: ¿Reconoces tu pecado? ¿Lo confesarías?
Que Dios nos ayude a ser un cuerpo saludable.
GB
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