Saludos,
Esta semana la cita es de Donald Miller, uno de los autores que más nos gusta a mi esposa y a mí. La razón por la que nos gusta es porque escribe sin pretensiones de sonar académico o profundo, aunque lo es. Por lo tanto es ameno y fácil de leer. También nos gusta porque es muy honesto con las dificultades que ha tenido para creer en Dios - en cualquiera de sus tres personas. Se hace preguntas que cuando las leemos pensamos, es cierto, yo creía algo parecido pero nunca lo pude expresar por diferentes razones.
En su libro Searching for God Knows What (Buscando por Dios sabe qué) Miller nos habla de su experiencia dentro del cristianismo con la que muchos de nosotros nos podemos identificar. Es decir, la que pone como condición una lista de reglas a las que uno debe someterse para llamarse cristiano - principalmente una larga lista de lo que NO se debe hacer. Las aceptamos (o no) y nos damos cuenta que muchos de los que las han aceptado son personas que no nos hacen sentir aceptados o bien recibidos. Es probable que muchas veces nosotros mismos hayamos sido ese tipo de "cristiano" que tanto nos disgusta. Especialmente cuando hemos sido parte de una congregación por mucho tiempo o hemos estudiado algo de teología.
De ninguna manera quiero sugerir que el cristiano puede comportarse como quiera, la Escritura es clara en cuanto a lo que agrada a Dios y lo que no le agrada y ... a pesar de que a muchos no les guste, hay áreas grises en las que lo deja a nuestra consciencia.
Espero que lo disfruten y que podamos reconsiderar cómo estamos personalmente relacionados con nuestro Padre. Que lo disfruten.
"Como dije antes, el dios al que renuncié esa tarde ... era un dios no personal, un dios de reglas y listas y fórmulas. Pero ¿qué tal si todas nuestras reglas y listas y fórmulas vienen juntas por alguna razón, y qué tal si dejáramos de ver a las reglas y listas y fórmulas y en lugar de eso vemos a través de ellas el mensaje más grande y obvio? ¿Qué tal si el motivo detrás de nuestra teología es relacional? Mi necesidad, mi quebrantamiento interior que me llevó a tocar guitarra y memorizar poemas y hasta renunciar a mi fe en un esfuerzo para pensar de mí mismo como alguien inteligente, todo fue motivado por motivos relacionales: yo quería que otras personas me valoraran. Y ¿qué tal si el mensaje de Jesús fuera relevante para esa necesidad?
Estoy consciente de eso. Jesús siempre estuvo, y me refiero a siempre, hablando acerca del amor, acerca de personas, acerca de relaciones, y Él ni una sola vez lo redujo a pasos o fórmulas. ¿Qué tal si, en nuestro esfuerzo de diseccionar su mensaje, hemos obviado una invitación tan evidente? Me comencé a preguntar si volverme cristiano no era más parecido a enamorarse que el estar de acuerdo con una lista de principios verdaderos. Yo había conocido a muchas personas que estaban de acuerdo con estos principios, y eran unos despreciables, y también a muchas otras personas que creían en los principios, y que también decían amar a Jesús, quienes no eran despreciables. Parece que si algo más tiene que suceder en el corazón de alguien se vuelva creyente, para que alguien entienda el evangelio de Jesús. Parece que es más que un ejercicio cerebral. ¿Qué tal si el evangelio de Jesús es una invitación para conocer a Dios?
Ahora te tengo que decir, todo esto me intimidó un poco porque yo siempre he asumido un tipo de anonimato con Dios. Cuando me veía en el cielo, nunca me imaginé sentado a la derecha de Dios, como dice la Escritura, más bien me imaginaba en las montañas pescando y escribiendo una buena novela. Pero si el evangelio de Jesús es relacional; es decir, si nuestro quebrantamiento será restaurado, no por lo que entendamos de teología, sino por Dios que nos dice quiénes que somos, esto requiere de una intimidad que solo el cielo conoce. Imagina, un Ser con la mente tan grande como la de Dios, con pies como árboles y una voz como le del viento impetuoso, diciéndote que eres su creación a la que tanto ama. Es muy emocionante si lo piensas. Amor terrenal, es decir lo que yo estaba buscando cuando trataba de parecer inteligente, es temporal y pequeño que tiene que ser dado una y otra vez para que nosotros podamos sentir cierto tipo de seguridad; pero el amor de Dios, la voz de Dios y su presencia, llenaría nuestra alma con tal afirmación que no necesitaríamos nada más y nos haría amar a otras personas tanto que estaríamos dispuestos a morir por ellas. Quizá esto fue con lo que se tropezaron los apóstoles."
(45-47)
Es probable que algunos piensen que esto es lo más básico y que todos lo conocemos. De hecho es tan común encontrar a personas que nos dicen una y mil veces que se cristiano es una relación y no una religión. Sin embargo, cuando hablo con estas personas me doy cuenta que esa es una frase religiosa y que no tienen la menor idea de lo que es tener una relación íntima con Dios. Es un lenguaje piadoso acompañado por acciones poco piadosas y, en el mejor de los casos religiosamente piadosas.
Nuestra relación con Dios se refleja en el amor que tenemos por los demás. La forma en que tratamos a las personas refleja si esa acción es motivada por amor a esa persona si no lo es. Y esto no es sólo testimonio dentro de la iglesia, sino fuera de ella.
Que podamos conocer a Dios de tal manera que nos sea imposible amar a las otras personas.
GB
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