Buen día,
Espero que esta Semana Santa haya sido un tiempo de reflexión y de bendición al recordar la muerte y la resurrección de nuestro Señor Jesús.
La cita de hoy es de un gran músico contemporáneo que compuso, entre otras muchas canciones, El Shaddai, que popularizara Amy Grant: Michael Card. Aún recuerdo el impacto que tuvieron, y que siguen teniendo, sus canciones cuando lo escuché por primera vez. Sus canciones son profundas y musicalmente bien elaboradas. Michael Card no sólo escribe canciones y canta, también ha escrito más de una docena de libros. La cita de hoy viene de A Violent Grace [Una Gracia Violenta]. El tema central del libro es la cruz, un símbolo de violencia, dolor, y también de esperanza, para los que seguimos a Jesús.
Jesús, siendo Dios, experimentó en carne propia - en su encarnación - la vida de un ser humano: gozo, cansancio, tristeza, dolor y muerte - su muerte en la cruz. Sabiendo el dolor que la cruz le causó, nos llama a compartir su dolor tomando nuestra cruz y seguirlo. La cruz dejó cicatrices - marcas que sirvieron para que sus discípulos lo reconocieran después de su resurrección. La esperanza es que la historia no termina con la muerte, sino con su resurrección - que precede la nuestra.
Que lo disfruten:
"¿A qué se parece la vida resucitada? Cuando Jesús salió de la tumba se veía algo distinto. Seguía siendo el rabí de Nazaret; Seguía teniendo un cuerpo físico; su voz sonaba igual. Pero al principio ni siquiera sus amigos más cercanos no estaban seguros que realmente era Él.
Jesús escogió revelarse por sus cicatrices. En una serie de apariciones, mostró a sus discípulos sus manos, sus pies y su costado.
...
¿Alguna vez te has preguntado por qué el Padre prefirió no borrar esas marcas de humillación en el cuerpo perfecto - de no ser por esas marcas - resucitado de su Hijo? ... ¿Por qué no remover los recuerdos de las heridas de Jesús? ¿Por qué tiene que llevar sus cicatrices eternamente el Mesías herido, el Rey crucificado?
Creo que la respuesta se encuentra en el acto final de la gracia violenta. Esta violencia no es como la de los que estuvieron contra Jesús - los que terminaron con la vida de Jesús en la cruz. Tampoco es como la violencia con la que Jesús destruyó la muerte - ésta fue hecha por el poder de Dios cuando Jesús salió de la tumba.
La violencia final es una invitación del crucificado para ser crucificados. Y la crucifixión es nuestra.
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El hecho es que, si tomamos el nombre 'cristiano', nosotros también debemos ser reconocidos por nuestras cicatrices. Las pruebas visibles de nuestra crucifixión - no de nuestros logros, educación, posesiones, o riquezas - serán las marcas de nuestra identidad.
¡Ese es el único tipo de reino del que Jesús es Rey! Y todos los discípulos que lo escucharon aquel día tomarían su propia cruz, recibirían sus propias cicatrices en esta tierra, y, con ´la excepción de uno [Judas], morirían por amor a su Señor."
177-178
Nuestra sociedad valora el placer, el éxito, las riquezas, las apariencias, etc. Estas cosas no son malas en sí mismas. Nosotros las hemos sobre-valorado al punto de hacerlas nuestros ídolos, lo central en nuestras vidas y a lo que le dedicamos nuestro mayor y mejor esfuerzo. Nuestra sociedad, también detesta la idea de envejecer. Evidencia de ello es la cantidad de productos que prometen rejuvenecerte, hacerte más fuerte, más atractivo, tonificar, etc. A nuestra sociedad no le gustan las marcas que nos deja el tiempo: arrugas, canas, pérdida de cabello, y mucho menos cicatrices. Las cicatrices no solo son marcas del tiempo, sino también de dolor.
No propongo ningún tipo de auto-flagelación, ni de masoquismo, eso no sirve para nada y no le agrada a Dios. Lo que sí propongo es amar a nuestros semejantes... tanto como nos amamos a nosotros mismos. En esto Dios también nos dio el ejemplo. Dios amó tanto a su creación, que dio a su Hijo para que muriera por nosotros... y su Hijo - Jesús - lleva las marcas. Y tú, ¿qué tipo de marcas llevas?
GB
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