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marzo 17, 2009

Furia Santa


Esta semana voy a citar a Kaj Munk, un pastor danés que vivió los estragos de la Segunda Guerra Mundial y que fue asesinado en enero de 1944 por agentes de la Gestapo.  Esta cita la encontré en el libro de Shane Clairborne "The Irresistible Revolution" (La revolución irresistible).  

Tres comentarios breves antes de la cita. 1)  Sólo una pequeña parte de la iglesia en Europa se opuso abiertamente a Hitler.  Bonhoeffer es probablemente la figura más dominante y reconocido fundador y líder de la Iglesia Confesante en Alemania.  2)  Shane en su libro habla de la necesidad de la iglesia actual de retornar a lo que en sus orígenes la hizo tan distintiva: el amor al prójimo.  3) En ningún momento hacen referencia a ningún tipo de legalismos que hasta ahora - y desafortunadamente - han sido lo más distintivo de muchas iglesias. 

"Entonces ¿cual es nuestro trabajo hoy?  ¿Debería contestar: 'fe, esperanza y amor'?  Eso suena hermoso.  Pero diría - coraje.  No, aun así no es suficientemente desafiante, para ser honestos.  Nuestro trabajo hoy es ser intrépidos.  Porque lo que nosotros los cristianos no nos falta sicología o literatura... nos falta una furia santa - la audacia que viene del conocimiento
 de Dios y de la humanidad.  La habilidad es enojarse cuando la justicia yace postrada en las calles y cuando la mentira ruge a través de la faz de la tierra... una furia santa por las cosas que están mal en el mundo.  Enfurecerse contra la devastación de la tierra de Dios y la destrucción de le mundo de Dios.  Enfurecerse cuando los niños pequeños tienen que morir de hambre, cuando las mesas de los ricos están hundidas en comida.  Enfurecerse ante la locura de matar a tantos, y en contra de la locura de los ejércitos.  Enfurecerse ante la mentira que llama paz a la amenaza de muerte y a la destrucción de la paz.  Enfurecerse en contra de la complacencia. 

Aventurarse  incansablemente a eso que desafiará y buscará cambiar la historia humana hasta que se conforme a las normas del Reino de Dios.  Y recordar que los signos de la Iglesia cristiana han sido el león, el cordero, la paloma y el pez... pero nunca el camaleón."

De esto último hay que recordar que el camaleón tiene la capacidad de mimetizarse de tal manera que está ahí pero no se puede ver; no se distingue.  

Ya que la Iglesia somos todas y todos, cabe preguntarnos si tenemos este coraje  - esta furia para procurar cambios en la sociedad, en el país y en el mundo entero que vayan de acuerdo a las normas del Reino de Dios.  

¡Vivamos con esa furia santa!

       GB

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