Este día comparto con ustedes
la biografía de William Sangster, como la describe R. J. Morgan
en su libro de al On This Day (En este día). La vida de Sangster refleja una convicción y
compromiso con la gloria de Dios que es ejemplar. Como comento con frecuencia en nuestra
congregación, no creo que la idea sea volvernos masoquistas y buscar sufrir,
sino que, cuando el momento de sufrir llegue, podamos estar preparados sabiendo
que nuestro Dios es soberano y que nada ocurre sin que Él lo permita.
Espero que este pensamiento nos
inspire a confiar en nuestro Dios y Padre, sin importar las circunstancias. El valor que algunos cristianos que, como
Sangster, muestran ante la adversidad es verdaderamente sorprendente. Personas que no apartan su vista de la eternidad.
Cuando se confía en Dios, aun
la enfermedad puede llegar a ser una herramienta para su gloria. Cuando le preguntaron a Jesús el porqué de la
ceguera de un hombre en Juan 9, él respondió, “esto
sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.”
(Jn 9:3:b). La enfermedad de Pablo, a través
de una “espina” en su carne, mostró la suficiencia de la gracia de Dios. Las cuatro reglas de William Sangster
nos muestra cómo sucede.
Sangster nació en 1899 en
Londres y comenzó a asistir a una iglesia Metodista a la edad de nueve
años. A los 13 años se volvió al
cristianismo, comenzó a compartir su fe con sus amigos inmediatamente. Tres años después, predicó su primer
sermón…. Después de dedicar tiempo al
ejército y en la universidad, él comenzó a pastorear en un circuito de iglesias
Metodistas, trabajando hasta quedar exhausto, y diciendo con frecuencia, “¡Simplemente
no puedo hacer suficiente!” Su
reputación como un potente y amado predicador le seguía de congregación a
congregación.
En 1939 Sangster asumió el
liderazgo de Westminster Central Hall, una iglesia Metodista cerca de la
Abadía de Westminster en Londres.
Durante su primer servicio de alabanza, él anunció a su congregación que
Inglaterra y Alemania se habían declarado la guerra oficialmente, la gente quedó
paralizada. Rápidamente convirtió el
sótano de la iglesia en un refugio contra ataques aéreos, y por 1,668 noches,
Sangster ministró las variadas necesidades de todo tipo de personas. Al mismo tiempo, él logró escribir su
disertación doctoral, predicar sermones muy desafiantes y llevara a cientos de
personas a los pies de Cristo. La gente
en Londres lo conocía como el sucesor de John Wesley, así como el predicador
inglés más amado de su época.
Después de la
guerra, Sangster fue el director del departamento de misiones metodistas en
Inglaterra, hasta que se le diagnosticó una atrofia muscular. Por tres años fue muriendo lentamente,
quedando paralizado poco a poco, al final sólo podía mover dos dedos. Sin embargo, su actitud no desfalleció. Cuando él se enteró por primera vez de su
enfermedad, Sangster creó cuatro reglas para él mismo. Muchas personas las han adoptado como reglas
para la vida. Sangster escribió cuatro
reglas para morir: “Nunca me quejaré.
Siempre mantendré iluminado el hogar.
Contaré mis bendiciones.
Intentaré convertirlo en ganancia.”
Hizo todas eso y así, la obra de Dios se hizo evidente en su vida, y el
poder de Dios se hizo perfecto en su debilidad.
A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Y sus
discípulos le preguntaron: —Rabí, para que este hombre haya nacido ciego,
¿quién pecó, él o sus padres? —Ni él pecó, ni sus padres—respondió Jesús—, sino
que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. (Jn 9:1-3)
¡La actitud de Sangster
es sorprendente! Enfrentar la vida con
la expectativa y el deseo de vivir conforme a la voluntad de Dios en todo momento
no es sencillo cuando las circunstancias son adversas. Sin embargo, como dijera Pablo, todo es
posible en Cristo que nos fortalece; ya sea en la abundancia como en la
necesidad.
Que las reglas que
Sangster determinó ante la inminencia de su muerte sean una inspiración para
cada uno de nosotros que, tarde o temprano, estaremos ante la presencia de
Dios. Que la convicción de que nuestro
fin en esta vida es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre sea evidente
en nuestras vidas.
Orando para que Dios
confirme en nosotros su obra,
Guillermo Bernáldez
Flores