El pensamiento de esta semana es de Tomás de Kempis, quien naciera en Holanda en 1392. Su familia era devota, pero reconoció a Jesús como su salvador cuando escuchó a Gerhard Goote, un predicador callejero itinerante. El mensaje que predicaba era sencillo, "Aléjate de tus pecados, sigue a Jesús y lee la Palabra de Dios." Tiempo después, Tomás se unió a un grupo conocido como Los hermanos de la vida común, cuyo objetivo era vivir de forma sencilla, humilde y sin pretensiones basados en el ejemplo de vida de los primeros cristianos (Hc 2:42-47).
Este libro, escrito antes de la Reforma protestante (1517), nos muestra el deseo de seguir sincera y desinteresadamente a nuestro Señor Jesús. Espero que sus palabras nos ayuden a poner en perspectiva nuestras intenciones para servir a Cristo y que corrijamos aquello en lo que pudiéramos estar errados. Que lo disfruten.
Muchas personas aman a Jesús, pero pocos cargan la cruz del Señor. Muchos desean su consuelo, pero pocos tribulación. Él encuentra muchos compañeros en la mesa, pero pocos en su abstinencia. Todos desean regocijarse con Él, pero pocos desean soportar cualquier cosa por Él o con Él. Muchos siguen a Jesús al partimiento del pan, pero pocos a beber la copa de su sufrimiento. Muchos veneran sus milagros, pocos siguen la ignominia de su cruz. Muchos aman a Jesús mientras no tengan que enfrentar dificultades; muchos lo bendicen mientras reciban consuelo de Él, pero si Jesús se escondiera y los dejara por un poco de tiempo, ellos comienzan a quejarse o se sienten mentalmente abatidos.
Aun así, los que aman a Jesús por quién es Él y no por algún tipo de consuelo especial para ellos, los que lo bendicen en todas las tribulaciones y angustias del corazón, así como en el estado de comodidad más elevado. Sí, aun si Él nunca hubiera querido darles comodidades, ellos lo alabarían y desearían darle gracias todo el tiempo.
Oh, ¡qué poderoso es el amor puro hacia Jesús, que no está mezclado con intereses personales ni con amor propio! ¿No deberían llamarse mercenarios a todos aquellos que siempre están buscando consuelo? ¿Acaso no es evidente que se aman más a ellos mismos que a Jesús aquellos que siempre están pensando en su bienestar? ¿Dónde se puede encontrar a alguien que esté dispuesto a servir a Dios por nada?... En la cruz hay salvación, en la cruz hay vida; en la cruz hay dulzura celestial; en la cruz hay fuerza mental; en la cruz hay gozo del espíritu; en la cruz hay virtudes elevadas; en la cruz hay perfección de santidad. No hay salvación para el alma ni esperanza de vida eterna, sino sólo en la cruz. Por lo tanto, toma la cruz de Jesús y síguelo, y así entrarás a la vida eterna.
La salvación no es por obras, no es por el sacrificio que podamos hacer. Pero el deseo de seguir a Jesús todo el tiempo y no únicamente en las buenas, muestra el motivo por el que me acerco a Jesús.
No quiero dar la imagen de buscar el dolor y el sufrimiento. Como todas las personas trato de evitar lo desagradable, pero como cristiano, entiendo que la cruz de Jesús - con todo el dolor que lleva la muerte a uno mismo - es central al mensaje y es la cruz que el Señor Jesús nos indica que debemos tomar (Lc 9:23).
Que nuestro Padre nos dé el valor y la determinación para seguirlo en todo.
Guillermo Bernáldez Flores