Buen día,
Ya que tenemos poco tiempo trabajando con una pequeña congregación, es fácil comenzar a soñar en lo que Dios puede hacer; también es fácil dar énfasis a las capacidades de las personas y los proyectos que podrían servir para fortalecer a los miembros y atraer otros. David Platt nos plantea la necesidad de tener cuidado de no tomar todo en nuestras manos, por más experiencia que tengamos, sino de nuestra gran necesidad de depender de nuestro Padre.
Su libro Radical, es un vehemente llamado a reconsiderar la centralidad de Dios en nuestras vidas y en su iglesia. Obviamente, debemos agradecer a Dios por los dones y capacidades que Dios da a los miembros de las iglesias, pero debemos tener cuidado de no hacer de estas personas la base de nuestras iglesias y congregaciones, sino de estar cimentados en Jesús, la Roca.
Platt acierta al no negar la necesidad de planear y otras actividades similares. No se trata de hacer las cosas sin pensar, sino de entender que somos instrumentos en las manos de Dios y, por lo tanto, debemos orar como si no pudiéramos planear y planear como si no fuera posible orar. Espero que sea constructivo.
Si no tenemos cuidado, podemos pasar esta promesa [Platt se refiere a la promesa de Jesús de contestar nuestras oraciones que se encuentra en Juan 14:12-17] y perdernos el poder de la presencia de Dios. Rodeados por la autosuficiencia de ... la cultura, podemos convencernos de que tenemos lo que se necesita para llegar a ser algo grande. Nuestras iglesias pueden imitar nuestra cultura, planear y programar, organizar y hacer estrategias, crear e innovar - todo esto en un esfuerzo para mostrar que somos capaces de lograrlo todo con nuestras propias habilidades. Como dijo Adams, podemos "alcanzar la máxima estatura de la que somos capaces de forma innata y ser reconocidos por los demás por quiénes somos." Pero hay otro camino.
Es el camino de Cristo. En lugar de afirmarnos a nosotros mismos, tomamos la cruz. en lugar de imaginar todas las cosas que podemos alcanzar, pedimos a Dios que haga lo que sólo él puede hacer [y que es mucho más y mejor que lo que el más capaz ser humano puede lograr]. Sí, trabajamos, planeamos, organizamos y creamos, pero hacemos todo esto al tiempo que ayunamos, mientras oramos, y mientras confesamos constantemente nuestra necesidad de la provisión de Dios. En lugar de depender de nosotros mismos, expresamos una desesperación radical por el poder de su Espíritu, y confiamos que Jesús está listo para darnos todo lo que le pidamos para que podamos exaltar a nuestro Padre en el mundo.
Piénsalo. ¿Dirías que tu vida muestra una desesperación por el Espíritu de Dios en este momento? ¿Dirías que la iglesia a la que asistes se caracteriza por este tipo de desesperación?
¿Por qué nos gustaría conformarnos con una cristiandad de acuerdo a nuestras habilidades o conformarnos con una iglesia de acuerdo a nuestros propios recursos? El poder de aquél que levantó a Jesús de entre los muertos vive en nosotros y, uno de los resultados es que no tenemos necesidad de andar reuniendo nuestro propio poderío. Nuestra gran necesidad es la de caer día y noche delante del Padre Todopoderoso suplicando que muestre su poder radical en y a través de nosotros, que nos capacite para lograr lo que nunca hubiéramos imaginado, para su gloria. Cuando hagamos esto, descubriremos que fuimos creados para un propósito mucho muy superior que nosotros mismos, el tipo de propósito que sólo puede ser alcanzado en el poder de su Espíritu.
La oración es una actividad que, para la mayoría de las personas, fácilmente es dejada de lado en nuestras agendas para dar espacio a otras actividades que consideramos "más productivas." Esto es una señal de que hemos comenzado a confiar más en nuestras propias capacidades que en dador de ellas.
La oración es una disciplina y, como toda disciplina, es necesario dedicarle tiempo. Es, además, nuestra conexión directa con Dios; nuestro Padre todopoderoso y soberano que nos ama y merece toda la honra, la gloria y poder, y por eso nos llama para que compartamos la esperanza eterna que hay en su palabra.
Orando por la iglesia
Piénsalo. ¿Dirías que tu vida muestra una desesperación por el Espíritu de Dios en este momento? ¿Dirías que la iglesia a la que asistes se caracteriza por este tipo de desesperación?
¿Por qué nos gustaría conformarnos con una cristiandad de acuerdo a nuestras habilidades o conformarnos con una iglesia de acuerdo a nuestros propios recursos? El poder de aquél que levantó a Jesús de entre los muertos vive en nosotros y, uno de los resultados es que no tenemos necesidad de andar reuniendo nuestro propio poderío. Nuestra gran necesidad es la de caer día y noche delante del Padre Todopoderoso suplicando que muestre su poder radical en y a través de nosotros, que nos capacite para lograr lo que nunca hubiéramos imaginado, para su gloria. Cuando hagamos esto, descubriremos que fuimos creados para un propósito mucho muy superior que nosotros mismos, el tipo de propósito que sólo puede ser alcanzado en el poder de su Espíritu.
pp. 59-60
La oración es una actividad que, para la mayoría de las personas, fácilmente es dejada de lado en nuestras agendas para dar espacio a otras actividades que consideramos "más productivas." Esto es una señal de que hemos comenzado a confiar más en nuestras propias capacidades que en dador de ellas.
La oración es una disciplina y, como toda disciplina, es necesario dedicarle tiempo. Es, además, nuestra conexión directa con Dios; nuestro Padre todopoderoso y soberano que nos ama y merece toda la honra, la gloria y poder, y por eso nos llama para que compartamos la esperanza eterna que hay en su palabra.
Orando por la iglesia
Guillermo Bernáldez Flores
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