Había comenzado a escribir el pensamiento, hace unas tres semanas sin saber que el Señor llamaría a mi padre pocos días después. Como han de imaginar, muchas cosas cambiaron. En todo, Dios nos ha sostenido y ha sido bueno. Hoy, cuando después de todo el ajetreo, puedo sentarme a terminar, me di cuenta que el texto era apropiado para recordar a mi papá. Al leer lo que hizo Randy por Bob, puedo ver a mi propio papá acompañándome a lo largo de la vida.
El pensamiento para hoy es de un libro de historias y anécdotas que Bob Goff relata. El libro se llama "El Amor Hace" y el título de esta historia en particular se llama "Estoy Contigo". La referencia principal es Jesús, que está con nosotros como lo ha prometido. Este ejemplo, se encarna en la vida de Randy, un joven amigo del autor. Randy, aunque es varios años mayor que Bob, es un amigo en serio, un amigo en las buenas y en las malas, un amigo que lo acompaña a pesar de que esto signifique un sacrificio personal.
La historia es que Bob, desilusionado piensa abandonar la escuela y le comenta a Randy, quien decide acompañarlo en su aventura. Que disfruten la historia.
"Después de echarle gasolina al coche, sólo me quedaban unos cuantos pesos en el bolsillo, así que Randy se ofreció a pagar por la cena. Cuando volvíamos al auto después de haber comido, me volví hacia Randy y le dije: 'Sabes, Randy, ha sido fantástico que vinieras conmigo y todo eso, pero siento que me estoy quedando sin opciones. Creo que voy a regresar y acabar la escuela secundaria.' Tras una breve pausa, Randy volvió a repetir lo que se había convertido en un gran consuelo para mí durante el viaje: 'Oye, decidas lo que decidas, sabes que de cualquier manera, estoy contigo, Bob'.
Randy había estado conmigo y podía afirmar que
estaba conmigo' tanto en espíritu como con su presencia. Estaba comprometido conmigo y creía en mí. Yo no era un proyecto, era su amigo. Me preguntaba si tal vez todos los cristianos actuaban de ese modo. No lo creía, porque la mayoría de los que había conocido hasta el momento eran un tanto faltos de personalidad, parecían tener más opiniones sobre a qué o quién se oponían, que sobre aquello o a quién apoyaban. Sin hablar mucho más, Randy y yo intercambiamos una mirada silenciosa y asentimos con la cabeza: esto indicaba que habíamos acabado. Sin pronunciar palabra, salté al asiento del conductor, Randy hizo con el asiento del pasajero y seguimos la senda proyectada por las largas sombras del día anterior. Estaba regresando.
No hablamos demasiado al abandonar el valle de Yosemite; de hecho, tampoco conversamos durante un largo trecho del camino a casa. Uno de mis sueños acababa de internarse en un hospicio, y Randy era lo bastante sensible para saber que yo necesitaba espacio para pensar. Viajamos durante cinco o seis horas en silencio. De vez en cuando, Randy chequeaba cómo me iba, en su confiada y alentadora voz: 'Eh Bob, ¿qué tal estás?'
Bajamos por algunas calles familiares y llegamos a casa de Randy. Había otro coche estacionado junto al suyo; parecía el de su novia. Solía visitarle con frecuencia. Caminamos hacia la puerta delantera y él la abrió. Entré detrás de él sin que me invitara a hacerlo, pero de alguna manera me sentí bienvenido. En el suelo observé una pila de platos y papel de regalo, una cafetera, algunos vasos. Sobre el sofá había un microondas a medio meter en una caja. Al principio no lo entendí. ¿Acababa Randy de celebrar un cumpleaños? ¿El de su novia quizás? Un microondas parece una forma extraña de celebrara porque no había papel de regalo. Entonces, desde la vuelta de la esquina, la otra mitad de la pareja salió y lanzó sus brazos alrededor de Randy. 'Bienvenido a casa, cariño'. En ese momento lo entendí todo.
Sentí nauseas y me emocioné. Comprendí que lo que había en el suelo eran regalos de boda. Randy y su novia acababan de casarse. Cuando yo había llamado a su puerta aquel domingo por la mañana, Randy no solo vio a un alumno de escuela secundaria que había interrumpido el principio de su matrimonio, sino a un chico que estaba a punto de saltar a la vía del tren. En lugar de pasar los primeros días de casado con su esposa, me los dedicó a mí, colándose con sigilo en la parte trasera de una caseta de campaña.
¿Por qué? Porque Randy me amaba. Vio la necesidad y actuó. No se limitó a decir que me apoyaba o que estaba conmigo. Estuvo presente, conmigo, de verdad.
Lo que aprendí de él cambió para siempre mi opinión de lo que significa tener una amistad con Jesús. Entendí que la fe no significa saber todas las cosas correctas ni obedecer una lista de normas. Es mucho más, algo más costoso, porque implica estar presente y hacer un sacrificio. Quizás sea esta la razón por la que, a veces, a Jesús se le llame Emanuel, 'Dios con nosotros'. Creo que esto es lo que Dios tenía en mente: que Jesús estuviese presente, que sólo estuviese con nosotros. Creo que esto es lo que Dios tenía en mente para nosotros cuando le otras personas se trata.
... Lo que aprendí de Randy sobre la clase de amor que Jesús ofrece es que tiene más que ver con la presencia que con emprender un proyecto. Es un tipo de amor que no sólo en las cosas buenas, está de acuerdo con ellas o habla de ellas. Lo que aprendí de Randy reforzó la sencilla verdad que sigue tejiéndose en el tapiz de toda historia extraordinaria:
El amor hace."
(7-9)
Me siento muy agradecido porque Dios ha provisto muy buenos amigos a lo largo de mi vida. Igualmente me siento bendecido por mi padre acá en la tierra - a quien puedo contar como un verdadero amigo.
(Papá y yo - nuestra primera navidad)
El llamado que tenemos como seguidores de Jesús es similar - ayudándonos y motivándonos los unos a los otros. No siempre se trata de aceptar lo que hacen los otros, habrá veces en las que tengamos que confrontarlos - pero siempre en amor. Espero poder acompañar a mis amigos y así reflejar el amor de Jesús, ¿y tú? Espero que también.
Gracias a Dios por mi papá
Guillermo Bernáldez
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