Saludos invernales desde el sur,
la cita de hoy viene del mismo libro del que cité hace un par de semanas: Living Gently in a Violent World (Viviendo Apaciblemente en un Mundo Violento). Sin embargo, en esta ocasión es el turno de Jean Vanier. Vanier es el fundador de L'Arche, que quiere decir el principio, y que es una red de comunidades donde personas con y sin discapacidades mentales experimentan la vida juntos compartiendo y cuidando sus necesidades recíprocamente.
La vida con discapacitados y sus familias le ha dado un punto de vista distinto al que la gran mayoría de nosotros conocemos. Algunos de los cambios se reflejan en conceptos como: ser humano, necesidad, debilidad, comunidad, estar hecho a la imagen de Dios y el amor de Dios por sus hijos e hijas.
La cita de hoy está formada por algunas historias que Vanier cuenta para ilustrar sus conferencias. Cuando lo leí no pude evitar pensar en momentos en los que he caído en cosas semejantes a las que Vanier describe. Me entristecí porque sé que no lo he superado del todo y porque también lo he visto - y lo sigo viendo - en muchas iglesias. Espero que lo disfruten.
"Otra persona... estaba trabajando en el mundo de la prostitución, y ella había estado trabajando con un joven por algún tiempo. Un día ella caminaba por un parque... y lo encontró muriendo por una sobredosis. Mientras ella se arrodillaba junto a él, él le dijo, 'Tú siempre has querido cambiarme. Nunca me has aceptado como yo soy.' ¿Podemos aceptar y amar a las personas... como son?
Cuando podemos cambiar a las personas, tenemos el poder. Tenemos generosidad. Tenemos bondad. Pero creamos un abismo cuando queremos hacer buenas cosa para otras personas. La visión de Jesús fue extraordinaria... Jesús vino a este mundo para amar a las personas como son."
(63-64)
Como seguidores de Jesús estamos llamados a cambiar el mundo, no somos nosotros los que tenemos la capacidad de cambiar a las personas: es Dios mismo a través del Espíritu Santo. Queremos hacerlo en nuestro tiempo y con nuestras fuerzas, pero no funciona así. Quizá la parte más negativa, es que esto nos hace sentir superiores o mejores que los demás y a veces aun hasta pensar que ciertas personas no deberían asistir a la congregación. Vanier continúa.
"... Tenemos miedo de mostrar nuestras debilidades. Tememos no tener éxito. Dentro de nosotros tenemos miedo de no ser reconocidos. Así que pretendemos que somos los mejores."
(65)
"... Todos nosotros hemos sentido la tendencia a querer demostrar que somos mejor que los otros, para poder ascender, para ser respetados... Cuando le damos la bienvenida a las personas que están abatidas exteriormente, ellas nos ayudan a descubrir nuestro abatimiento interior. No podemos entrar en una relación verdadera con personas abatidas a menos que tratemos con nuestro propio abatimiento...
... La debilidad es una parte importante de nuestra realidad. Nacemos débiles. Necesitamos amor incondicional... Todos tenemos un profundo miedo a nuestras propias debilidades porque mis debilidades hace posible que alguien más me destruya. Así que creo mecanismos de defensa y coacción para protegerme. Todos tenemos sistemas diseñados para prevenir que otras personas vean quienes somos."
(67-68)
Definitivamente no es malo tratar de ser mejor, lo malo está en tratar de aparentar que somos mejores. Cuando nos comparamos y decimos y hasta creemos que en realidad somos de alguna manera superiores, con mejor testimonio, mayor fidelidad, mejor lenguaje, mejor educación, mejores logros.... y la lista puede seguir. El terror a que se descubra cómo soy en realidad; que se sepan mis pensamientos y deseos más secretos.
Pero esta última historia nos hace ver una realidad muy dulce y reconfortante.
"Había un niño pequeño con una discapacidad que estaba haciendo su primera comunión en una iglesia en Paría. Después de que la ceremonia hubo una fiesta familiar de té y café. El tío del pequeño se acercó a la mamá del niño y dijo, '¿No fue una ceremonia hermosa? Lo triste es que él no entendió nada.' El niño pequeño escuchó y con lágrimas en sus ojos dijo, 'No te preocupes, mami, Jesús me ama tal como soy.'"
(72)
Es verdad, Dios nos ama porque nos hizo. También nos ama porque somos sus hijos e hijas. No ama nuestro pecado, pero nos ama tal y como somos. Él sabía que éramos pecadores. Él sabe que seguimos cayendo - unos más otros menos - y aun así decidió amarnos. ¿No es maravilloso? Éste amor es el que nos hace cambiar. El reconocer que cuando no merecíamos ser amados, Dios nos amó y envió a su Hijo a recibir el castigo que nosotros merecíamos. Por eso no funciona intentar cambiar a las personas. El amor que les mostremos, será un reflejo imperfecto del amor del amor perfecto de nuestro Padre.
Elevando una oración para que podamos amar a los demás tal como son y al mismo tiempo sintamos el amor de Dios a pesar de las cosas que hayamos hecho. Y al reconocerlas, darle gracias por su amor y pidamos perdón con un corazón dispuesto a ser cambiado y moldeado conforme a la voluntad del Todopoderoso.
Guillermo Bernáldez