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octubre 27, 2010

No Olvidemos el Evangelio


Buen día para todos, Esta semana la cita es de Rich Mullins, uno de mis cantantes favoritos. Su libro de devocionales también es uno de mis favoritos. Sin embargo, la cita está en el libro de otra persona, de Brennan Manning, de quien espero escribir pronto.

La cita es del testimonio de Rich Mullins que abre el libro El Evangelio de los Andrajosos. Aunque, tanto el libro como el testimonio fueron escritos hace 20 años, la cita me parece muy apropiada y fresca para la iglesia de hoy: la necesidad de proclamar el evangelio que dá vida.

Es fácil que cuando uno habla de la congregación a la que asiste hable de los grupos que hay en la iglesia, de las actividades, del tamaño de la iglesia, de las experiencias extáticas, del grupo de alabanza, y cosas por el estilo, pero no del poder liberador del evangelio basado en la gracia de Dios. No quiero dar la impresión que todo lo que mencioné (y otros temas) carezcan de importancia. ¡NO! Todos son temas importantes, pero nunca deben sustituir al evangelio.

Hay otra tendencia que enfatiza las reglas y la disciplina de la congregación. Todo se puede regular: la forma de vestir, las palabras que se deben usar (y las que no son pronunciables), la hora correcta de llegar de los jóvenes a sus casas, los lugares que pueden frecuentar, los programas de televisión que son permitidos - en algunos casos ni la tele es permitida - largo de cabello, bailes, cerveza, cigarrillo, etc. Tampoco digo que las reglas carezcan de sentido: son importantes. Pero las reglas tampoco nos llevan a un encuentro personal con Jesús. Que lo disfruten.

"Le debo a Brennan Manning treinta dólares por unas grabaciones de conferencias que le compré y por las que firmé un pagaré. No escribo estas palabras a causa de esa deuda. Simplemente lo menciono porque al estar endeudado es una condición inmanente al andrajoso... una condición que todos compartimos, hasta que nos perdemos en una verdad liberadora, sanadora y vigorizadora...

Conocí la obra de Brennan Manning durante un viaje al sur de Manhattan, Kansas, por las colinas de Flinthill. Es un paisaje bellísimo, que se disfruta acompañado por la música de Aaron Copeland... o por el silencio total. Cuando un amigo puso una de las cintas de las conferencias de Manning en el reproductor de mi automóvil, protesté. Pero mi amigo dijo: 'Sólo dale diez minutos'.


Cinco minutos más tarde, detuve mi automóvil junto a la ruta. Tenía los ojos llenos de lágrimas y no podía conducir.

He asistido con regularidad a la iglesia desde que tenía menos de una semana de vida. He oído sermones sobre la virtud, en contra del vicio, acerca del dinero, la administración del tiempo, el diezmo, la abstinencia y la generosidad. He escuchado miles de sermones... pero me sobran los dedos de una mano para contar los que simplemente proclaman el evangelio de Cristo.

Esa proclamación es el mensaje que oí ese día. E hizo lo que el evangelio no puede dejar de hacer: rompió el poder de la mera 'religiosidad moralista' en mi vida y revivió una aceptación más profunda, que hacía tiempo estaba marchitándose dentro de mí.

En nuestra sociedad solemos jurar lealtad inconmovible a una posición rígida, confundiendo esa acción con el encuentro de la auténdica conexión con un Espíritu dador de vida. Pasamos por alto el evangelio de Cristo: la buena nueva de que, a pesar de que el Dios Todopoderoso y Santo sabe que somos polvo, aun así se rebaja para insuflar en nosotros el aliento de vida... para sanar nuestras heridas con el bálsamo de la aceptación y el amor....

Le debo a Brennan Manning treinta dólares, y espero pagárselos pronto, sin embargo mi deuda con él es aún mayor, por la libertad que me ayudó a encontrara con este libro. Y mi mayor deuda es con Dio cuya gracia se exitiende a - y especialmente en favor de - los andrajosos de este mundo."
(11-12)


El evangelio nos habla de la gracia de Dios; de su amor perfecto por nosotros. El Dios que creó los cielos y el universo, puso su mirada en nosotros y con el salmista debemos maravillarnos de ello. ¿Por qué Dios - que es tan grande, santo, poderoso y perfecto - nos ve a nosotros que somos pequeños, pecarores, débiles e imperfectos? Por eso es que Rich nos describe como andrajosos, porque en realidad es lo menos que podemos imaginar de nosotros mismos ante la presencia excelsa de nuestro Padre. La respuesta es obvia: porque nos ama. Dios nos ofrece una nueva vida, pero también nos pide que le demos nuestra vida. Ese es el evangelio y no lo debemos olvidar... y no debemos olvidar proclamarlo. Y esta no es una responsabilidad exclusiva del pastor o predicador, sino de cada uno de los que seguimos a Jesús.

GB

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