Buen día,el pensamiento para esta semana fue escrito por Charles Spurgeon (1834-1892), pero no tengo el título del libro donde se encuentra porque me lo envió un amigo. Sin embargo, sus palabras son profundas y confortantes.
Spurgeon escribe acerca del dolor y tribulaciones y lo hace con pleno conocimiento del tema y no sólo como teoría. Spurgeon sufría de gota y también de depresión. Sus aflicciones no impidieron que su mirada, como pastor y predicador, estuviera fija en la cruz. Espero que lo disfruten.
El oro se coloca en el horno precisamente porque es oro (Pr 17:3). Es inútil refinar paja y rastrojo. Un diamante de primera clase será sometido más cortes que uno inferior. El gran Propietario de las joyas del cielo uses una máquina cortadora más afilada para las piedras más valiosas. Nuestro Rey desea que tengamos muchas caras para reflejar la gloria de su nombre. 
Con frecuencia piensas que Jesús no se preocupa porque Él no se ha mostrado con un gran milagro. Poco a poco, te estás empobreciendo o tu cuerpo es afligido más... Has esperado un milagro. Querido amigo, algunas veces, Dios obra un gran prodigio cuando el sostiene a las personas en problemas que si los librara de ese problema. Dejar que el matorral ardiera y que no se consumiera (Ex 3:2) es una cosa más maravillosa que apagar la llama y salvar el matorral.
Posiblemente, la sospecha de que a Jesús no le importa toma otra forma. No le pido al Señor que obre un milagro, pero le pido que alegre mi corazón y aplique sus promesas a mi alma. Quiero que su Espíritu me visite para que mi dolor pueda ser olvidado mientras me deleito en la presencia del Salvador... aun así, para mi desencanto, Él esconde su rostro y hace mi prueba más pesada.
¡Qué gran misericordia que tú nunca te hundirás más bajo que la gracia! Cuando llegas a tu punto más bajo, Dios interviene. La marea cambia cuando la ola ha llegado a su punto más bajo... Creyente, ¡ten ánimo!"
Las personas que han experimentado profundas aflicciones y dolor, saben que la forma en la que Spurgeon describe la desesperación de quien no alcanza a vislumbrar el final de sus problemas o sienten que Dios no los quiere y por eso no responde a sus peticiones. Cuando crees que los problemas son más grandes y fuertes que tú y que su fuerza te ahoga. Cuando sientes que tus fuerzas ya no son suficientes y estás dispuesto a darte por vencido. La gracia del Señor nos levanta y nos lleva a un lugar seguro y ya no somos los mismos porque Dios ha estado moldeando nuestras vidas, como los diamantes que menciona Spurgeon.
El apóstol Pablo también experimentó un sentimiento similar. Él la describe con palabras como agobiado, sufrimiento y aflicciones, y llega al punto en el que pierde la esperanza de salir con vida. Pablo entendió la razón y explica "esto sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios." (2Co 1:8-10). ¡Ten ánimo! Nuestro Dios no cambia.
Que Dios nos conceda su gracia.
Guillermo Bernáldez Flores
