el día de hoy les presento un devocional escrito por Tim Keller en su libro basado en los Salmos y que se titula, The Songs of Jesus (Los cantos de Jesús).
Keller habla del Rey de gloria que se menciona en Sal 24:7-10, pero no se limita a ello, sino que también nos habla de la actitud que debemos asumir y los sentimientos que debe despertar en nosotros. Espero que lo disfruten.
Eleven, puertas, sus dinteles;
levántense, puertas antiguas,
que va a entrar el Rey de la gloria.
levántense, puertas antiguas,
que va a entrar el Rey de la gloria.
8 ¿Quién es este Rey de la gloria?
El Señor, el fuerte y valiente,
el Señor, el valiente guerrero.
El Señor, el fuerte y valiente,
el Señor, el valiente guerrero.
9 Eleven, puertas, sus dinteles;
levántense, puertas antiguas,
que va a entrar el Rey de la gloria.
levántense, puertas antiguas,
que va a entrar el Rey de la gloria.
10 ¿Quién es este Rey de la gloria?
Es el Señor Todopoderoso;
¡él es el Rey de la gloria! Selah
Es el Señor Todopoderoso;
¡él es el Rey de la gloria! Selah
GLORIA VERDADERA. ¿Cuál es la gloria de Dios? Es su peso infinito, su importancia suprema. Glorificar a Dios es obedecerlo incondicionalmente. Si alguna vez decimos, 'Te obedeceré si...' es dar más importancia y más gloria a algo que no es Dios. Pero, si glorificar a Dios nunca puede prescindir de la obediencia, tampoco se limita a esto. La gloria de Dios también significa su inexpresable belleza y perfección. Por eso, Dios no es glorificado si sólo lo obedecemos por mera obligación. No sólo debemos darle nuestra voluntad, sino también nuestro corazón, adorándolo y disfrutando de Él, al tiempo que nos parece infinitamente atractivo. Y no hay belleza más grande que ver al Hijo de Dios colocado al lado de su gloria y muriendo por nosotros (Filipenses 2:5-11).
Oración: Señor, me amaste lo suficiente para perder toda tu gloria por mí, aunque, ¡tú poseías todo el mundo y todas las cosas en él! Muestra tu gloria a mi corazón, mi familia y a mi sociedad, para que ellos también puedan decirte, "Entra." Amén.
Claro que la gloria de Dios no depende de nada externo; Dios es glorioso en sí mismo. Al mismo tiempo, no es posible ser indiferente a la gloria de nuestro Padre. Su gloria es irresistible y transformadora; hace posible que lo amemos con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza (Mr 12:30).
Espero que podamos ser transformados por la gloria de nuestro Padre y que le demos todo lo que somos ¡al Señor Todopoderoso!
Guillermo Bernáldez Flores