Sin duda, los caminos de Dios son más altos que los nuestros, lo cual quiere decir que con frecuencia no logramos entender lo que está sucediendo, especialmente cuando las cosas no son como esperábamos fue fueran.
Así es en la vida de Richard Wurmbrand, quien comienza siendo un ateo fundamentalista (si es posible usar esa expresión) y termina siendo brutalmente torturado por su fe en Dios, como describe en su libro Tortured for Christ (Torturado por Cristo), un libro muy desafiante.
Aquí les presento la maravillosa historia de su conversión, que fue resultado de la ferviente oración de una pareja de ancianos. Esto es lo que sucede, espero nos motive a considerar nuestra vida de oración.
Como llegué a entender posteriormente, yo fui elegido por Dios por razones que no entiendo. No tienen nada que ver con mi carácter, porque mi carácter era muy malo...
Una vez, muy convencido de mi ateísmo, oré. Mi oración era algo como 'Dios, estoy seguro de que no existes, pero si por algo existieras - lo cual dudo - no es mi deber el creer en ti; es tu deber revelarte y que te vea. Era un ateo, pero el ateísmo no me daba paz al corazón.
Durante este tiempo de esta confusión interna, un viejo carpintero en lo alto de las montañas de Rumanía oraba así 'Mi Dios, te he servido en la tierra y me gustaría tener mi recompensa en la tierra, como en el cielo y mi recompensa debería ser que no muera sin haber traído a un judío a Cristo, porque Jesús era judío. Sin embargo, soy pobre, viejo y estoy enfermo; no puedo ir a buscar a un judío y no hay ninguno en mi pueblo. Trae un judío a mi pueblo y yo haré mi mejor esfuerzo para traerlo a Cristo.
Algo irresistible me llevó a ese pueblo; no tenía razones para ir allá. Rumanía tiene 12,000 pueblos, pero fui a ésa. Cuando vio que yo era judío, el carpintero me cortejó como nunca ha sido cortejada una mujer hermosa. Él pensó que yo era la respuesta a sus oraciones y me dio una Biblia para que leyera. Había leído la Biblia - por interés cultural, muchas veces antes - pero la Biblia que me dio era una Biblia diferente. Como él me explicó tiempo después, él y su esposa oraban juntos mucho tiempo por mi conversión y la de mi esposa.
La Biblia que me dio, no sólo estaba escrita con palabras, sino en flamas de amor, encendida por sus oraciones - apenas la podía leer, sólo podía llorar sobre ella, comparando mi vida mala con la de Jesús; mi impureza con su justicia; mi odio con su amor - y él me aceptó, como uno de los suyos. Poco tiempo después, se convirtió mi esposa. Ella trajo otras almas a Cristo. Esas almas, trajeron aun, otras almas a Cristo. Así surgió una nueva congregación luterana en Rumanía.
Entonces, llegaron los nazis, bajo quienes sufrimos mucho...
La oración transforma la realidad humana, al mismo tiempo, es una de las cosas que descartamos de nuestras actividades diarias con más facilidad. ¿Será que no creemos en el poder que ésta tiene - no en sí misma, sino por quien la recibe? Nuestro Padre celestial, Dios soberano.
Debemos entender que la oración no es una herramienta para hacer pedidos que satisfagan únicamente nuestras peticiones, algunas verdaderas necesidades y otras, deseos para satisfacer nuestro ego. Jesús nos enseñó a pedir por nuestras necesidades; nos enseñó a orar "danos hoy el pan de cada día...", es decir, a Dios le agrada escuchar nuestras necesidades, pero al mismo tiempo, debemos orar para que su nombre sea conocido y exaltado en toda la tierra.
Orando porque Dios nos enseñe a orar pensando no sólo en nosotros, sino principalmente en Él.
Guillermo Bernáldez Flores