Tengo parálisis cerebral, ¿Cuál es tu problema?

¡Feliz inicio de año!

Después de un periodo de silencio, estamos de vuelta.  A finales del año pasado, este libro me hizo - y me sigue haciendo - reflexionar, y me parece una cita apropiada para comenzar el año.

     El libro se llama The Boy Born Dead (El niño que nació muerto).  Es la historia de David Ring (en el libro es llamado Ring), escrita por su mejor amigo (durante sus momentos más difíciles), David Wideman.  Es una historia muy emotiva y que nos recuerda que Dios tiene todo en sus manos, sin importar cuáles sean las circunstancias que estemos atravesando. 

     Para que podamos tener una perspectiva más real de las dificultades que encuentra Ring, debemos mantener en mente que sufre de parálisis cerebral, esto dificulta su habla y sus movimientos.  Esta discapacidad lo ha enfrentado con situaciones dificilísimas, especialmente sentirse rechazado por las personas y por Dios, pero Dios nos sorprende y a Ring, también.  Espero que disfruten de esta historia. 


     Los aplausos eran ensordecedores y esta vez Ring no titubeó. Se levantó inmediatamente del asiento junto al mío, llevando sus notas en la mano derecha, y caminó hasta el podio con su típico andar.  Los aplausos duraron más de lo normal, como queriendo ayudarlo a llegar al podio.  Al fin llegó.  El ruido fue cediendo lentamente.  Ring era el centro del espectáculo, justo como había dicho que quería.  Tuvo algunos problemas para alinear las hojas arrugadas, que había doblado una y otra vez para colocarlas en su bolsillo...  Al fin, se detuvo, tomando las orillas del podio con ambas manos, carraspeó, pero no habló.  Mi corazón latió más rápido que la vez anterior.  Era algo que me parecía imposible.  ¿Se estaba acobardando nuevamente?

      Carraspeó una vez más y se escucharon algunos gritos de la audiencia, "¡Te amamos, Ring!"  Entonces abrió su boca y dijo sus primeras palabras en el micrófono, reverberando en el aire. "Yo... nací..." parecía que se daba por vencido, como si esas tres sílabas le hubieran consumido toda la energía para hablar.  La señorita Myers se acercó con un vaso de agua; ella sabía lo que él necesitaba.  Él tomó el vaso, bebió y lo colocó en el podio.  Ella lo miró para animarlo y volvió a su asiento.  Justo en ese momento, el rechinido de una puerta invadió el silencio.  Todos miraron a la derecha y se fijaron en mi papá.  Atravesó la puerta rápidamente, pero se dio cuenta que se había vuelto el centro de atención. Miró al estrado, a Ring, sonrió y levantó su pulgar.

     El aspecto de Ring cambió inmediatamente, como si ese vaso de agua hubiera apagado su alma.  De pronto y fuertemente continuó "... nací para perder.  Cuando nací, estuve muerto por 18 minutos.  Cuando nací, estaba muerto.  Era un bebé muerto...  Pusieron mi cuerpo en una mesa en una esquina y me dieron por muerto."  El silencio era sepulcral el todo el gimnasio.  No se escuchaba ni un respiro.  Nadie tosía o estornudaba repentinamente.  ¡Nada!  Era la hora de Ring.  "Pero no es el fin, hasta que Dios dice que es el fin.  Cuando tenía 11 años, mi papá enfermó de cáncer en el hígado, dos semanas después, mi papi murió.  Soy un hijo de ocho, pero no sólo eso, soy el consentido de mi mamá.  Ella hacía todo por mí: me daba de comer, me vestía, me bañaba, caminaba conmigo, ...  Pero un día, cuando tenía 14 años, mamá enfermó.  El doctor vino a casa y dijo 'Tu mamá nunca volverá a casa.  Ella tiene cáncer y tiene máximo seis meses de vida.'  Yo dije, 'Mi mamá no hará eso.  Ella me dijo que nunca me abandonaría.  Me puse de rodillas y oré, 'Dios por favor no te lleves a mi mami.  No te la lleves.  No te la lleves.'  Pero en octubre 1968, mi mamá dio su último respiro.  Cuando mamá murió, yo no quería vivir.  Yo también quería morir."

     Ring se detuvo por un momento y nos miró.  Él no estaba hablando de dolor; él estaba sufriendo delante de nosotros.  No miré hacia atrás a ver a las personas, pero escuché algunos sollozos.  Ring respiró profundamente y continuó.  "No tenía una cosa por la cual vivir.  Dondequiera que iba, la gente se burlaba de mí.  Me miraban y me ponían apodos. 'Mira, ese niño camina chistoso.  'Mira, ese niño habla chistoso.'  Todos los días llegaba a casa y me tiraba a la cama con lágrimas en los ojos, pidiendo morir - hasta intenté suicidarme.  Todos pensaron que yo era un caso perdido; yo pensé que yo mismo era un caso perdido."...

     "Una noche, fui a la iglesia - no quería ir a la iglesia.  Había ido antes y sabía que Dios no me amaba.  Si Dios me ama, ¿por qué se llevó a mi mamá?  ¿Por qué se ensaña conmigo Dios?  Ni siquiera le agrado.  Pero esa noche descubrí algo: descubrí que Dios sí me ama y tiene un plan maravilloso para mi vida.  Descubrí que no estoy sano, pero eso no hay problema.  ¡Dios me ama, tal y como soy!"...

     "La primera vez que vine a la escuela, era un muchacho muerto, era un muchacho cruel... algunos de ustedes no sabían que hacer conmigo; algunos de ustedes se burlaron de mí, y no hay problema.  Pero vieron que algo cambió en mí.  Hoy quiero decirles qué fue.  Ya no soy el mismo.  He dado mi vida a Dios.  Ya no quiero morir; quiero vivir.  ¿Por qué?  Porque tengo algo por lo que vale la pena vivir."...

     "Nosotros tiramos las cosas rotas, pero Dios no.  Dios usa las cosas rotas.  Dios vio a un bebé muerto y le dio la vida.  Y si yo puedo vivir, te prometo que tú también puedes vivir. Tengo parálisis cerebral, ¿cuál es tu problema?...  Todos quieren ser amados.  ¡Dios te ama... y Ring también te ama!"

     Es común la idea de que Dios libra a sus hijos de todo tipo de dolor, pero la Biblia nos muestra que eso será completo cuando Jesús vuelva por nosotros.  En la tierra, las situaciones extremas nos ayudan a conocer más profundamente a Dios y a nosotros mismos.

    La presencia de problemas y dolor no son necesariamente un resultado de una vida pecaminosa.  Espero que te sientas confortado en medio de situaciones adversas; que esperes ver a Dios actuar de formas que no lo has imaginado; que estés seguro de que todas las cosas ayudan a bien (especialmente las difíciles) para los que amamos a Dios. 

     Así que te invito a que coloques todo en las manos de nuestro Padre celestial y comiences este año con mucho ánimo.

Guillermo Bernáldez Flores