el pensamiento de esta semana me ha desafiado y me ha estado haciendo reflexionar acerca de la iglesia contemporánea. Sé que no todas las iglesias son un reflejo de lo que Donald Miller escribe en su libro Searching for God Knows What (Sólo Dios sabe lo que estamos buscando).
En este libro, Miller habla de la tendencia de las iglesias en enfatizar una serie de fórmulas - que incluyen actitudes y sistemas de creencias - en lugar de una verdadera relación con Dios. Miller nos hace ver que este ejercicio se refleja en nuestras sociedades, y hasta en las iglesias, con frecuencia. Espero que lo disfruten.
Cuando leía los evangelios de la Biblia, descubrí que la personalidad de Cristo era tal que las personas que eran paganas, sectarios, usureros, quebrantados y enfermos se sentían cómodos ante su presencia. Todo esto está relacionado con la idea del bote salvavidas y cómo Jesús, fuera de ese sistema, no creería que una persona era que otra. Aparentemente este sistema de creencias contra-intuitivo era obvio en el carácter de Cristo. En los evangelios, Jesús siempre está rodeado de pobres, de marginados. Por el otro lado, los poderosos siempre están en su contra. No todos los poderosos, pero aquellos que se le oponen casi siempre son las personas que llevan la ventaja en el bote salvavidas. De esta manera, Jesús perturbaba el sistema por el que la gente estaba obteniendo su falsa redención.
En contraste, Jesús recibió respuestas escalofriantes de la gente más respetable: los fariseos piadosos pensaban que él era ordinario y mundano, un joven rico se alejó sacudiendo la cabeza, y hasta Nicodemo, de mentalidad abierta, buscó a Jesús bajo la protección de la oscuridad.
Yo [Yancey] hice énfasis en la clase acerca de lo extraño que parece este patrón, ya que la iglesia cristiana atrae a los tipos más respetables, quienes se asemejan más a las personas que más sospecharon de Jesús cuando estuvo en la tierra. ¿Qué ha pasado que hemos revertido el patrón de los días de Jesús? ¿Por qué los pecadores no les gusta estar con nosotros?
pp. 123-124
Si Jesús se relacionó mayormente con la escoria de su tiempo, era con el propósito de proclamar las buenas noticias. Como iglesia cristiana no debemos olvidar que nuestro llamado es ser sal en un mundo desabrido y luz en un mundo lleno de oscuridad. Es un desafío complicado, pero creo que vale la pena considerarlo y, más que nada, pensar cómo se vive en el día a día.
Guillermo Bernáldez F.

