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septiembre 25, 2012

También yo soy Jim

        Hola,

el tema de esta ocasión es la libertad.  La mayoría de los que seguimos a Jesús proclamamos de la libertad que él nos ha dado.  Decimos "Soy libre", pero muchas veces sabemos que solo pretendemos serlo, porque algo dentro de nosotros nos dice que no lo somos en realidad.  Sabemos que siempre hay alguien listo para observar - y hacer público - cualquier pecado o apariencia de él en nuestras vidas.  Otras veces, somos nosotros los que estamos listos para hacerlo.

       Con frecuencia, amigos que no son seguidores de Jesús me preguntan "¿Acaso no son mejores ustedes?" o también preguntan "¿No se supone que ustedes son diferentes?"  La respuesta es clara: NO SOMOS MEJORES.  Si somos algo, es por Jesús, no por nosotros mismos.  No es el esfuerzo de cada uno, es el Espíritu quien nos debe motivar a hacer las cosas - o dejar de hacerlas, si es que son pecaminosas.  Pero aun nuestras mejores acciones son como trapos sucios delante de Dios (Is 64:6).  Sin embargo, seguimos pretendiendo.  Esa es la razón por la que nos preguntan por qué no somos mejores. 

       Steve Brown, en su libro A Scandalous Freedom nos habla de esta realidad tan triste y al mismo tiempo, propone la forma para ser libres: la honestidad de nuestra pecaminosidad.  La intención no es tomar una actitud cínica frente al pecado y dar licencia a todo lo que queramos hacer, sino a una reflexión que nos lleve a entender que en todo momento necesitamos de Jesús.  Y también, que Dios nos ama tal y como somos.  No tenemos que hacer nada para ganarnos su amor, y no hay nada que podamos hacer que lo hagan desistir de ese amor por nosotros.  Que lo disfruten.

       "¿Alguna vez has notado cómo los cristianos tan entusiasmadamente de otro cristiano que ha caído teológicamente, espiritualmente, o moralmente?  Toma por ejemplo la caída de Jim Bakker.

       He entrevistado al reverendo Bakker en un par de oportunidades.  Lo más interesante de él no es él mismo, sino la reacción de la comunidad cristiana hacia él.  Cuando nadie sabía de su pecado, todo tipo de líderes evangélicos procuraban aparecer en su programa televisivo.   Cuando supimos que Jim Bakker había estado haciendo algunas cosas muy malas, nos apresurábamos a decirles a nuestros amigos no creyentes que Bakker no era un cristiano 'como nosotros.'  Queríamos distanciarnos lo más posible de Bakker.

       Tengo un amigo predicador que, poco tiempo después de la caída de Bakker y para el horror de aquellos que lo escucharon, predicó un sermón que tituló 'Yo soy Jim Bakker.'  Él enfatizó que 'esa frase era fidedigna y merecía ser aceptada, que Cristo Jesús vino al mundo vino a este mundo a salvar a pecadores, de los cuales yo soy el primero.'  Él insistió que ningún cristiano  podría hablar como si fuera ajeno a la raza humana.  La esposa de mi amigo predicador me dijo que ella deseaba que él no hubiera predicado ese sermón porque, dijo ella, medio en broma, 'Ahora todos piensan que mi esposo está haciendo las mismas cosas.'

       Déjame decirte algo interesante que Jim Bakker dijo en mi programa de televisión, The Late Steve Brown Show.  Estábamos discutiendo del tiempo que pasó en la prisión y qué tan difícil había sido.  Yo dije que la parte más difícil de toda la experiencia debió haber sido  el sentimiento de vergüenza y deshonra que debió haber sentido.  Él sonrió y admitió que había sido muy difícil.  Y entonces dijo algo profundo: 'Steve,' dijo, 'estoy contento de que todo esto haya pasado.  Ahora puedo ir a cualquier lugar y estar con cualquier persona en cualquier parte del mundo, y a nadie le preocupa.  Puedo ir a cualquier bar - con cualquier círculo de marginados sociales - y nadie me dice que tengo que tener cuidado porque la 'gente puede hablar' y que eso 'arruinaría mi reputación.'  La gente ya habló, y ya no tengo ninguna reputación que puede ser lastimada.  Ya no importa.  ¡Soy libre!'


       ¿No es maravilloso?  Jim Bakker sabía que ya no tenía que pretender ser alguien bueno.  Él sabía que él era un pecador.  Ya no tenía que usar esa máscara tonta.

        Alguien dijo que había que bendecir a aquellos que nos maldicen porque, en primer lugar, ellos pueden estar en lo cierto, y en segundo lugar, piensa qué dirían si ellos supieran toda la verdad.  Si más cristianos reconocieran esa verdad, seríamos peligrosos... y seríamos increíblemente libres. 
(154-155)

        Yo también soy Jim Bakker.  No que haya hecho exactamente lo mismo que Jim, sino que soy pecador y por lo tanto estoy separado de Dios.  Y no estoy solo, el texto dice literalmente "todos pecaron"(Rom 3:23).  Aunque todos lo sabemos, aun así pretendemos que somos mejores.  Nos separamos de los "pecadores" y se nos olvida que nosotros también lo somos.  


       Es lamentable que este tipo de actitud merme el impacto del reino de Dios; que preferimos aislarnos, encerrarnos cuando podemos gozar de la libertad que hemos recibido por gracia.  Esa es la invitación: deja de pretender, deja de señalar, sé libre.

       En la libertad que nuestro Padre nos da

Guillermo Bernáldez