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julio 24, 2013

Contracultura


Saludos,

el día de hoy cito a Eugene Peterson, quien se ha vuelto uno de mis escritores favoritos.  Su libro de devocionales, A Long Obedience in the Same Direction (Una obediencia duradera en la misma dirección), basado en los Salmos de ascenso, es muy bueno.

       La cita viene del Salmo 131, que se enfoca en la humildad.  Como personas que vivimos en sociedades occidentales, pocas veces nos detenemos a pensar en qué tan frecuentemente actuamos sin humildad.  La agudeza de Peterson nos ayuda a entender que nuestras sociedades han invertido los valores que Dios ordena.  Y es, entonces, cuando hay que remar contracorriente.  Que lo disfruten.

        "... cuando una tentación o prueba antigua se vuelve una característica aprobada en la cultura, un estilo de vida que se espera y que se impulsa, los  cristianos se encuentran con una piedra de tropiezo colocada delante de ellos que es difícil de reconocer como tal, porque se ha convertido en un monumento, recubierto en bronce y envuelta con luces decorativas.  Se ha vuelto un objeto de veneración.  Pero el hecho es que se encuentra en medio del camino de la fe, obstruyendo el discipulado.  Por  toda  su vestimenta ornamentada y su posición de honor, sigue siendo una piedra de tropiezo.

       Una tentación que ha recibido este trato en occidente,... es la ambición.  Nuestra cultura alienta y premia a la ambición sin filtrarla.  Estamos rodeados por un estilo de vida en el que la mejora es entendida como expansión, como adquisición, como fama.  Todos quieren tener más.  Se admira a quien está en la cima, sin importar de qué sea la cima.  No hay nada nuevo en esta tentación.  Es el pecado más antiguo en el libro, el que hizo que Adán fuera echado del jardín y a Lucifer lanzado del cielo.   Lo que es relativamente nuevo es la admiración y aprobación general que recibe.


       ...  Estamos atrapados en un estilo de vida que, en lugar de deleitarse en descubrir el significado de Dios y buscar las condiciones en las cuales las cualidades humanas pueden alcanzar su máxima expresión, temerariamente busca burlar la naturaleza, arrogantemente desafía las relaciones personales, y cuando menciona a Dios es únicamente para maldecirlo.  La leyenda de Fausto, tan útil para señalar la locura de un orgullo que desafía a Dios hace tanto tiempo, que ahora es prácticamente imposible reconocer porque lo que todo lo que toda la sociedad asume (nuestros modelos educativos, nuestras expectativas económicas, y hasta la religión), son egoístas...

       Es difícil reconocer al orgullo como un pecado cuando es tenido como una virtud desde cualquier ángulo que se le vea; se recomienda como algo redituable y es premiada como un logro.  Lo que la Biblia describe como el pecado básico, el pecado de tomar las cosas en tus propias manos, ser tu propio dios, tomando lo que hay mientras lo puedas tomar, ahora es descrito como sabiduría básica: mejora tu situación a través de cualquier medio que tengas a tu alcance; avanza sin importar el precio, cuidarme a mí mismo es lo principal.  Funciona por un tiempo limitado.  Pero al final, el diablo pasa la cuenta.  Llega la maldición. 

       Además, es difícil reconocer una ambición desenfrenada como un pecado porque tiene un tipo de relación superficial con la virtud de la aspiración - una impaciencia con la mediocridad y una falta de satisfacción con todas las cosas creadas hasta que estemos en casa con el Creador, el anhelo de alcanzar lo mejor que Dios tiene para nosotros - algo como lo que dijo Pablo cuando dijo: "sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús" (Fil 3:14).  Pero si invertimos la energía necesaria para hacer que la aspiración se vuelva una realidad y quitamos a Dios, remplazándolo con un auto-retrato que no es más que una caricatura mal dibujada, terminamos con una arrogancia espantosa...  La ambición es una aspiración fuera de control.  La aspiración es la energía creativa canalizada que nos mueve a crecer en Cristo, moldeando nuestros objetivos a través del Espíritu."
(150-153)

       Sin duda, las palabras de Peterson nos ayudan a mirar con perspectiva nuestros planes y la forma en la que los abordamos.  Si la gloria es para mí, si el crédito es para mi esfuerzo, habilidades, capacidades, etc., me he dejado convencer por los argumentos y valores de la sociedad.  


        Aun los proyectos más nobles y piadosos pueden volverse una forma de auto-exaltación.  Dios no está en contra de grandes proyectos, ni en contra del éxito.  Las Escrituras lo muestran.  Lo que hay que mantener en perspectiva es que Dios es el Creador y nosotros sus criaturas.  Él merece toda la gloria y la honra, por siempre.

        Para la gloria de nuestro Padre,

Guillermo Bernáldez Flores