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agosto 30, 2011

Divisiones y Separaciones


Hola, el pensamiento de esta semana tiene que ver con uno de los problemas más comunes que enfrentan muchas iglesias actualmente: la división. Esto no nos sorprende demasiado porque desgraciadamente es común y, no es un fenómeno reciente. A lo largo de la historia este fenómeno ha ocurrido muchísimas veces. Es posible que hayamos escuchado, experimentado o es posible que hasta hayamos participado en este tipo de acciones.

En nuestras sociedades dominadas por la economía de mercado, es fácil volverse en "
consumidor de iglesias". Es decir, comparar las diferentes "ofertas" que ofrecen las diferentes congregaciones y elegir la que más nos gusta. No quiero decir que esto sea malo en sí mismo, siempre y cuando los parámetros que se usen para la elección estén basados en las enseñanzas bíblicas. Lo que sí debe ser causa de preocupación es cuando las iglesias locales - o congregaciones - deciden separarse, y lo hacen en los peores términos posibles: con resentimientos, chismes, etc.

John Owen escribió al respecto cuando en la Inglaterra del siglo XVII la iglesia Anglicana se fragmentaba por diferentes motivos. Presento algunos pensamientos que este puritano dejó como un excelente legado sobre el tema y que vienen en el libro The Puritans: their origins and their successors (Los Puritanos: sus orígenes y sucesores) de Martin Lloyd-Jones. Espero que sea interesante y que nos ayude a reflexionar antes de hacer algo en contra de lo que nuestro Señor Jesús se preocupó y hasta oró por ello: la unidad de su iglesia.

"Confieso que prefiero, con mucho, pasar mi tiempo y mis días en remediar y sanar las rupturas y separaciones que existen entre los cristianos que una hora justificando nuestras divisiones..."
(75)

Cuando
Owen leía - porque no se dejaba llevar simplemente por lo que la gente decía o por las amistades que pudiera tener en uno u otro lado - las acusaciones que las varias partes hacían una contra la otra, esto es lo que él hacía.

"Examino y confronto el material, para estar personalmente satisfecho, con toda la diligencia y sinceridad con la que soy capaz... aceptando aún los principios a los que en un principio me había opuesto. Y de hecho, este tipo de examen imparcial todas las cosas por la Palabra, comparando las causas y las cosas de cada uno, dejando de lado los prejuicios hacia las personas o tradiciones...

... Y con la Palabra como nuestra regla, entendemos lo que ella expresa y, lo que como consecuencia lógica, se pueda deducir de ellas."
(77-78)

Owen es preciso en la descripción bíblica de lo que es separación de la iglesia basado en la primera carta a los corintios.

"Entonces, la separación, como la describe y la condena el apóstol aquí, consiste en las diferencias sin causa y contenciones entre los miembros de una iglesia particular, que se oponen al ejercicio del amor, prudencia y paciencia, requerida de ellos para que la ejerzan entre ellos y hacia los demás...

Despreciando la autoridad de Jesucristo. Es una ofensa a su sabiduría, por la que Él hubo ordenado todas las cosas en la iglesia con un propósito para la prevención de la separación y las divisiones... también la gracia y la bondad de Cristo son ignoradas y ofendidas."
(79)

Owen reconoce que no se puede entender lo que es la separación de una iglesia, si no se conoce el propósito de la iglesia.

"Que nadie se equivoque en este punto; los creyentes no fueron hechos para las iglesias, sino que las iglesias fueron hechas para los creyentes. Su edificación, su guía y dirección en la fe que profesan y el desempeño de la alabanza divina en sus reuniones, de acuerdo a lo que Dios planeó, es para lo que sirven las iglesias y ése también es su fin; y sin él, ellas no tienen la mayor relevancia."
(80)

Owen continúa con muchos más detalles que conviene tener en cuenta, pero que me es imposible enumerar en esta publicación. Así que concluyo con las duras palabras de Lloyd-Jones al comenzar este capítulo:

"La separación es un pecado muy grande, es algo muy serio. Nadie debería ser culpable del pecado de la separación..."
(74).

Es, por lo tanto un tema que no debe tomarse a la ligera. Si te encuentras en un momento en el que tienes que decidir házlo con cuidado y medita. No dejes que cuestiones de gustos o desacuerdos menores sean la causa de ir en contra de la voluntad de Dios. Si llegara a existir una razón para separarse que sea por cuestiones que la Biblia enseñe explícita o implícitamente, y después de haber agotado todas las posibilidades de hacer entrar en razón a las partes involucradas.


Que la unidad y el amor entre los hijos y las hijas de Dios dé testimonio de que el evangelio es verdad y que lo vivimos para honra y gloria de nuestro Padre. Que, al igual que Owen, prefiramos trabajar para estar unidos que encontrar razones para justificar nuestra separación.

Guillermo Bernáldez

agosto 18, 2011

Retirándonos



Saludos, Hace un par de meses, cuando estábamos en el proceso de mudarnos, comencé a considerar el futuro de manera más seria. Había terminado mis estudios en el seminario y el paso - en cierta manera lógico y esperado - era enfilarme al pastorado. Pasé algunos días en silencio mientras limpiaba el departamento en el que habíamos vivido. Una tarde me pregunté si estaba listo para dar ese paso. Consideré los estudios a los que me había dedicado los últimos diez años y supe que académicamente estaba listo. Pero después me pregunté si espiritualmente estaba listo y esa pregunta, literalmente me quitó el sueño por dos noches consecutivas. Temo a Dios y la idea de estar frente a un grupo de personas sin la aprobación y autoridad divinas me abrumaron. No era que mi vida fuera inmoral, sino que en las actividades de la vida diaria, había minimizado mi tiempo a solas y en silencio con el Padre.

La cita de hoy es de un libro llamado Beyond the Quiet Time (Más allá del Devocional) de Alister McGrath. Trata de este tema tan común que sé no se limita sólo a mi experiencia. La vida de muchos de nosotros - especialmente en las ciudades - se ha llenado de actividades y nuestras agendas necesitan espacio para agregar actividades y nuestros días necesitan más horas para poder llevarlas a cabo. Algunas veces nos sentimos menos culpables porque algunas o muchas de estas actividades están dedicadas a algún ministerio en la iglesia. Algunas veces ocurre que después de estas actividades nos sentimos agotados, frustrados y solitarios. Y es que la lucha que libramos no es únicamente física sino espiritual (Ef 6:12). Pero no queremos detenernos porque también pensamos que es nuestra obligación y hasta podemos llegar a pensar que somos indispensables; que si no lo hacemos nosotros, nadie más lo hará, ya sea por falta de capacidad o de voluntad. Por eso, la sugerencia para esta semana es: ¡detente! Espera en Él... y Él hará. Que lo disfruten, con calma.

"Existe un peligro real en el hecho de que los evangélicos estén tan ocupados haciendo cosas para Dios al punto de que ¡lo expulsen por tanta actividad! Nuestro deseo de hacer cosas para Dios puede obstaculizar el deseo de Dios de hacer algo por nosotros. Para estar activos en el mundo debemos ser receptivos hacia Dios y eso significa hacer espacio para escuchar a Dios, leer la Biblia, y venir delante de Él, esperando recibir su guía, ánimo y sustento. El precio que se paga por el activismo evangélico no es otra cosa que quedar exhausto. El síndrome de 'me-siento-culpable-de-no-estar-ocupado' es un síntoma seguro de alguien que está en el camino a quedar exhausto y la inutilidad.

No existe un secreto de cómo se puede evitar esto, pero sin duda debe ser evitado. Necesitamos crear espacio para Dios en nuestras vidas, y eso quiere decir disciplina - la habilidad y deseo de dedicar parte de cada día a Dios, y no permitir que nada interfiera. Pasar tiempo de calidad con Dios es la pre-condición para un servicio cristiano efectivo y sustentable en el mundo. De hecho somos llamados a ser 'la sal de la tierra' (Mt 5:13); pero esa sal puede perder su salinidad, y ¿para qué sirve entonces? Somos llamados a ser 'la luz del mundo' (Mt 5:14) - pero ¿de qué sirve si las baterías que dan poder a la luz se gastan, de tal manera que la luz se desvanece y con el tiempo se apaga? Necesitamos renovar nuestra fe, sin embargo eso es algo que, estrictamente hablando, sólo Dios puede hacer. Y eso quiere decir permitir a Dios la apertura para que nos refresque y nos renueve con su gracia y amor. Significa permitir esas oportunidades en las que Él pueda irrumpir en nuestras consciencias y hacer que su presencia se sienta en nuestras vidas.

El ejemplo de la iglesia en Laodicea debe hacerse notar aquí (Ap. 3:14-22). La iglesia era complaciente y tibia; necesitaba ser renovada. Y Cristo resucitado se encontraba llamando a la puerta, pidiendo ser admitido para poder renovarla (Ap. 3:20). Algunos cristianos tienden a estar tan ocupados que no pueden escuchar esa llamada. Con ahínco ellos se mantienen apasionadamente activos para Cristo, sin percatarse que ese mismo Cristo al que tratan de servir está también con pasión tratando de refrescarlos y renovarlos.

Una posibilidad es retirarse, sin embargo muchos cristianos reaccionan con alarma a esta sugerencia. ¡Nuestro objetivo es servir a Dios en este mundo! Por lo tanto, sugerir que nos 'retiremos' del mundo, dicen ellos, es ridículo. Ciertamente hay mucha sabiduría en esa reacción; el evangelicalismo ha sido profundamente influenciado por la espiritualidad de la Reforma. Durante el siglo XVI, el centro de la vida cristiana se movió definitivamente de los monasterios a las plazas públicas. Reformadores como Juan Calvino desarrollaron espiritualidades que afirmaban al mundo que motivaban y capacitaban a los cristianos a servir a Dios diariamente en la vida cotidiana en el mundo.

Aún así, servir a Dios en el mundo es agotador y con frecuencia desmoralizador. Los cristianos necesitamos ser refrescados, para poder reconstituir la perspectiva para nuestras vidas. Para poder ser útiles a Dios en este mundo, es necesario retirarse de este mundo, y buscar ser refrescado..."
(11-12)

Ya que la palabra espiritualidad puede ser mal interpretada, la definición que McGrath da es la siguiente: "La espiritualidad cristiana se enfoca en profundizar la vida de fe en relación con Jesús el Cristo, reconociendo en Él la plenitud de vida que Dios desea que su pueblo posea... la espiritualidad es el proceso de renovación y re-nacimiento."

La Biblia nos muestra que las cosas no dependen de nosotros. Ni aún nosotros dependemos totalmente de nosotros mismos. Somos las ramas que dependen de la Vid verdadera (Jn 15:1-2); somos el barro en las manos del alfarero (Is 45:9, 64:8; Jer 18:6; Ro 9:19-21). Si bien es cierto que somos responsables ante Dios de ser sal y luz en este mundo, no debemos pensar que lo podemos lograr con nuestra fuerza y voluntad. Nuestra fuerza, discernimiento, paz, visión y llamado vienen de Él. Dios disfruta cuando sus hijos e hijas pasan tiempo con Él. Para hacerlo es necesario dejar de hacer otras cosas y dedicarle nuestra atención únicamente a Él.


Mi oración es que podamos aprender a dejar de hacer cosas, aunque parezcan importantes e impostergables y dediquemos ese tiempo a nuestro Padre.

Guillermo Bernáldez.

agosto 02, 2011

El Llamado de Dios

Saludos, Cuando estaba en el seminario recibí un pequeño libro como regalo, de hecho, todos los estudiantes lo recibimos. En poco más de 60 páginas describe 9 marcas que caracterizan a las iglesias saludables que permite a sus lectores mantener el enfoque en lo que es verdaderamente esencial para la vida de la iglesia - y recordemos que la iglesia somos las personas que nos reunimos con el objetivo de alabar y conocer más acerca de nuestro Dios en sus tres personas: Padre, Hijo y Espíritu. El título del libro es simplemente el mismo Nine Marks of a Healthy Church (Nueve marcas de una iglesia saludable) de Mark E. Dever, quien es pastor de una de las iglesias con mayor vitalidad en el área de Washington D.C. en los Estados Unidos.

La sección que se presenta es una de las doctrinas centrales en el cristianismo, y sin embargo, una que no siempre es bien comprendida. Me refiero a la doctrina de la salvación. Aunque con frecuencia se presenta con la doctrina de la gracia, también con frecuencia muchas personas dependen únicamente de su voluntad, lo que a la larga genera frustración y hasta abandono, ya que esto no es suficiente para generar un cambio verdadero y duradero. Me he permitido editar ligeramente parte del texto para evitar que las denominaciones generen barreras entre nosotros - los seguidores de Jesús. Espero que lo disfruten.

"En la primera reunión en nuestra iglesia, en 1878, adoptamos una declaración de fe. Fue una versión más fuerte que la declaración de Confesión de Fe de New Hampshire 1833. Esta confesión se volvió la base de Fe y Mensaje de nuestra denominación... revisada y suavisada en 1963. El artículo VIII de nuestra declaración de fe dice:

Creemos que el Arrepentimiento y la Fe son deberes sagrados, y también dones inseparables, trabajados en nuestras almas por medio de la regeneración del Espíritu de Dios; donde, estando profundamente convencidos de nuestra culpa, peligro e impotencia, y del camino a la salvación en Cristo, miramos a Dios con arrepentimiento, confesión, suplicando misericordia honestamente; al tiempo que se recibe al Señor Jesucristo como nuestro Profeta, Sacerdote y Rey, confiando sólo en Él como el único y todo suficiente Salvador.

Nota lo que dice esta declaración dice acerca de nuestra conversión, nuestra vuelta. Volvemos porque estamos 'profundamente convencidos de nuestra culpa, peligro e impotencia, y del camino a la salvación en Cristo.' Y ¿cómo se efectúa esa vuelta - que está compuesta de arrepentimiento y fe? Ésta es 'trabajada en nuestras almas por medio de la regeneración del Espíritu de Dios.' La declaración cita, entonces, dos citas de las Escrituras que respaldan esta idea: Hechos 11:18, 'Al oír esto, se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo: —¡Así que también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!' y Efesios 2:8 'Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios.'

Si entendemos que nuestra conversión es algo que hacemos nosotros mismos en lugar de algo que Dios causa en nosotros, entonces lo estamos entendiendo mal. En efecto, la conversión incluye nuestra acción - debemos hacer un compromiso sincero, una decisión de la que estemos conscientes. Aun así, la conversión es mucho más que eso. La Biblia enseña claramente que no todos estamos haciendo un viaje hacia Dios, en el que algunos han encontrado el camino mientras que otros continúan buscando. En lugar de eso, nos enseña que necesitamos que nuestro corazón sea remplazado, nuestra mente transformada y que nuestro espíritu sea vivificado. Nosotros no podemos hacer nada de eso. Podemos hacer el compromiso, pero necesitamos ser salvados. El cambio que cada humano necesita, sin importar cómo se vea exteriormente, es tan radical, tan cerca de nuestra raíz, que sólo Dios puede hacerlo. Necesitamos que Dios convierta nuestros corazones.

Recuerdo la historia de Spurgeon de cuando caminaba en Londres cuando una persona ebria se le acercó, se recargó en un poste de luz cercano a él y dijo, 'Sr. Spurgeon, ¡soy uno de sus convertidos!' A lo que Spurgeon respondió, 'Puede que seas uno de mis convertidos - pero seguramente ¡no eres un convertido del Señor!'

Uno de los resultados de mal interpretar la enseñanza bíblica de la conversión es que las iglesias evangélicas están llenas de personas que han hecho un compromiso serio en algún momento de su vida, pero que evidentemente no han experimentado el cambio radical que la Biblia presenta como conversión. De acuerdo a un estudio miembros de mi propia denominación tienen una tasa de divorcio más elevada que el promedio nacional en los Estados Unidos. La causa de este 'testimonio inverso' entre estos seguidores de Jesús se debe, al menos en parte, a una enseñanza no bíblica de la conversión.

Sin duda la conversión no necesita ser una experiencia con una fuerte carga emocional, pero debe hacerse evidente por su fruto si es lo que la Biblia enseña como una verdadera conversión..."
(27-29)

La comprensión y enseñanza correcta de este gran regalo que Dios hace a sus hijos e hijas es maravilloso. También tiene cierto nivel de misterio porque no logramos comprender cómo son estos cambios de mente y de corazón. Como seres racionales nos gusta pensar que nosotros somos los que tomamos la decisión - y en parte es cierto. Pero somos incapaces de tomar una decisión correcta sin que el Espíritu Santo haya trabajado previamente en nosotros para que respondamos al llamado amoroso de Dios.

Recuerda que el sacrificio de Jesús en la cruz es perfecto y suficiente. No hay nada que le podamos agregar para que sea efectivo. Si decimos que le tenemos que agregar nuestra buena decisión, estamos menospreciando su obra redentora. Al mismo tiempo, sí somos responsables de responder una vez que nuestro Padre nos ha llamado. No podemos reconocer con exactitud cómo es que esto se conjuga, pero el llamado de Dios se hará evidente.


Mi oración es que no sólo podamos entender esta salvación tan grande, sino que la podamos experimentar y transmitir. Que cuando escuchemos que Jesús llama a la puerta, la abramos con alegría.

Guillermo Bernáldez